Valencia.- La falta de insumos médicos, alimentos, colchones, servicio de agua y electricidad, paredes agrietadas, así como la carencia de espacios aptos, tanto para pacientes como para enfermeros, son características del Hospital José Ortega Durán, mejor conocido como Psiquiátrico de Bárbula, fundado en 1951.
El recinto, adscrito a la administración del gobierno de Carabobo, muestra su peor cara en los últimos tres años, según sus trabajadores, quienes también aseguran que no cuentan con las condiciones requeridas para atender las necesidades básicas de los pacientes crónicos. Manifiestan que solo entre noviembre y diciembre de 2016 fallecieron ocho personas, por diversas patologías y desnutrición.
De acuerdo con declaraciones de un representante del Sindicato de la Salud en Carabobo, entre cuatro y cinco días transcurrieron para que los familiares retiraran los cadáveres de los pacientes, por lo que el equipo de mantenimiento ayudó a arreglarlos y a colocarlos en unos bloques, mientras esperaban que los buscaran para realizar los trámites pertinentes. El sindicalista también aseguró: «Hemos pedido que hagan estudios especializados, porque aquí hay bacterias, tuberculosis, entre otras enfermedades y no hemos recibido respuesta».
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El equipo de El Pitazo ingresó a las instalaciones del psiquiátrico, donde se constató que solo tres pabellones funcionan de manera irregular. En uno, permanecen 21 mujeres con diferentes enfermedades, en otro 23 hombres, y, siete mujeres en el área de emergencia, algunos con enfermedades contagiosas. En este sentido, los trabajadores asistenciales expresaron su rechazo contra las condiciones de trabajo; denunciaron que no poseen guantes, botas ni uniformes para el cuidado de los pacientes con enfermedades contagiosas.
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Por su parte, el representante sindical señaló: »Hay pacientes con desnutrición, tumores, quistes, tuberculosis; no tenemos medicamentos para las patologías que presentan. No se consiguen los psicotrópicos, es complicado cumplir con los tratamientos. No tenemos equipos médicos, respiradores, carecemos de bombonas de oxígeno, debido a que hay una deuda con la empresa encargada del suministro. Los tensiómetros están dañados. Es difícil atender a los pacientes así; estamos expuestos a infecciones».
El servicio de laboratorio se mantiene inoperante, no solo por la falta de reactivos para realizar los exámenes, sino por las fallas en los equipos. Los trabajadores informaron que algunos tienen un año sin funcionar, unos por haber superado su vida útil y otros por falta de mantenimiento.
«Aquí las condiciones son deprimentes, son precarias. Las camas donde descansan los pacientes no funcionan, los enfermeros no cuentan con áreas aptas de descanso. Las zonas de aislamiento para los enfermos no cuentan con las condiciones adecuadas y esto representa un peligro para ellos», manifestó una trabajadora del psiquiátrico, quien también pidió proteger su identidad para evitar que la despidan.
Fallas en el suministro de alimentos
Las denuncias de escasez de alimentos también se oyen en los espacios del psiquiátrico. Sus trabajadores comunicaron que en ocasiones las fallas de alimentos son por falta de pago a los proveedores y aseguraron que desde febrero de 2016 han sido un poco más estables que en otras oportunidades, debido a un convenio con Mercal que garantizaba el suministro hasta el 31 de enero de 2017.
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«Nos ha tocado traer la comida en muchas oportunidades; los trabajadores sacamos dinero de nuestro bolsillo, aunque la directiva no está de acuerdo con eso, pero son seres humanos que necesitan alimentarse. Algunos reciben una comida al día, por lo que los casos de desnutrición son frecuentes», indicó una empleada del área administrativa. A la carencia de alimentos, le suman la falta de un espacio para cocinar y el déficit del personal de cocina, el cual dicen que ha disminuido por la falta de dinero para pagar sus servicios. “Solo tenemos dos personas para elaborar la comida y lo hacen en los espacios del Hospital González Plaza, cercano al psiquiátrico”.
Los pacientes se bañan una vez por semana
Al ingresar a los pabellones y habitaciones del Psiquiátrico de Bárbula, es inevitable percibir los desagradables olores. Enfermeros y empleados del centro de salud denunciaron la escasez de insumos para el aseo de los pacientes: «Los pacientes psiquiátricos no controlan sus esfínteres; presentamos fallas en el servicio de agua; por lo general tenemos agua solo una vez a la semana. No podemos bañar a los pacientes; los colchones y su ropa se ensucian con las heces y con el orine; esto genera mayor contaminación. No tenemos insumos de limpieza, ni guantes, ni botas para hacer el aseo y corremos el riesgo de infecciones», indicó el vocero sindical. Los baños tienen filtraciones, carecen de agua e iluminación, las moscas y los zancudos rodean el lugar.
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Lavar la ropa se ha transformado en una odisea para quienes cumplen esta función; aseguran que solo les entregan dos kilos de detergente para lavar más de 70 kilos de ropa a la semana, cuando tienen agua.
«A veces llega el agua y no hay detergente, no podemos lavar ni su vestimenta ni la ropa de cama; entonces ellos deben andar desnudos y sin abrigo. Se lava la ropa una vez a la semana cuando llega el agua y no queda realmente limpia. De cuatro lavadoras funciona una y de las tres secadoras solo una está operativa», comentó un trabajador del servicio de lavandería, quien también prefirió mantenerse anónimo.
Inseguridad dentro del Psiquiátrico
Las adyacencias del Hospital Psiquiátrico de Bárbula permanecen desoladas. En las áreas verdes, el monte supera el metro de altura, y a juicio de los trabajadores se han convertido en una guarida para los delincuentes. Falta de iluminación y vigilancia caracterizan las principales calles del recinto médico, a pesar de estar dentro del campus de la Universidad de Carabobo.
Los trabajadores manifestaron que constantemente son víctimas de hechos delictivos, incluso dentro de las áreas internas del hospital. «Aquí asaltan a diario. Hemos solicitado apoyo policial; antes venían a los tres o cuatro minutos, ahora aparecen a los dos días o a la semana y a veces no vienen. Se han llevado tanques de agua y tuberías. Del psicopedagógico se han llevado camas y mesas. Han ingresado a los servicios, en ocasiones para robar comida. En una oportunidad dispararon en el servicio de hombres porque no querían abrir la puerta», acotó el delegado sindical.
300 trabajadores laboran dentro del llamado Psiquiátrico de Bárbula, donde aseguraron que el olvido no solo se refleja en la fachada, techos, paredes, baños y las áreas de servicio, sino en la mirada de cada uno de los pacientes, razón por la que solicitaron a las autoridades del sector salud dedicarse a la atención de este recinto hospitalario, pues afirmaron que está desasistido.