El municipio Valera, estado Trujillo, está rodeado de ocho fuentes de agua naturales, en un perímetro de 20 kilómetros, que lo hacen un territorio privilegiado. Sin embargo, el acueducto actual, que data del período presidencial de Isaías Medina Angarita (1944) y ha sido mejorado y reformado por gobiernos siguientes hasta los primeros períodos de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez en la década de los setenta, no ha recibido la atención necesaria y se encuentra en un 90% de inoperatividad

Los acueductos se construyen con una proyección de 25 a 30 años de utilidad. El metropolitano de Valera, en el estado Trujillo, estaba pensado para abastecer las necesidades del 45% de la población de la región, pero actualmente tiene más de 50 años de funcionamiento y se encuentra en un 90% de inoperatividad.

Se construyó a finales del período presidencial de Isaías Medina Angarita y fue reformado y ampliado por gobiernos sucesivos. El cronista trujillano Raúl Díaz Castañeda cuenta que en 1969 la sociedad civil pidió a Rafael Caldera la construcción de uno nuevo, pero no se concretó. En cambio, se hicieron mejoras y actualizaciones hasta el primer período de Carlos Andrés Pérez. Desde entonces no ha recibido mayor atención. Este hecho ha sometido a los ciudadanos a la falta de agua más grave de las últimas décadas.

El hecho de que el acueducto quedó prácticamente olvidado ha sometido a los ciudadanos a la falta de agua más grave de las últimas décadas. La crisis no es generada por la falta de fuentes naturales, pues el valle en el cual se asienta la ciudad de Las Siete Colinas está rodeado de al menos seis ríos y dos quebradas, en un perímetro de 20 kilómetros.

En palabras del ingeniero Luis Artigas, quien fue gerente de la Hidrológica de los Andes (Hidroandes) hasta el 2000, cuando recién comenzaba el gobierno de Hugo Chávez Frías, este problema radica en la improvisación de la gestión pública.

El actual sistema, que estaba diseñado para brindar el servicio a Valera, San Rafael de Carvajal, Escuque, Rafael Rangel y Motatán, desde hace diez años apenas puede satisfacer la necesidad de los dos primeros poblados, pero con considerables deficiencias: racionamientos impredecibles, baja presión en las tuberías y escasez causada por fallas en el sistema eléctrico y embates del clima.

Iraly Guerrero, educadora y habitante de la urbanización Miranda, como se le conoce a Plata II de Valera, contó que cuando decidió mudarse a este sector tomó en consideración el buen servicio de agua de hace 20 años. “Los tubos se reventaban de la presión del agua. Nunca sufrimos por el servicio. Si había problemas en la planta, quedábamos sin agua por algunas horas. Ahora llega cada 15 días y no sube las tuberías ni de un metro de alto”, expresó.

Las comunidades del norte, cansadas de pagar por camiones cisternas, cargar agua en envases y almacenar en tanques, con ayuda de organizaciones no gubernamentales, como el Centro de Animación Juvenil (CAJ), promovieron la realización de asambleas de ciudadanos, mesas de diálogo y foros como una solución a la falta de respuestas de la empresa pública, la indiferencia de los gobernantes y la ineficacia de los consejos comunales.

Andrés Hoyos, representante del CAJ, habló sobre el proyecto de Red Comunitaria de Derechos y Ciudadanía, que ha surgido para dar protagonismo a los valeranos sobre el tema del agua potable.

«En Valera tenemos una situación de indolencia gubernamental, ya que el acueducto se encuentra en malas condiciones. Han ofrecido restaurarlo y ha sido letra muerta. Desde la red hemos realizado foros, mesas de diálogo y mesas de trabajo para las cuales se ha invitado a la Gobernación, a Hidroandes y al Sistema Hidráulico, pero, lamentablemente, no han sido eficientes. Lo positivo es que la ciudadanía se mantiene activa y ha colocado en la palestra pública este problema», declaró Hoyos.

El ingeniero Artigas, participante de red ciudadana, explicó que en una de estas reuniones, realizada en octubre de 2018, propició la primera inspección comunitaria al acueducto, manejada como “una caja negra”. La Gobernación y la Gerencia de Hidroandes accedieron al análisis, pero no contaron con que la comunidad estaría preparada con un equipo técnico conformado, principalmente, por profesionales residentes de los sectores afectados. “Pensaron que era una visita, pero era un diagnóstico”, dijo el ingeniero, también profesor universitario.

El 1 de noviembre de ese año, Artigas, junto con otros técnicos e ingenieros, mostró cómo el sistema, desde la boca toma del río Motatán, ubicado en el sector El Cumbe, y en su paso por la planta de tratamiento, la planta de bombeo de Santo Domingo hasta llegar a los siete principales tanques de almacenamiento de Valera, se encuentra desatendido. Esto ocurre por la falta de mantenimiento e inversión.

Norte, sur y oeste

Las poblaciones de la vía Valera-La Puerta escapan al problema del agua, pues dependen de sistemas independientes y de nacientes de agua cercanas. No obstante, el sur, desde El Gianni, y el oeste y el norte de la ciudad, dependen del acueducto deteriorado. Artigas aseveró que debería suplirse el suministro para 200.000 habitantes y garantizarles un mínimo de 50 litros diarios por persona. Sin embargo, los valeranos viven con menos de eso.

Unos 3.000 habitantes de la urbanización San Rafael, en el norte de la ciudad, reciben el líquido cada 22 días, y el chorro que sale de la tubería del patio apenas dura una hora. Tadeo Valecillos, residente de uno de los 19 bloques de este conjunto, comentó que debe hacer fila en una de las llaves comunes y cargar a su apartamento lo que puede (uno o dos baldes). Eso no es suficiente y muchos acuden a una quebrada cercana. “Estas aguas vienen de Santo Domingo (estación de bombeo de Hidroandes) y no son tratadas, pero aquí la gente se baña y busca para cocinar”, contó, mientras señalaba la fuente de un dudoso color marrón traslúcido.

Luis Artigas comentó que cuando dejó la Gerencia de la empresa, esta estaba en 95% de operatividad y que el 5% restante correspondía a comunidades que todavía faltaban por incluir en el tramo de tuberías y alcantarillas. Estas se encuentran en el noroeste, como es el caso de Las Lomas y San Luis, parte Alta.

Olvidados

Actualmente, tras casi 20 años de la llamada revolución, hay comunidades de esta zona que aún no poseen tuberías o sistema de cloacas. Les construyeron las viviendas, pero no culminaron el proyecto habitacional. Tal es el caso del sector Valle Verde, desde hace diez años. Recibieron tanques del Gobierno y eventualmente son atendidos con camiones cisterna. Aunque también usan el agua de lluvia.

Los valeranos, lejos de ser indiferentes, en el primer semestre de 2019 han protagonizado más de 20 manifestaciones y acciones de calle para reclamar a Hidroandes. Además, se han organizado para mantener el tema en constante discusión.

Artigas indicó que la empresa siempre ha dicho medias verdades. Y a su juicio todas fueron develadas en la inspección de 2018.

El exfuncionario enumeró las principales fallas del acueducto. En la boca toma, los desarenadores están deteriorados y el agua ingresa con sedimentos del río. En la planta de tratamiento, además del déficit de equipos y personal, los químicos para tratar el agua (sulfato de aluminio y gas cloro) son enviados desde Caracas y en cantidades reducidas. Sobre este particular, el ingeniero consideró que la calidad del agua consumida es dudosa. Colocó como ejemplo el color con el cual llega a las viviendas. “No debe tener ni sabor ni olor ni color. Eso no debería ocurrir ”, explicó.

Las autoridades han guardado silencio, como ocurre con todo aquello relacionado con la salud pública. Y los afectados apenas pueden presumir la conexión entre las características del agua y los brotes de enfermedades intestinales, de la piel, parasitosis y hepatitis.

El único problema que reconocen que existe en el estado Trujillo, tanto Hidroandes como el gobernador, Henry Rangel Silva, es la falla constante de las bombas y motores del acueducto, que atribuyen a la crisis de electricidad. No obstante, omiten otras causas. Artigas recordó que el sistema de distribución de agua es dependiente de la electricidad, pero no es la única razón por la cual se dañan estos equipos.

“El sistema tiene 11 bombas y no todas funcionan. Las que sí lo hacen han tenido mucho funcionamiento y desgaste por los problemas de luz. El gobernador y la empresa tienen que buscar reponer el inventario de bombas y motores. Una vez que los tengan deben realizar mantenimiento en la planta, porque si yo tengo un acueducto con bombas nuevas, pero en la boca toma entra sedimento que ingresa a las bombas, se dañan los motores nuevamente”, señaló el experto.

Por otro lado, se debería garantizar la electricidad para la planta, pues poseen un circuito exclusivo que a la hora de racionamientos no deberían ser tocados. A finales de agosto, la Gerencia de la empresa difundió que habían reparado el tendido eléctrico para mejorar la operatividad. “Siempre han tenido un circuito aparte, pero habían hecho otras conexiones, como la del hospital del Seguro Social (hospital Dr. Juan Montezuma Ginnari), sobrecargaron y no era tan independiente», argumentó Artigas.


Otra causa de la escasez de agua es la inoperatividad de siete tanques de almacenamiento, ubicados en Valera. Sin hacer mucho énfasis en otros dos inoperativos en el municipio San Rafael de Carvajal. Artigas destacó que todo el acueducto maneja 16 tanques, pero con el tiempo han independizado a los municipios Rafael Rangel, Escuque y Motatán, que tienen sus propios subsistemas.

Anarquía

Los tanques no están funcionando, pero las bombas están diseñadas para llevar agua de este punto a otro punto de almacenamiento. Hidroandes no entiende eso. Como no tienen carros para subir a los tanques, entonces agarran y hacen un bypass y el agua va directamente a la red, pero en esa red todo el mundo tiene bombas particulares, lo cual genera más problemas al acueducto, contó el ingeniero, quien propone reactivar estos tanques y revivir la Unidad de Vigilancia y Control, la cual penalizaba el uso de bombas en las casas y cortaba tomas ilegales.

Artigas tiene un proyecto para realizar la reingeniería del acueducto. Uno que no es desconocido por el Gobierno regional y tampoco por el nacional. Él se encargó de presentarlo en 2009 al Ministerio de Ambiente y en 2015, al actual gobernador. En las dos ocasiones, el ingeniero especificó los montos de posibles inversiones en dólares y bolívares.

No obstante, este proyecto no ha sido tomado en cuenta. Aunque, antes de eso, el difunto expresidente Hugo Chávez usó la supuesta construcción de un nuevo acueducto como promesa electoral en 2012. Expresó que ya estaba aprobado un proyecto para traer agua desde Boconó. Artigas explicó que ese proyecto, de 400 millones de dólares, era inviable porque la fuente de agua no era suficiente.


«Traer agua del río negro de Boconó no era factible porque se necesitan 1.200 litros por segundo y de esa fuente no logran conseguirse ni siquiera 300»

Luis Artigas, ingeniero

«Traer agua del río negro de Boconó no era factible porque se necesitan 1.200 litros por segundo y de esa fuente no logran conseguirse ni siquiera 300», comentó. El dinero de ese proyecto no se vio y tampoco los recursos del 2016, cuando Nicolás Maduro, durante la campaña presidencial, prometió de nuevo el sistema acuífero para la ciudad de Las Siete Colinas.

En ese momento, junto a Rangel Silva, anunció el arranque de la obra. Luis Artigas, quien ya había expuesto su idea al gobernador, tuvo un presentimiento de plagio, pues justo donde él planteó el lugar de la nueva toma, en la vía La Mesa – Timotes, hicieron un acto para colocar la primera piedra.

«Yo tengo el oficio. A ese proyecto le dieron unos 35.000 millones de bolívares. Fue cuando el gobernador dijo que iba a colocar la primera piedra. Tomé la iniciativa de publicar el proyecto, que no fue tomado en cuenta, en una revista científica, por temor a ser plagiado. Curiosamente, donde yo había propuesto montar un campamento, llevaron unos tráileres, hicieron el acto mediático y a la semana siguiente se retiraron. Nada pasó. El acueducto sigue igual», comentó Artigas.

Ese tema fue un escándalo para Rangel Silva, quien explicó que esos recursos los había invertido en bombas y motores. No obstante, en 2018 la empresa no contaba con equipos nuevos, ni siquiera como repuestos.

Reingeniería

Artigas no habla de un nuevo acueducto, pero sí de reingeniería. «Lo que propongo en el proyecto es eliminar las dependencias del sistema de bombeo. Estaríamos como La Puerta y los demás acueductos, pero el problema es la falta de voluntad política».

La obra propone hacer una nueva planta de tratamiento en un punto más alto, reactivar los tanques de almacenamiento para evitar el manejo indiscriminado de llaves y también activar los pozos subterráneos del Eje Vial Valera-Trujillo. Se deben reparar las grietas de los tanques y los botes de agua.

«De acuerdo con mis cuentas, no se llevaría ni 100 millones de dólares. Claro, no son tantos como el de los 400 millones, pero se puede consolidar en un año, es inmediato y con visión no menor de 30 años», detalló Artigas.