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domingo, 5 mayo, 2024
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Un venezolano despega en Chile con la venta y mantenimiento de motocicletas

Se graduó con honores de constructor civil en la Unexpo y consiguió empleo en el Ministerio de la Defensa, pero un sueldo insuficiente para subsistir obligó a Deivis Vargas a emigrar primero a Perú. Hoy, el venezolano, que nació en Los Valles del Tuy hace 27 años, disfruta en Chile del premio a la constancia: abrió su propio negocio de mantenimiento y venta de motocicletas

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Por Crónicas de Chile

Santiago de Chile. El éxito es un premio a la constancia y Deivis Vargas lo sabe. A sus 27 años este mirandino de enorme corazón ha vivido experiencias muy dispares como migrante: una en Lima, Perú, donde tuvo que vender café y arepas por casi un año para poder vivir, y otra en Santiago, donde despunta como un audaz mecánico y vendedor de motocicletas.

Deivis siempre estuvo claro que con estudios saldría adelante para ayudar a su familia y en 2016 se graduó con honores como Constructor Civil de la Universidad Nacional Politécnica Antonio José de Sucre (Unexpo).

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Allí destacó por ser preparador de Estructuras 1. Le daba clases a sus compañeros de Acueductos y Cloacas y una materia que tenía que ver con Suelos y Concreto. “Antes de entrar a la Universidad ya había trabajado en una planta de asfalto, como preparador de mezclas asfálticas de concreto y asfalto. Gracias a esos conocimientos y a mis calificaciones resalté un poco. Me gradué con el mayor promedio. Me dieron muchos reconocimientos”, detalla, quien debió trabajar en una ferretería cargando y descargando cemento para poder pagar la universidad.

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Estuvo cerca de abandonar los estudios, pero siempre abundaron los consejos de su familia y amigos que estaban orgullosos de su disciplina. Esa formación le permitió conseguir empleo en la Dirección General de Mantenimiento de la Fuerza Armada. Era el encargado de la supervisión de las obras del Ministerio de la Defensa.

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Vargas, sin embargo, no veía que sus ingresos estuvieran acordes a su responsabilidad y a la crisis social de Venezuela. Por eso, con un nudo en la garganta por dejar atrás a su familia, emigró en 2017 a Lima, Perú, donde le resultó muy cuesta arriba conseguir un buen trabajo.

“Fue muy difícil asumir que en Caracas tenía a trabajadores bajo mis órdenes y que en ese momento debía salir a ganarme la vida vendiendo café y arepas andinas en las esquinas”, cuenta el nacido en Los Valles del Tuy, quien vivió momentos agridulces con los limeños por la xenofobia.

Recuerda un momento en el que, por tratar de ser educado y gentil, se burlaron de él solo por decir mucho: ‘A su orden”. Sin embargo, Deivis se queda con lo mejor de los peruanos. “Había un señor que me llamaba cuando me veía. A veces yo veía que el café del día anterior estaba intacto. Solo lo compraba para ayudarme. Con eso, yo me quedo”, detalla quien llegó a Santiago en diciembre de 2019.

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Lo hizo con un amigo y luego de arrendar habitación se dieron cuenta que sólo tenían 10.000 pesos para la comida de un mes. Así caminaron buscando empleo desde Ciudad del Niño a San Bernardo, donde consiguieron trabajo con un jardinero por cuatro días.

“Gracias a eso pudimos comer”, detalla. De inmediato lo llamaron de Carnes Susarón, donde comenzó como pioneta (auxiliar de vehículos de carga) y logró estabilidad por año y medio que se disolvió con la pandemia.

Motos, lo mejor

“Cuando me despidieron tenía un amigo que trabaja con chinos que vendían bicimotos, ensamblaban y vendían. Allí le propusieron que si quería vender motos ellos se las vendían a buen precio”, sostiene Deivis.

No lo dudaron y compraron dos bicimotos en cajas. Las vendieron de inmediato. Las armaron en el apartamento, la bajaron por el ascensor y las entregaron. Había un furor porque ser delivery era opción de supervivencia.

Como opción alternativa, compraron repuestos para motos y realizaban mantenimiento en una acera frente al edificio en el que vivían. Deivis decidió escalar. Cada uno registró su empresa y tuvieron la oportunidad de negociar con Motorrad, donde compraron cuatro motos Express 100 y les fue tan bien que en algún momento llegaron a vender hasta 5 motos diarias.

Fue tan bueno su trabajo de armado, diferente al realizado por el personal que había en Motorrad, que la empresa los absorbió por un año hasta que decidió que era el momento de caminar solo y a final del año 2021 se propuso y buscó su propio local. Hoy su empresa VDMotos (@Que.motos) se consolida gracias a su trabajo de mantenimiento y venta. “Mi recomendación es no rendirse nunca y visualizar las oportunidades”.

Por @CronicasDeChile

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