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viernes, 3 mayo, 2024
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Vargas vive con las huellas de la tragedia

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Tras 17 años de la vaguada excepcional de 1999, la lluvia sigue siendo motivo de preocupación para los habitantes del litoral

Tras 17 años Vargas retoma la rutina, aunque aún vive las​ ​consecuencias de un proceso irregular de reconstrucción | Foto C.​ ​Sojo

Por: Nadeska Noriega Ávila l El Pitazo-Vargas
La Guaira.- Diecisiete años. Casi la mayoría de edad. La vida puede cambiar en un segundo y evidentemente puede transformarse en 17 años. Desde aquellos días del 15 y 16 de diciembre de 1999 han transcurrido todos esos años. Se dice fácil, pero el camino de reconstrucción, no solo física, sino del tejido social del estado Vargas, ha sido un proceso complejo, lleno de altas y bajas.

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En 17 años, Vargas se ha transformado y se puede decir que volvió a la vida. Sin embargo, aún lleva sobre sus hombros la huella de la tragedia y el peso de las consecuencias de no haber acatado los planes de desarrollo y de la terquedad de muchos lugareños de querer proseguir con su rumbo a pesar de las importantes omisiones de las que ha sido responsable el Estado venezolano.
Aunque el estado costero muestra un rostro recuperado, especialmente por la inversión gubernamental que se concentró en la reconstrucción de vías, balnearios, reforestación, canchas deportivas y la primera etapa de la canalización de ríos y obras de minimización de riesgos, la tragedia luce viva por dentro. Quizás lo más significativo es que muchos se acostumbran y ven las huellas o consecuencias de 1999 como algo que está allí, que forma parte de la cotidianidad.

Los planes de reconstrucción y recuperación dejaron pendientes,​ ​entre ellos la canalización de la cuenca Curucutí | Foto C. Sojo

“Podríamos decir que la recuperación de Vargas está signada por el contraste. Por un lado, balnearios recuperados, la avenida José María España, la maternidad de Macuto o grandes estadios; y por el otro, las ruinas de los edificios implosionados en Los Corales; los antiguos hoteles Sheraton y Meliá, prometidos año tras año; cuencas sin terminar; nulo saneamiento ambiental y precarios servicios. Cuando cae una lluvia, todo colapsa en Vargas. Parece que no se aprendió nada de 1999”, explica el arquitecto Wilmer López, quien ha desarrollado una línea de investigación sobre el proceso de reconstrucción de la entidad costera.
Para López, es claro que el Estado ha actuado en el plan de recuperación, pero señala espacios como Los Corales, Carmen de Uria, Cerro Grande, Marapa-El Piache, La Veguita, Quebrada Seca, Tanaguarena, El Rincón, el casco histórico de La Guaira, de gran vulnerabilidad, en donde, diecisiete años después, es normal encontrar casas sin servicios, calles aún de tierra y sectores enterrados en escombros.
Las represas construidas presenta alta sedimentación | Foto C. Sojo

El largo proceso de reconstrucción

Según cifras del Fondo Único Social (FUS) y de la desaparecida Autoridad Única de Área del Estado Vargas (Auaev)), la tragedia de Vargas ocasionó 54.392 damnificados y 240 mil varguenses afectados, cuyas viviendas podían ser recuperadas. El último censo revela que cerca de la mitad de estos varguenses regresaron a recuperar sus casas. Así mismo, Protección Civil Nacional registró unas 40.600 viviendas afectadas en el deslave. Aproximadamente 45 % (unas 18 mil), fueron declaradas inhabitables. Hoy, por lo menos el 35 % de estas viviendas volvieron a ser ocupadas. Los daños urbanos fueron calculados en 1.729 millones de dólares (Bs 1 billón 141 millardos para la época).
En febrero del año 2000, la reconstrucción se anunció y comenzó. Los planes fueron presentados en cadena nacional por el entonces presidente Hugo Chávez, teniendo como vocero a Carlos Genatios, para ese momento autoridad única del estado Vargas. La vaguada de 2005 dejó en evidencia la poca respuesta del Estado y en abril de ese año se hizo oficial el lanzamiento del Plan Vargas bajo la responsabilidad del entonces titular del MIJ, Jesse Chacón. Posteriormente, en 2008, se anunció un Plan Vargas II, que nunca cristalizó.
“En el primer plan –conocido como plan Genatios– se concluyó la canalización de la quebrada Guanape. El resto de los planes de reorganización urbana presentados por las facultades y escuelas de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería de la UCV, USB y UNIMET fueron desechados. Sin embargo, dentro del periodo 2000-2004 fueron aprobados Bs 2,7 billones por el Ejecutivo nacional solo para la remoción de escombros y se reportaron 645 millones de dólares en aportes y ayudas internacionales, cuya inversión nunca fue precisada.
Luego, tras la vaguada de 2005, se iniciaron las intervenciones del Plan Vargas, cuya ejecución se extendió hasta 2007. Las 94 obras que incluía el plan (control de cuencas, vialidad y puentes, saneamiento ambiental, protección de costas, 12.758 viviendas y formación de Comités de Riesgo) representaron una inversión de 138.140.000,00 de dólares”, explica Augusto Vásquez, ingeniero que prestó sus servicios a estos planes.
Sin embargo, los resultados del Plan Vargas no son positivos. Aunque se reconoce la construcción de 63 presas cuencas arriba, 12 espigones, torrenteras, puentes, vialidad y estructuras turísticas, las obras de minimización de riesgo siguen incompletas en 19 de las 25 cuencas intervenidas. La intervención en el saneamiento ambiental ha sido nula, pues quedaron pendientes 10 estaciones de bombeo y la operatividad total de la planta de tratamiento de aguas servidas de Punta Gorda, que alcanzó una operatividad de sólo el 60% y hoy, por falta de mantenimiento, está inoperativa.
En cuanto a las viviendas, de las 12.758 ofrecidas por el Plan Vargas, solo se hicieron 280. Es a partir de 2011 cuando, tras las lluvias excepcionales de 2010, el entonces presidente Hugo Chávez lanza la Gran Misión Vivienda, con énfasis en Vargas, donde para 2011 se reportan 11.900 damnificados agrupados en 2.923 familias y más de 100 refugios. Hasta el momento se ha levantado en la entidad un promedio de 5 mil viviendas.
Tras 2010, el Gobierno nacional decidió no inyectar más dinero al Plan Nacional de Minimización de Riesgos, que tuvo como centro piloto el estado Vargas.
La reconstrucción de Vargas nunca se terminó. Lo que no se hizo en bonanza, no se ejecutará ahora con esta falta de recursos. Esa es la verdad”, sentencia Vásquez.

Zonas emblemáticas como Los Corales muestran las huellas del​ ​deslave de 1.999 | Foto: C. Sojo

Cuencas y obras sin mantenimiento

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Otra cosa que parece permanecer en el tiempo es el miedo que las lluvias generan aún en los residentes del litoral central. Quizás los temores están bien fundados, pues las obras de minimización de riesgos no fueron concluidas nunca y ahora se suma un extenso periodo sin mantenimiento de las cuencas, torrenteras y canales de agua de lluvia.
“La semana pasada, los primeros días del mes de diciembre pasamos por semanas de lluvia y esto se volvió un caos. Y por supuesto, no fueron ni siquiera lluvias fuertes y hubo viviendas afectadas, vías obstruidas y zonas como Marapa-El Piache que quedaron incomunicadas. Entonces el miedo te ataca. Parece que no se hizo nada para evitar otra tragedia”, analiza Carmen Marín, vecina de Macuto.
El problema real radica en la supresión de Corpovargas en 2011. “Tras su desaparición, ningún organismo regional o nacional asumió sus competencias. El mantenimiento de las obras de minimización, el arreglo de las cuencas cuyos gaviones están dañados, el apoyo a los Comités de Riesgo y los estudios meteorológicos son aspectos que están siendo desatendidos en Vargas por la ausencia de las instancias de Corpovargas que lo atendían”, cuenta Raúl Gómez, quien formaba parte del ahora inactivo Comité de Riesgos del sector Zamora en Catia La Mar.
Otros voceros de estos Comités de Riesgo aseguran que uno de los aspectos que más lamentan de la eliminación de Corpovargas es el abandono en que fue sumido el Sistema de Alerta Temprana, encargado de enviar información en tiempo real de estos caudales. De acuerdo con datos recabados por estos comités, en las 25 cuencas intervenidas de Vargas se instalaron 33 estaciones pluviométricas y nueve estaciones hidrométricas repartidas en diferentes cuencas (24 entre Mamo, Tacagua y La Zorra al oeste, siete en Macuto y nueve entre San Julián, Camurí Grande y Naiguatá al este). Desde 2011 el sistema no recauda datos en tiempo real.
“Si haces un recuento del estatus de las obras que se hicieron en el marco de la reconstrucción de la tragedia de Vargas, el resultado siempre será con un saldo en contra. Esperemos de corazón que las lecciones que no se aprendieron no traigan consecuencias con la naturaleza, como ya nos ocurrió en 1999”, lamenta Gonzalo Ibarra, vecino de El Rincón, en Maiquetía.

El caos parece lugar común en Vargas cuando llueve, así ocurrió​ ​durante las primeras semanas de diciembre 2016 | Foto: C. Sojo

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