Caracas.- A las 5:46 am, Juan Guaidó hizo una transmisión en vivo a través de las redes sociales para informar que este martes 30 de abril comenzaba la fase definitiva para el cese de la usurpación: la Operación Libertad. El diputado estaba acompañado por Leopoldo López, preso político y líder del partido Voluntad Popular, y por un grupo de militares que le prometió lealtad.
Con el sol, salió también la ciudadanía y las calles de la capital se llenaron de banderas tricolores. Como había convocado Guaidó, el punto de encuentro fue el Distribuidor Altamira de la autopista Francisco Fajardo, desde donde se enfrentaron los funcionarios que apoyan al diputado y quienes defienden a Nicolás Maduro.
Mientras Juan Guaidó, Leopoldo López, los militares y la ciudadanía se movilizaban hasta la Plaza Francia en Altamira, cinco guardias nacionales identificados con bandas azules en los brazos, que se separaron de la multitud, atravesaban la avenida Francisco de Miranda desde Chacao hasta el Bulevar de Sabana Grande aplaudidos y vitoreados por los manifestantes.
Los uniformados, armas largas en manos, iban escoltados por caminantes y cerca de 50 motorizados de civiles; lo único que dijeron fue que iban hasta el Hotel Las Américas, ubicado cerca de la avenida Casanova. Al intentar pasar la frontera entre los municipios Libertador y Chacao, la marcha se encontró con un piquete de más o menos 30 funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).
Quienes venían caminando, casi trotando, desde Chacao, se abalanzaron contra los policías, incluso los motorizados decidieron atravesar el piquete gracias a la fuerza de sus vehículos. Inmediatamente, un funcionario disparó al aire y los manifestantes le insistieron en dejarlos pasar sin hacer uso de la fuerza. El piquete fue derribado, pero comenzó el gas lacrimógeno.
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Muchos civiles lanzaron golpes y patadas, algunos uniformados utilizaron sus escudos para evitar las agresiones y, de un momento a otro, la marcha se convirtió en un grupo en el que cada quien se defendía como podía. Más gas y todos comenzaron a correr, algunos hacia el bulevar y otros se devolvían hacia Chacaíto.
Los guardias se enfrentaron a los policías y en ningún momento levantaron ni apuntaron sus armas. Luego de no más de 15 minutos de disturbios y bombas lacrimógenas, la policía logró dispersar a los manifestantes y detener a los cinco guardias que habían sido valientes para todos los que los habían acompañado. Al final, solo quedó la sensación de resequedad en la boca y la incertidumbre sobre el futuro de los cinco militares.
