Los reporteros de este medio digital se mantienen firmes en sus convicciones y sacan provecho de la tecnología para llevar la información a una población que ha sufrido ante el cierre de medios. Hoy, Día del Periodista, cuentan sus historias acerca de las coberturas durante la cuarentena por el COVID-19
“Aquí continuamos de pie trabajando, luchando, tratando de superar cada una de las adversidades que se nos presentan para mantener informados a nuestros lectores en todo el país”. En el Día del Periodista, ese es el grito de guerra de los reporteros venezolanos de El Pitazo, en un país en el que solo en 2019 ocurrieron 1.032 hechos, según el reporte anual del Instituto Prensa y Sociedad (Ipys), que vulneran el derecho a la información y la libertad de expresión y ponen en riesgo a los reporteros y comunicadores sociales.
El puesto 148, en la lista de 180, de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa que elabora Reporteros Sin Fronteras da cuenta de que en Venezuela se instauró una mecánica de miedo, opacidad, censura, persecución y violencia en contra de los periodistas venezolanos. Las organizaciones no gubernamentales que defienden estos derechos han logrado encontrar patrones violatorios que van desde las detenciones arbitrarias hasta el amedrentamiento público y la desaparición forzada.
La asfixia a la prensa se evidencia también en el cierre de más de 200 medios de comunicación desde el año 2004, entre ellos 70 impresos. La ONG Espacio Público destaca la presión económica, anulación de concesiones y falta de papel como las razones principales del cierre de un gran número de medios en todo el país.
Más alcabala, más funcionarios en la calle, la gasolina fue aún más escasa. Pero, a pesar de todo esto, se logró trabajar y mantener a la audiencia bien informada
Lisbeth Miquilena, periodista
Pero aún con este marco y con el impacto de la pandemia por el COVID-19, que se ha convertido en una nueva razón para atentar contra la prensa, los periodistas venezolanos mantienen en alto ese estandarte de informar desde espacios digitales como El Pitazo, un medio en el que más de 120 periodistas y reporteros se empeñan en contravenir la opacidad con información utilitaria y contrastada.
La fórmula: teletrabajo y rigurosidad. Técnica y principio empleados desde 2014, cuando se fundó el medio que sostiene su estructura, con una redacción virtual desde la que se emiten directrices y se desmenuza la información para llevar al lector todo aquello que le permita comprender la realidad.
“Ha significado un trabajo bastante duro, sacrificado de nuestro equipo. Pero a diferencia de otras organizaciones periodísticas en Venezuela, nosotros tenemos la ventaja de que ya veníamos trabajando con una redacción virtual desde WhatsApp”, explica César Batiz, director de este medio de comunicación, en el que las reuniones de pauta se hacen en línea, los requerimientos se atienden por llamadas y los cumpleaños de los miembros del equipo se celebran por Zoom desde que empezó la pandemia.
Desde 2014, y con presencia en los 23 estados del país, este medio digital ha procurado contar lo que otros callan con trabajos periodísticos cercanos al ciudadano, que aborden temas de interés colectivo y que documenten la violación a los Derechos Humanos en Venezuela.
Con respecto al tratamiento informativo de los casos de coronavirus, Batiz añade que las decisiones internas, como la línea editorial, han impuesto la rigurosidad en la comprobación de casos e, incluso, la precaución al informar de ellos con historias que acercan la información a la gente.
Detrás de un site que nunca duerme y que publica en promedio 1.800 notas al mes están los rostros de reporteros que, desde sus mesas de trabajo o en las calles, se arriesgan para contar los hechos que los venezolanos deben conocer. Aunque este 27 de junio celebran su día, no hay descanso.
Solo pedimos a la ciudadanía que proteja esos espacios y ejerza su derecho a opinar, que nosotros estaremos aquí para escucharlos
Andrés Rodríguez, fotógrafo
Pitaceros en pandemia
Desde el 16 de marzo, día en el que inició la cuarentena, han ocurrido 32 detenciones arbitrarias, según estimaciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, y unos 96 hechos de violación a la libertad de prensa. La mayoría amparados bajo la “Ley del Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia”, un instrumento legal del que se ha valido la justicia para justificar acciones de detención, persecución, amedrentamiento y presiones a periodistas de medios independientes.
La asfixia a la prensa viene de todos los frentes: judicial, administrativo o ejecutivo y se manifiesta con fuerza no solo en la capital del país, sino en las regiones donde los corresponsales de El Pitazo han vivido en carne propia la censura.
“He podido mostrar y ser una ventana, a través de El Pitazo, para exponer la vulneración de los Derechos Humanos de la población indígena que existe en Delta Amacuro y esto es considerado un delito en estos momentos. Lo que contamos en El Pitazo, lo que ellos no quieren que se muestre, es la verdadera razón de esa persecución que vivimos”, relata Melquiades Ávila, corresponsal de este medio en Delta Amacuro y una de las primeras víctimas contabilizadas entre los más de 150 periodistas afectados por violaciones al derecho a la información desde que inició la cuarentena.
Ávila fue expuesto públicamente por la gobernadora de la entidad, quien desde una transmisión radial pidió que fuese detenido. El corresponsal se vio obligado a salir de su estado y quedó atrapado por la pandemia y sin posibilidad de poder volver a casa.
“Fue una amenaza por haber interrogado en un portal público si el principal hospital de la entidad estaba en capacidad técnica de atender la pandemia”, relató. Pero aún y desde el confinamiento, Ávila mantiene informados a los interesados en conocer noticias de su estado a través de El Pitazo.
Los periodistas de este portal digital se enfrentan también al miedo, al virus y se exponen a situaciones que comprometen su integridad, pero aun así persisten en informar. Como prueba de ello, Lisbeth Miquilena, corresponsal de El Pitazo en Nueva Esparta, relata que sus propios vecinos reportaron preocupación por su labor y lograron que una comisión epidemiológica acudiera a su vivienda a practicar la prueba rápida para saber si estaba infectada con el nuevo coronavirus.
“La dinámica cambió a propósito de la pandemia. Nos ha tocado tomar medidas de precaución, de control epidemiológico, como el uso de tapabocas para salir. Sobre todo en Nueva Esparta, donde se registró uno de los focos de contagio más grandes y que implicó mayores restricciones que en el resto del país. Más alcabalas, más funcionarios en la calle, la gasolina fue aún más escasa. Pero a pesar de todo esto, se logró trabajar y mantener a la audiencia bien informada”, resalta Miquilena.
En Caracas, los reporteros también corren infinidad de riesgos y reconocen una posible detención o altercado con fuerzas de seguridad como el principal peligro en la cobertura. “En una ocasión estuve registrando el proceso para surtir combustible en la estación de servicio de Las Mercedes, cuando me interceptó un funcionario de la Dirección de Contrainteligencia Militar, que me detuvo y me pidió revisar mi material fotográfico. Se generó una situación muy complicada, pero que se pudo superar en el momento. A esto nos enfrentamos los periodistas y reporteros de El Pitazo, y aun así seguimos trabajando para mostrarle la realidad que se vive en Caracas durante la pandemia”, cuenta Ronald Peña, reportero gráfico en la capital.
Las limitaciones no se ciñen solo al campo de la cobertura y los riesgos que trae, sino a las dificultades técnicas, agravadas para reporteros en estos 104 días de cuarentena en Venezuela. Las fallas en el servicio eléctrico, de internet, de abastecimiento de combustible, e incluso de agua, limitan y complican la capacidad de los reporteros de acceder a la información y llevarla a los lectores.
He podido mostrar y ser una ventana, a través de El Pitazo, para exponer la vulneración de los Derechos Humanos de la población indígena que existe en Delta Amacuro y esto es considerado un delito en estos momentos
Melquiades Ávila, corresponsal
En El Pitazo, Liz Gascón, reportera del medio para Lara, y Alexander Ólvera, corresponsal en Cojedes, son la prueba de que aún, y con estos obstáculos, para los periodistas lo primordial es informar. Ólvera escribe sus reportes desde el celular, luego de que las dos computadoras que poseía se quemaran por un bajón de luz, y Gazcón acuerda con colegas la movilización e incluso consigue aventones para llegar a las pautas previstas.
En entidades como Lara, la pandemia se cubre aun y cuando los periodistas no tienen acceso a la fuente oficial y solo reciben un parte informativo por radio de la gobernadora, sin derecho a preguntas o presencia de medios independientes en las ruedas de prensa convocadas. Esta realidad se repite como caligrafía en todo el territorio nacional y genera tal opacidad que, incluso, algunos medios de comunicación evitan denunciar cualquier impasse con funcionarios públicos para que los ataques no escalen.
Pese a todo, los corresponsales de El Pitazo y todos los periodistas venezolanos siguen allí este 27 de junio, Día del Periodista, y todos los días del año, tal como refiere Andrés Rodríguez, fotoperiodista de este medio: “Trabajando unidos para continuar informando lo que sucede en la calle y cediendo nuestros espacios para que la ciudadanía pueda denunciar los que padece de forma honesta y transparente. Solo pedimos a la ciudadanía que proteja esos espacios y ejerza su derecho a opinar, que nosotros estaremos aquí para escucharlos”.