Con la pandemia por COVID-19 hay una nueva forma de emigrantes: los varados. Aquí presentamos la historia de tres de ellos que viajaron para visitar a sus hijos, para hacer un trabajo puntual, presentarse en un teatro, pero sin pensar jamás en quedarse. Uno espera, otra se queda y la tercera se escapa, pero de Francia a Venezuela. Aquí la deliciosa historia de Monsieur Le comedien, Miss Chesse y Madame Cacao.

Claudio Nazoa, Monsieur Le Comedien

Miércoles 11 de marzo. Apenas está arrancando el tercer mes de un prometedor año. El 2020 tenía “buena pinta”. Salía el último avión de Madrid a Tenerife. Claudio Nazoa, un tipo con gran sentido del humor, comediante, hijo de Aquiles Nazoa, el poeta venezolano más divertido, creativo y querido que se conozca, de pronto se encuentra con esta noticia: ¡CERRADO EL AEROPUERTO!

Estaban de gira él y Laureano Márquez, que es como decir Batman y Robin, Abbott et Costello, una pareja de súper héroes de la buena vibra, de la risa, de la empatía y el buen humor. Pero esta vez le estaban alertando “no te vistas que no vuelves”.

Una cosa global llamada el coronavirus lo ha dejado atrapado. Así lo manifiesta Claudio Nazoa, que estará enclaustrado pero “con salida”. Ya al venirse de Caracas, su amiga y organizadora del show en París, Mariela Franco, le decía que no habría mayor problema… “Situación inesperada, ya comienzo a ser menos ateo: ‘Será que Dios me protege de algo que me iba a pasar en Venezuela’, casi digo como las viejas de antes”.

Pero como Claudio tiene su Lennon por dentro, también los lentes, aplica la máxima “La vida es lo que pasa mientras hacemos otros planes”.

–¿Y qué resolviste con esta incertidumbre del regreso?

–Disfruto la calamidad desde la creatividad y la oportunidad de visitar a los amigos. Yo soy caraqueño y tengo mi casa en el campo cerca de Caracas. Independiente del gobierno horrible que tenemos, yo necesito Caracas, mi cama, mi almohada, mi familia. Antes despreciaba la palabra resignación, pero ahora la valoro, me resigno a que no hay aeropuerto para regresar a mi país, escribo, hago videos, como también nuevos amigos. Además prefiero destapar una botellla de vino que una caja de pastillas.

Claudio es un alquimista de la cocina, hay quienes aseguran que él da las sugerencias, pero los venezolanos nos guiamos por Scannone.

“¡Cómo no extrañar la casa! Yo invito en Caracas para que canten Violeta Alemán, Gregory Antonneti, Andrés Barrios (de los Hermanos Naturales), mientras cocino y ellos ensayan. Una vez el artista plástico Jacobo Borges vivió en la casa y con mi mamá, que es una excelente cocinera. Viví lo que era pintura y hallaca: Jacobo daba trazos y mi mamá cocinaba hallacas, de los recuerdos más bonitos de la casita en la avenida San Martín”.

Él estará para la reconstrucción de Venezuela, en cuanto a eso tiene una receta: “Lo primero es un cambio de gobierno, no veo que la cocina se pare lanzando plomo, será a punta de sartén que los vamos a perseguir. Necesitamos un cambio de mentalidad, la cultura, el arte, la economía, la cocina, todo va a ser beneficiado en un cambio. Otro ingrediente importante estará en la educación, en la escuela debería haber clases de gastronomía, debe hacerse optativa, cambio de mentalidad y cambio de gobierno, a esta gente ni siquiera le preocupa si los muchachos no saben leer ni escribir”.

Claudio afirma que por primera vez lleva más de medio año lejos de Venezuela. “De lejos pero muy cerca, vivo a Venezuela como si estuviera allá. No lo siento físicamente como la gente allá, que pasa tres días sin agua, sin luz y sin gas. Venezuela tuvo una involución, vivimos al revés, ahora veo a la gente comiendo de la basura, hace 25 años la gente no comía de la basura, todavía estamos atónitos. No hemos salido de la sorpresa, ¿cómo se destruyó Venezuela? Yo creo que estos malvados se despiertan pensando en que queda para destruirlo, hundir los cuatro barcos de Conferry, dejar sin señal a DirecTV, hacernos pobres teniendo la reserva de petróleo más grande del mundo”.

Claudio no se para, ahora convirtió la gira en una serie de programas ligados a la gastronomía.

“Yo estaría ahora mismo en Miami trabajando con Amilcar Rivero y hago queso de mano con mi hijo Daniel Nazoa en Toulousse. ‘De casta le viene al galgo el ser rabilargo’. Daniel tiene el ingenio y el buen paladar del papá, nada más la receta del queso llanero está llegando a las 30 mil visitas porque el venezolano está destinado a hacer su propio queso”.

Claudio regresará a su país porque no hay forma de que viva lejos. Su oxígeno es Caracas y nadie vive sin oxígeno.

Doña Cheese

Chiste parisino típico para turistas:

Entra un turista a una quesera, acá casi una “boutique de quesos”, y pregunta: 

– ¿Qué quesos tiene? 

El quesero le responde impactado: 

– Señor por favor, en Francia tenemos 365 quesos diferentes.

A lo que el turista responde: 

– Bien, deme el queso del día.

“Conocí París en 1977. Mi hija Gaby apenas tenía 8 meses. Nació en Inglaterra. Graduada al igual que su madre en la Universidad de los Andes, estudió en la Escuela Nacional Superior de Petróleo y Motores en Francia, donde ha hecho una carrera exitosa. Su hermano Carlos (Krlos Molina Borregales, licenciado en empresas) es un apasionado pastelero, que se dedica a dictar cursos presenciales o en línea con la empresa familiar Atente-aute, que se puede traducir como ‘Espera el próximo’”. 

Quien narra es Carmen Borregales, quien en medio de la pandemia se quedó esperando el próximo viaje de regreso a Caracas: “Pensé que para mi cumpleaños, en abril, estaría con mis vaquitas, pero el confinamiento y la pandemia no lo permitieron, ahora ya no veo claro el regreso. Sigo asesorando la Planta Lácteos Santa Rosa, pero tuve que reinventarme y ahora doy clases presenciales o también vía internet”. 

Una familia típica venezolana, queridos, unidos, alegres, finalmente alquilaron un apartamento y lo acondicionaron para las clases. Impecable y bien distribuido, los apartamentos en el barrio Le Marais no funcionan para hacer un atelier de cocina.

Gaby y Krlos ya dictaban talleres de pastelería. Gaby además confecciona sombreros divertidos para quienes los quieran usar en estos talleres. Crearon una prensa para hacer quesos y algunos accesorios han sido confeccionados a mano por sus hijos. Las neveritas y las cocinas portátiles vienen ya con la sonda que no permite que pase los 38 grados para que se haga la cuajada, con el agüita que queda se puede hacer un suero criollo o bien.

Recuerda Carmen, “había una señora que se llevaba litros de suero y con eso se daba baños de larga duración, tenía la piel envidiable”. Son inseparables y también indetenibles. Se enorgullecen de dar trabajo a otros venezolanos gracias a su empresa. Sólo faltaba que la madre se instalara en París. Ahora Doña Chesse da la base para que otros hagan sus propios quesos.

Porque la vaca da para todo, quién quita que las grandes compañías de productos de belleza francesa la contraten para un spa que provenga del mundo del queso.

Su gran preocupación es Lácteos Santa Rosa, les sigue asesorando, les pide casi que a diario que “no dejen que se apaguen las máquinas, es lo más importante, si se apagan no volverán a funcionar”.

Pero Carmen está bien cuidada, con sus hijos se siente en casa, el retorno se ve muy lejos. Ella seguirá a Venezuela pero en la distancia.

Nunca le gusto la leche cruda, pero amaba las vaquitas desde muy pequeña, cuando pasaba las vacaciones en una finca de la familia y veía asombrada como cada día de la leche se hacía un cuajo que terminaría en la mesa como queso, tiene un grito de guerra, una sentencia de vida:

“Mientras haya una vaca que produzca leche, aquí estaré para trabajarla”

Madame Cacao

María Fernanda es una deidad del cacao. Con su socia francesa Chloe, Madame Chocolat, viaja para hacer chocolates “bean to bar” con amigos y colegas; dictan talleres y aprenden entre ellos. Esa es su filosofía, por algo tiene derretidos a los franceses. 

Este 2020 prometía y cumplió: ya estaban en Brasil, en el Festival en Sao Paulo, conferencias y talleres, degustación de cacaos y tabletas. Churrasco, cachaza, música y despedida. En Venezuela uno dice “chao pescao”, acá tocaba decir “chao cacao” y de vuelta a Venezuela.

Pero no fue así. En marzo, cuando ya estaban casi montados en el burro, en este caso el avión, se les dio un aviso intempestivo: “Señores pasajeros, cerraron las fronteras del país por la pandemia. Los podemos dejar en Panamá”. Pues ellas se fueron a México y en un pequeño pueblo cerca de DF trabajaron haciendo jardines, cocinando ingredientes tepoztecos y compartiendo experiencia del cacao venezolano. Llegó (de nuevo) el momento de partir, ahora a Portugal con la noticia de que un cargamento de cacao de Chuao había llegado a Europa. De inmediato se activaron en la labor de crear oportunidades maravillosas en varias ciudades: Aveiro, Porto, Santiago, Santander, Pamplona, Barcelona, Girona, Nimes, París, Seoux, Chelles. “Chuao Tour” fue una suerte de reencuentros, intercambio de aromas, llevar la ricura de las semillas y tabletas que saben a Aragua. 

Con Chloé Doutre Roussel y Patrice Chapon hacen del cacao venezolano, catalogado como uno de los mejores chocolates de Francia, se venden en sus cinco tiendas de París.

“En Chuao, Venezuela, las mujeres cosechan de la tierra, los hombres cosechan de la mar. Probar este chocolate es saborear el paisaje de las costas venezolanas de Aragua, escuchar las maracas indígenas y los tambores africanos junto a un coro de ángeles españoles y las risas de los niños, allí en el centro del pueblo frente a la iglesia, en ese patio de secado de un cacao único y supremo”.

La visita a muchos chocolateros y amigos, Tomoko y Susana, Pedro, Malala, Rosa, Joan, Victoria, Pablo, Damian, Jordi; todo el equipo y sus hermanos, Eric, Patrice, Veronique, Sandra y Nicolá; amigos, artistas, otros no tanto pero igual de entrañables, probar juntos, crear nuevos chocolates y de nuevo la sorpresa toca la puerta: la noticia de regresar a casa. Fue de un día para otro, ni lo pensó, agarró ese vuelo y celebró al llegar con una empanadita en Maiquetía. 

En estos momentos María Fernanda está con su familia, con su cacao, en el hogar. Porque al hogar siempre se regresa. 

Su corazón es de cacao. 

Entre las cosas maravillosas que cuenta esta diosa del chocolate está como todo evoluciona, tanto el cacao como las personas : “A los oponentes hoy día, les ofrezco un chocolate”.

Dicen que los viajes te hacen cambiar, ningún viaje es fortuito, Ulises dejó lejos muy lejos Ítaca, y sin embargo, en la pluma de Homero se dibuja un héroe.

María Fernanda nos demuestra que el regreso a Ítaca es siempre, posible.