El gran apagón nacional que inició el 7 de marzo de 2019 no acabó con las ganas de mantener a flote los proyectos de muchos venezolanos. Las historias que cuentan la repostera Jenny Blueth y el biólogo Enrique La Marca demuestran que la fuerza de voluntad, la honestidad y el apoyo son valores que prevalecen hasta en la crisis más profunda
Por María Fernanda Rodríguez y Alfredo Morales
Resiliencia es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”, según la define el Diccionario de la Lengua Española (DLE). Es también una palabra difícil de pronunciar, quizá en consonancia con la dificultad de desarrollar esa capacidad en un contexto tan perturbador y con condiciones tan difíciles como las que vive Venezuela.
El primer apagón nacional que comenzó el 7 de marzo de 2019 causó pérdidas materiales, humanas y de otros seres vivos. En Maracay, estado Aragua, una repostera vio reducido a cenizas su taller levantado con años de trabajo y esfuerzo. A más de 500 kilómetros de distancia, un biólogo y su equipo vieron morir a siete ranitas pertenecientes a una especie en peligro crítico de extinción, a las que cuidaban con esmero y dedicación en el único centro de conservación de anfibios de Venezuela, ubicado en Mérida.
Pero ni Jenny Blueth dejó de hacer deliciosas tortas ni el equipo que dirige Enrique La Marca dejó de conservar ranitas merideñas amenazadas de extinción. En ambos casos, el ingenio, la perseverancia y la resiliencia hicieron posible que estos proyectos continuaran, sobreponiéndose incluso a la continuidad de apagones y fallas que persisten en el sistema eléctrico nacional.
El apagón no cesó la lucha por salvar a las ranitas de Mérida
El 11 de mayo de 2018 se fundó en Mérida el único centro de conservación ex situ de anfibios de Venezuela, con el nombre de Rescate de Especies Venezolanas de Anfibios amenazados (Reva). El día que este proyecto cumplía 10 meses de fundación, gran parte del país sumaba cuatro días continuos sin electricidad. La efeméride transcurrió entre incontables esfuerzos para evitar más muertes de ranitas; siete ejemplares ya habían sofocado como consecuencia del apagón.
“El 7 de marzo estábamos en el Reva trabajando cuando se fue la luz. Pensamos que era uno de los tantos cortes que ocurren desde hace años en Mérida. Nos fuimos de allí sin imaginar lo que vendría”, confiesa Enrique La Marca, biólogo especialista en anfibios y director del centro de conservación de anfibios.
CINCO RANITAS DE MUCUCHÍES, UNA RANITA DE NIEBLA MERIDEÑA Y UNA RANITA DEL TELEFÉRICO NO AGUANTARON LA ADVERSIDAD
En la mayor parte del estado Mérida el apagón duró 111 horas continuas, es decir, casi cinco días.
Marzo es mes de sequía en todo el país y la ciudad de Mérida registra temperaturas de hasta 27 grados centígrados. Las ranitas que conservan en el Reva, endémicas y en peligro crítico de extinción, deben estar en temperaturas inferiores a los 15 grados centígrados para poder sobrevivir. La falta de electricidad impidió al equipo del centro de conservación mantener esas temperaturas, pese a incontables esfuerzos.
“Rociábamos agua dentro y fuera de los terrarios, incluso, ya en el tercer y cuarto día del apagón, rociamos en todas las instalaciones, incluidos techos, paredes y piso, con el fin de lograr bajar un poco las temperaturas gracias a la evaporación del agua”, cuenta La Marca. Pero cinco ranitas de Mucuchíes, una ranita de niebla merideña y una ranita del teleférico no aguantaron la adversidad. Murieron entre el 9 y el 12 de marzo. Otros nueve ejemplares sucumbieron posteriormente como parte de las secuelas que dejó el apagón. Los esfuerzos de La Marca y su equipo impidieron que más ranitas murieran.
La noticia de lo ocurrido en el Reva generó tristeza en muchas personas y organizaciones ambientalistas, pero también muestras de apoyo y solidaridad. El único centro de conservación de anfibios de Venezuela rápidamente empezó a ser conocido dentro y fuera del país, ganando seguidores a través de sus redes sociales (@revafrog). Organizaciones internacionales contactaron a La Marca y le ofrecieron apoyo financiero para que el Centro continuara sus labores, ayuda que permitió la adquisición de una planta eléctrica.
“Cuando cortan la electricidad recurrimos primero a métodos ideados por nosotros para mantener las temperaturas que las ranitas necesitan. No nos detenemos. En el Reva seguimos conservando y reproduciendo las especies que están amenazadas, gracias al trabajo de un equipo comprometido y al apoyo de muchas personas”, aseguró La Marca a El Pitazo, al cumplirse un año de aquel apagón nacional que desarrolló el ingenio y la resiliencia de él y su equipo.
ORGANIZACIONES INTERNACIONALES OFRECIERON APOYO FINANCIERO PARA QUE EL CENTRO CONTINUARA SUS LABORES, AYUDA QUE PERMITIÓ LA ADQUISICIÓN DE UNA PLANTA ELÉCTRICA
El fuego no extinguió los sueños en rosa de Jenny
Dos días después de que iniciara el primer apagón nacional de 2019, el taller de repostería de Jenny Blueth, una administradora que dejó las cuentas por las batidoras, quedó consumido por las llamas.
El sábado 9 de marzo, a las 7:30 de la noche, volvió la luz a Maracay con tanta intensidad que colapsó uno de los aires acondicionados del taller de Blueth. El protector de electricidad no fue suficiente para soportar el fluido eléctrico y explotó, generando chispas que se convirtieron en llamas en medio de tanto material inflamable.
Blueth vio cómo varios años de esfuerzo y mucho trabajo de ella y su esposo habían sido consumidos en apenas minutos por el fuego. Las paredes en blanco y rosa pasaron a negro intenso y los aparatos de repostería se convirtieron en amasijos de plástico y metal. La única sospecha de que allí se hacían las mejores tortas decoradas del centro del país era el intenso olor a caramelo quemado.
La chef pastelera aragüeña estaba devastada. Su ropa, siempre en tonos pasteles, era ahora oscura y negra. El luto era interno y externo.
EL PROTECTOR DE ELECTRICIDAD NO FUE SUFICIENTE PARA SOPORTAR EL FLUIDO ELÉCTRICO Y EXPLOTÓ, GENERANDO CHISPAS QUE SE CONVIRTIERON EN LLAMAS
A los días de aquella desgracia, sus seguidores en Instagram, que en ese momento eran más de 45 mil, se preguntaban por ella y sus maravillosas creaciones. Cuando tuvo valor escribió lo que había pasado. Todos lamentaron lo sucedido, pero una de sus seguidoras le escribió por mensaje privado y le propuso hacer una campaña para recuperar lo que el incendio se llevó.
La propuesta era sencilla: a través de las redes sociales se diseñaría una campaña para ayudar a recuperar el Mundo Rosa de Jenny. La estrategia consistía en que cada uno de los 45.000 seguidores en Instagram (@jennyblueth ) donara un dólar o su equivalente en bolívares para ir construyendo una base económica que le permitiría comprar materiales y utensilios de repostería.
Blueth estaba sorprendida de las muestras de solidaridad y apoyo que recibió. Después de la noticia, mucha gente le escribió y le dio una mano. Ella recuerda que siete años le llevó construir su taller y en menos de 45 minutos todo se esfumó.
BLUETH VIO CÓMO VARIOS AÑOS DE ESFUERZO Y MUCHO TRABAJO HABÍAN SIDO CONSUMIDOS EN APENAS MINUTOS POR EL FUEGO
“Con la actual crisis del país es muy difícil levantar cualquier negocio. Yo compré dos de los aires acondicionados con las tarjetas de crédito, pero eso ahora no se puede hacer. Remodelé y compré todos los implementos necesarios con dos créditos bancarios, pero eso tampoco se puede hacer”, explica la repostera.
Pero a pesar de las limitaciones económicas, Blueth se armó de valor y, con el apoyo de amigos y desconocidos, desarrolló su resiliencia y perseverancia. Comenzó a comprar nuevos equipos para hacer sus tortas y mudó el taller a su casa. Regresó a los tonos pasteles y a las tortas sabrosas y coloridas.
Sin detenerse a pensarlo mientras batía mezclas de harina, mantequilla, leche, huevos y azúcar, Blueth pasó de 45 mil a 55 mil seguidores en Instagram. Su producción también creció rápidamente, preparando un total de 170 tortas en menos de un año, tras aquel apagón.
Aunque su taller todavía no está totalmente recuperado, Blueth sigue soñando en rosa y elaborando las mejores tortas decoradas del centro del país, reconocimiento que muchos le han dado dentro y fuera de Maracay.