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domingo, 5 mayo, 2024
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Cinco voces para entender el feminismo en Venezuela

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En un país que atraviesa una emergencia humanitaria compleja, hablar de construir políticas públicas con perspectiva de género no parece tan importante como exigir suministro de agua o medicinas; pero quienes tienen años trabajando en organizaciones feministas, insisten en que las mujeres deben ser parte de la agenda pública de una nación para lograr la equidad y, además, encontrar soluciones a un conflicto político y social como el que vive Venezuela

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En Latinoamérica, durante 2017 y 2018, la palabra feminismo se comenzó a asociar con torsos desnudos, pañuelos verdes y cabellos teñidos; pero la mayoría de las mujeres de la región exigen a los Estados la garantía de derechos como la salud y la seguridad y tener capacidad para decidir en los lugares de poder.

El 8 de marzo, mientras en otros países del continente jóvenes, adultas y ancianas salieron a marchar a propósito del Día Internacional de la Mujer, Venezuela enfrentaba la primera de las tres fallas que dejó al país a oscuras durante varios días en ese mes.

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En un país cuya administración pública, universidades y colegios funcionan solo siete días en un mes a causa de los apagones; la hiperinflación -estimada para 2019 en 10.000.000% por el Fondo Monetario Internacional- destruye la capacidad de compra de los ciudadanos; el salario mínimo mensual no llega a 10 dólares frente a una canasta básica calculada en 300, según el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas); y cuyas instituciones gubernamentales y partidos políticos son liderados principalmente por hombres, la lucha feminista es diferente a la del resto de la región.


El feminicidio se tipificó como delito en Venezuela apenas en 2014


En el mundo, el feminismo va más allá del #MeToo: en la India, un grupo de mujeres desarrolló una máquina para hacer toallas sanitarias, venderlas a domicilio y generar sus propios ingresos; en Jamaica, una medallista olímpica rusa entrena a cinco niñas en nado sincronizado para que participen en los juegos olímpicos de 2020; en Colombia, 20 mujeres desplazadas a causa de la guerrilla funden 37 toneladas de armas entregadas por las Farc para crear arte; en México, una ex trabajadora sexual mantiene un refugio para 16 mujeres que fueron explotadas; en Arabia Saudí, madres e hijas compran carros y aprenden a manejar porque desde junio de 2018 les permiten estar al volante.

La palabra todavía genera rechazo, aunque la emancipación femenina y el feminismo como término que define la lucha por la participación de la mujer dentro de la sociedad en igualdad de oportunidades con respecto al hombre fueron planteados por primera vez durante la Revolución Francesa en el siglo XVIII a través de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, escrita por Olympe de Gouges.

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En Venezuela había 15.269.089 mujeres para 2015, lo que representaba 49% de la población y para el año 2020, el Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que habrá 16.265.484; en proporción se mantendrá en 49%, igual que en 2015. Las mujeres son casi la mitad de los venezolanos y, aun así, no se puede hablar de un movimiento feminista, quizás, de alcance masivo.

Sin embargo, algunas mujeres trabajan desde diferentes Organizaciones No Gubernamentales y de acuerdo con sus experiencias. Aquí, cinco voces que hablan de cuál es el estatus del feminismo en Venezuela y las razones de sus luchas.

Susana Reina

“Mujeres han sido dejadas de lado porque no son bellas, según los parámetros del empleador”

En el país de la misses, de las mujeres más bellas, de las mujeres coquetas, parece casi una obligación ser bella, flaca, esbelta y estar siempre sonriente y de buen humor y eso es lo que ha visto Susana Reina dentro de las empresas: “Mujeres han sido dejadas de lado porque no son bellas, según los parámetros del empleador, o porque no se visten bien”.

Pero, reitera, intentar cumplir con las expectativas que se tienen del rol de la mujer es agotador e impide crecer profesionalmente. Pero, además, la sociedad condena al hombre que decide quedarse en casa y hacerse cargo de los niños, la limpieza y las comidas. Desde Feminismo Inc., Reina intenta tumbar estos prejuicios que entorpecen las relaciones entre mujeres y hombres dentro de las compañías.

Las mujeres siempre han encontrado obstáculos en la carrera gerencial, pero, según Susana Reina, son obstáculos invisibles y solo los han visto las que han tenido que sortearlos. La realidad de las empresas de Venezuela es que la mayoría están a cargo de hombres. La razón: la doble jornada. Reina expone que, en función del rol que impone la sociedad, las mujeres deben desarrollarse profesionalmente a la vez que se encargan de los cuidados domésticos.


Cualquier tema que atañe a la crisis, debe involucrar a la mujer, no esperar a salir de la crisis para involucrarla

Susana Reina, directora de Feminismo Inc

La maternidad también parece una piedra en el camino, aunque muchas veces sea una decisión. De acuerdo con la Ley Orgánica del Trabajo, Los Trabajadores y Las Trabajadoras (Lottt), es obligación del empleador concederle a la madre 20 semanas de descanso luego del nacimiento del bebé, pero el papá solo tiene un permiso de 15 días. Susana Reina ve esta legislación como una razón para que los jefes y dueños de empresas prefieran emplear a hombres en vez de mujeres.

Reina cuenta que en algunos países europeos se está evaluando la posibilidad de otorgarle igual cantidad de días de permisos tanto a la madre como al padre. En Venezuela, esa discusión se ve lejana porque primero es necesario trabajar en un cambio político.

Aunque, desde que ella recuerda, el tema del género siempre ha sido relegado porque hay cosas más urgentes, ahorita, es la coyuntura política y social, pero siempre ha habido cosas más importantes. Ella insiste: “Cualquier tema que atañe a la crisis, debe involucrar a la mujer, no esperar a salir de la crisis para involucrarla”.

Evelyn Pinto

“Muchas mujeres se ‘amachan’ para poder involucrarse en la política”

Que no use faldas, que no muestre los hombros, que no se pinte el cabello de un color tan llamativo, que no sonría. Evenlyn está cansada de escuchar imperativos que buscan convertir a las mujeres que hacen política en hombres para poder tener voz. Pero ella sonríe, viste con blusas sin mangas y se atreve a bromear.

Con 28 años, Evelyn Pinto tiene una licenciatura en Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela (UCV), una maestría en Gerencia Pública del Instituto de Estudios Superiores de Administración (Iesa) y es directora de cultura de la Asamblea Nacional desde 2016; aun así, siente que siempre debe demostrar que es una mujer preparada para que confíen en ella, cosa que no pasa con los hombres: “Las políticas venezolanas debemos estar sacando el currículum todo el tiempo, como si fuera una carta de presentación. Incluso muchas mujeres se ‘amachan’ para poder involucrarse en la política”. Y dice ‘amachar’ porque a veces le parece que características como la sutileza y la sensibilidad son sinónimos de debilidad.


Las mujeres podemos aportar muchísimo porque nos hemos preparado. Además, tenemos la sensibilidad necesaria para construir políticas públicas

Evelyn Pinto, directora de cultura de la Asamblea Nacional

Tanto dentro del chavismo, que se ha denominado feminista, como dentro de la oposición, el tema o las discusiones en torno a las mujeres se limitan a la maternidad y a la familia. Las mujeres, según Pinto, están en segundo plano dentro de los partidos políticos. Desde 2015, año en que el Parlamento pasó a ser de mayoría opositora, solo una vez hubo una diputada dentro de la directiva: entre 2017 y 2018, Dennis Fernández fue segunda vicepresidenta.

De acuerdo con el artículo 3° del Reglamento especial para garantizar los derechos de participación política de forma paritaria en las elecciones de diputadas y diputados a la Asamblea Nacional, las postulaciones para las elecciones deberían tener una composición paritaria de 50% para cada sexo. Sin embargo, en la práctica, hay 85 diputadas frente a 220 diputados. Lo que se traduce en 38% mujeres y 62% hombres.

Aunque Evelyn admite que la prioridad es lograr el cese de la usurpación, objetivo planteado por Juan Guaidó como parte de la ruta para lograr el cambio político, cree que, desde ya, el Plan País debe involucrar a las mujeres: “Las mujeres podemos aportar muchísimo porque nos hemos preparado. Además, tenemos la sensibilidad necesaria para construir políticas públicas. No es una lucha de imposición, sino estratégica”.

Magdymar León

“Si no tenemos derechos sexuales, vamos a tener embarazos e hijos no deseados”

En Venezuela está bien que las mujeres hablen de maternidad, pero no de placer sexual. Para Magdymar León, psicóloga y coordinadora ejecutiva de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), el Estado promueve la maternidad, a través de programas como la Misión Madres del Barrio, por ejemplo; pero no garantiza los derechos sexuales y reproductivos procurando la distribución de diversos métodos anticonceptivos.

“Si tenemos a las mujeres para que se reproduzcan solamente, entonces no les permitimos desarrollar, ni crecer, ni producir”, asevera.

Magdymar asegura que, globalmente, se están dando grandes pasos con respecto a los derechos sexuales de las mujeres. En agosto de 2018, luego de cinco meses de debates y protestas, el Senado argentino rechazó la ley de interrupción voluntaria del embarazo, pese a la derrota, el movimiento feminista mantiene la discusión en la opinión pública.


Aquí se penaliza el aborto menos cuando la vida de la madre está en riesgo. Sin embargo, es una realidad que, sin métodos anticonceptivos, muchas mujeres abortan de forma clandestina

Magdymar León, coordinadora ejecutiva de Avesa

En Venezuela, suena utópico plantear la posibilidad de legalizar el aborto: “Aquí se penaliza el aborto menos cuando la vida de la madre está en riesgo. Sin embargo, es una realidad que, sin métodos anticonceptivos, muchas mujeres abortan de forma clandestina”.

Hay más: garantizar estos derechos implica educación sexual; atención ginecológica a adolescentes y adultas; contar con métodos de higiene -toallas sanitarias, tampones o copa menstrual-, poder para decidir qué método utilizar y cuándo ser madre; ofrecer atención médica para las embarazadas; crear y desarrollar hogares de cuidado para quienes trabajan.

Para Magdymar, la emergencia humanitaria compleja debe atenderse desde una perspectiva de género, porque, sin planificación familiar, aumentan los niveles de pobreza en un país en el que 64% de los hogares vive con menos de 10 dólares al mes, según los datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2018. “Si no tenemos derechos sexuales, vamos a tener embarazos e hijos no deseados”, insiste.

Mientras se logra una transición política, León insiste en incluir a las mujeres dentro de la agenda pública: “No vamos a esperar salir de la crisis para hablar de feminismo, más bien tiene que ser algo que suceda transversalmente; a menor garantía de los derechos de las mujeres, menor desarrollo del país”.

María Luisa Campos

“La movilidad es un derecho menos accesible para las mujeres”

La falta de movilidad se traduce en la falta de libertad en el espacio público. En Venezuela, es un derecho menos accesible para las mujeres por varias razones. María Luisa Campos, activista y fundadora de la ONG Woman Empowerment Lab (WELab), explica que las mujeres no tiene poder dentro de esos espacios para ser, hacer y estar como quieran.

La primera razón, expone, es el desarrollo urbanístico de la ciudad, porque se vuelve hostil con algunas poblaciones, como las mujeres embarazadas o que llevan a sus hijos en coches, incluso para quienes van en sillas de ruedas: “La infraestructura, las calles y las aceras no responden al rol que se espera que cumpla la mujer de usar tacones o llevar un coche; pero el patriarcado exige que seamos apetecibles y maternales”.

Otro factor que limita el traslado de la mujer dentro de la ciudad es la deficiencia del transporte público, que, si bien afecta a todos los ciudadanos por igual, María Luisa explica que los hombres, por tener mayor capacidad económica, tienen más probabilidades de adquirir algún medio propio, como una moto.


La movilidad es acción, si no tenemos capacidad de acción, si no podemos cumplir con la intención que tenemos al salir al espacio público, no tenemos libertad

María Luisa Campos, fundadora de Woman Empowerment Lab (WELab)

En Venezuela, según la activista: “La ausencia de movilidad responde a una crisis social y política, ocasionada por un régimen que coacciona el lugar de los ciudadanos en las calles, en las protestas; pero también en las noches, por la falta de alumbrado, en el día al tener atropellado los métodos de transporte tradicionales”. Por lo que plantea trabajar en un cambio político a la vez que mantiene su lucha dentro la agenda feminista.

En el espacio público, las mujeres se exponen al tener que esperar en las paradas de autobuses, sobre todo luego del atardecer, por la falta de alumbrado público y al caminar en calles solas o en las que hay locales como licorerías, que concentran grupos de hombres. De acuerdo con la fundadora de WELab, al no garantizarse la movilidad, también se violan los derechos al trabajo, al estudio y a la recreación y eso es responsabilidad del Estado.

Su lucha busca una sociedad equitativa, por lo que insiste en que el feminismo no es un capricho, como tampoco lo es exigir una ciudad que les permita a las mujeres moverse y desarrollarse libremente: “La movilidad es la expresión máxima de la libertad. La movilidad es acción, si no tenemos capacidad de acción, si no podemos cumplir con la intención que tenemos al salir al espacio público, no tenemos libertad”.

Fernando Aranguren

“Muchas mujeres llegan a las cárceles como consecuencia de la violencia de género”

Fernando Aranguren, miembro de la asociación civil Hombres por la equidad y la igualdad, cree la violencia de género es promovida, principalmente, por el Estado, porque las denuncias no son atendidas y las instituciones gubernamentales carecen de credibilidad. “Muchas mujeres llegan a las cárceles como consecuencia de la violencia de género. Son víctimas que se defienden de sus agresores y las condenan a 10 o 15 años, pero no se revisan los casos”.

Precisa que la violencia de Estado ha aumentado durante los últimos 20 años, pese a que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se han definido como feministas. El activista considera que la mujer, dentro del oficialismo, se ha utilizado como una figura de propaganda, pero sus derechos han disminuido. Incluso, cree que organismos como el Banco de la Mujer y el ministerio para la Mujer y la Igualdad de Género son excusas para ideologizar a la población, pero no son espacios seguros.


Hay que dejar de hablar del heroísmo fundamentalmente de los hombres y comenzar a hablar de ciudadanas y ciudadanos que construyen, entre todos, la sociedad

Fernando Aranguren, activista de Hombres por la equidad y la igualdad

El feminicidio, que se entiende como la forma extrema violencia de género, causada por odio o desprecio a su condición de mujer, se tipificó como delito en Venezuela apenas en 2014 a través de Ley Orgánica por el Derecho de las Mujeres a una Vida libre de Violencia, en la Gaceta Oficial número 40.548. El Ministerio Público ha publicado casos de feminicidios únicamente durante 2015, cuando registró 121 asesinatos. De acuerdo con informes de las organizaciones Centro de Justicia y Paz (Cepaz) y el Observatorio Venezolano de los Derechos de las Mujeres, Venezuela está entre los 15 países con más feminicidios en el mundo.

La violencia, según Fernando, no es solo golpear; es excluir, humillar, gritar, acosar, subestimar. Insiste en trabajar por la equidad de género desde los colegios y asegura que se debe educar a la sociedad con respecto a las luchas de las mujeres; el movimiento feminista en Venezuela tiene cerca de un siglo, aun así, se sigue hablando de héroes: “Hay que cambiar el lenguaje y la forma en cómo se narran las historias. Dejar de hablar del heroísmo fundamentalmente de los hombres y comenzar a hablar de ciudadanas y ciudadanos que construyen, entre todos, la sociedad”.

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