La inclusión comienza cuando se rompe la barrera de la comparación y se trabaja para informar acerca de las posibilidades de adaptación que posee cada individuo. El Pitazo relata cómo cuatro venezolanos convirtieron una discapacidad en una fuerza movilizadora

Las personas que han sido diagnosticadas o nacieron con una condición diferente no quieren ser reconocidas únicamente por una etiqueta de discapacidad, porque existe una delgada línea diferenciadora entre la incapacidad y ser capaces. Indudablemente, ellos son capaces, independientes y admirables por cada desafío que deben superar, algunos desde muy pequeños.

Cada 3 de diciembre, desde 1992, se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad para visibilizar sus aptitudes y lograr, en un futuro no muy lejano, que la sociedad no establezca limitaciones por una diferencia en su mayoría física o motora, pues en el “mundo de los regulares también hay limitaciones. Ellos tienen unas y nosotros tenemos otras”, asegura Ignacio Márquez, director y cineasta venezolano, que ha trabajado por más de 20 años con la comunidad Down.

La inclusión comienza cuando se rompe la barrera de la comparación y se trabaja para informar acerca de las posibilidades de adaptación que posee un atleta paralímpico, un artista plástico, un académico, un político o un luchador social para contribuir al crecimiento del país. El Pitazo te cuenta cuatro historias de venezolanos que han convertido una discapacidad en una fuerza movilizadora:

Leonardo Morales
Yo era como un trapo

La poca movilidad de sus extremidades y dificultad para hablar nunca fueron un inconveniente para el desarrollo social, académico y laboral de Leonardo Morales, un licenciado en Comunicación Social egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) en 2021, que convirtió su pasión por el periodismo deportivo, específicamente la pelota criolla, en un impulso para convertirse en un profesional todo terreno.

“De pequeño no me movía. Mi abuelo dice que yo era como un trapo, donde me ponían así me quedaba. No hablaba, no hacía nada”, así fueron los primeros meses de vida de Leo o Leíto como lo conocen los ucabistas. En el Hospital Miguel Pérez Carreño, ubicado en el sector La Yaguara de Caracas, le dieron nombre por primera vez a su condición: parálisis cerebral mixta.

Con ayuda de una terapista mejoró los movimientos de su cuerpo y el habla, incluso la especialista del lenguaje le recomendó una vez a su mamá “ponga a ese muchacho a decir groserías, así aprenderá a hablar rápido”. Entre risas, confirmó a El Pitazo que esa solución sí fue de ayuda, con 15 años de tratamiento superó las predicciones de los médicos, quienes en él no veían un futuro alentador.


No hay límites. “Hago todo lo que me gusta, trabajo, escribo de deportes y he logrado ver a jugadores de los que soy fanático

Leonardo Morales, periodista deportivo

La primera entrada a quirófano fue a los 10 años por un triple alargamiento de tendones en cada pierna, es decir, seis operaciones en una misma intervención. Recuerda el dolor que sentía desde el tronco hasta los pies, ir al baño era complicado y dormir peor. No obstante, cada esfuerzo por volverlo una persona independiente no fue en vano.

Curiosamente, su paso por una institución para personas especiales, como él llama, no estuvo del todo bueno. ‘‘Comencé a copiar lo que veía, lo malo de las discapacidades. Me quedaba ido, me limitaba a la discapacidad. En vez de avanzar, retrocedía’’. Cambiarlo a un colegio convencional hizo que tuviera seguridad, no tuvo problemas para adaptarse, consiguió amigos y no sufrió bullying. Sin duda alguna, las decisiones de la familia fueron acertadas en todo momento.

En la actualidad, cubre los partidos de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (Lvpb) y tiene como meta conocer a Pablo Sandoval, grandeliga venezolano que juega en el Magallanes. Leonardo cree en la evolución de las personas, cree en él y en que nada es imposible. No hay límites. “Hago todo lo que me gusta, trabajo, escribo de deportes y he logrado ver a jugadores de los que soy fanático”, cuenta con orgullo.

Lisbeli Vera:
El poder de las palabras

Lisbeli Vera, de 20 años, es la primera atleta venezolana en ganar tres medallas en unos juegos paralímpicos. La zuliana llegó a Tokio 2020 con una maleta llena de sueños y una historia de superación enmarcada en el bullying del que fue víctima en su etapa escolar.

La deportista, que hoy por hoy es conocida por su alto desempeño en el atletismo, relató a El Pitazo que haber nacido sin una parte de su brazo izquierdo nunca la hizo sentir limitada, pero en el colegio, específicamente en primaria, fue el foco de comentarios hirientes, “algunos no notaban el daño de sus palabras, no sabían cuánto me afectaba”.

“Me decían que me faltaba un brazo…”. Los niños y niñas desde los cinco o seis años se esforzaron en recordarle cada día su condición, hasta el punto de hacerla querer aislarse. No contemplaban el poder de las palabras, pero la fortaleza de Lisbeli era superior. Los ataques, peleas y comentarios los transformó en motivación para dejar de lado el pensamiento de discapacidad.


No somos incapaces, siempre debemos tener la frente en alto

Lisbeli Vera, triple medallista paralímpica

El apoyo de la familia fue fundamental, de no ser por ellos no habría superado cada tropiezo. A los 10 años tuvo un accidente automovilístico, quizás fue la primera vez que sintió temor a perder el sentido de su vida, se quebró el fémur izquierdo y apenas estaba incursionando en el atletismo. “Eso me afectó bastante, pensé que no volvería a caminar. (…) Las buenas energías de las personas que me rodean fueron las que me sacaron adelante”, asegura.

La medallista está consciente de que el 3 de diciembre es una fecha especial, pero quisiera que tomaran en cuenta a las personas con discapacidad cualquier día, que estuvieran presentes en todo. “Todos somos iguales, así como las personas sin discapacidad”.

En un futuro se ve formando una familia con las enseñanzas que le inculcaron sus padres y abuelos, donde sus hijos puedan perseguir sus sueños sin prestarle atención a terceros. “No somos incapaces, siempre debemos tener la frente en alto”, sostiene la zuliana.

Jesús Arana:
Una cajita de pandora”

Hay personas que nacen siendo fuertes. Jesús Arana, comunicador social egresado de la Universidad Bicentenaria de Aragua, núcleo San Fernando de Apure, en 2021, es el ejemplo clave de perseverancia, pues nació de manera prematura con 27 semanas de gestación, con afección en los bronquios y con discapacidad visual por su apresurada llegada a los brazos de su madre, Nancy Espinoza.

El riesgo de que muriera con pocas horas de haber salido de su vientre era alto, pero su progenitora no sintió en ningún momento que lo iba a perder, a pesar de que le advirtieron que “los niños prematuros eran una cajita de pandora”. Jesús fue un niño muy deseado, la familia no iba a permitir que partiera tan rápido del plano terrenal. Con cercanía, cantos y calor maternal superó el diagnóstico y, hoy, con 21 años de edad tiene su propio programa radial en Futuro 92.9, la emisora en la que jamás creyó formaría parte.


Nosotros nos complementamos, hay cosas que podemos hacer y ustedes no

Jesús Arana, periodista apureño

La falta de visión no ha sido una limitante para él, ni siquiera para jugar con consolas. “Juego con una PS2 y cuando tengo la oportunidad asisto a una sala de juegos; soy un cliente fijo. Aprendo las posiciones de los personajes y los comandos del control. Del 1 al 10 soy un 6/2 jugando”, expresa con orgullo el también periodista deportivo.

Gracias al acompañamiento de su mamá, quien es maestra y creó alternativas didácticas para que aprendiera en braille desde polinomios hasta elementos químicos, se ha convertido en un hombre integral, independiente.

Jesús es un profesional brillante y carismático que no teme a los riesgos, por eso se esfuerza en promover la equidad entre todos los miembros de la sociedad. “Nosotros nos complementamos, hay cosas que podemos hacer y ustedes no”. Claro, reconoce las limitaciones con las que visualmente lidia día a día, pero no la percibe como una discapacidad sino como una condición.

Ignacio Márquez:
Trabajar con ellos fue “amor a primera vista”

El arte de caracterizar personajes en teatro y en cine se vincula con explorar la imaginación a través del juego, y el universo Down manifiesta total entrega al plantearles una situación para interpretar, reseña Ignacio Márquez, director y cineasta venezolano, quien ha trabajado desde hace 21 años con la fundación Apoye, creada en el 2000.

El interés por esa comunidad comenzó cuando apenas tenía 12 años de edad, cursaba sexto grado de primaria, dado que su profesor daba clases en un instituto especial, y con su experiencia le sembró internamente la pasión por visibilizar las capacidades de estas personas que la población desconoce por el tono de lástima y el “pobrecitos” con el que son tratados en la cotidianidad. “Cuando empecé a trabajar con ellos fue amor a primera vista, mutuo, de ida y vuelta’’, expresa el director del largometraje “Especial”.


En el mundo de los regulares también hay limitaciones. Ellos tienen unas y nosotros tenemos otras

Ignacio Márquez, director y cineasta venezolano

La autonomía e independencia de ellos no solo en el escenario teatral, sino en otras actividades de su vida, depende de la disposición que tengan los padres a soltarlos, algunos no estarán dispuestos, pero es importante que les permitan explorar actividades sin condicionarlos a lo que pueden o no ser capaces.

Aunque exista una fecha para conmemorar a las personas con discapacidad, Ignacio considera que en un futuro cercano la gente debe aprender a incluirlos de manera natural, sin exclusión, en áreas laborales y sociales.