Un muchacho menos por fuera es una víctima menos

128

Es sabido que en el período que va de los tres a los cinco años, los niños aprenden como esponjas, es una edad ideal para aprender y durante la cual se ponen las bases de muchos elementos que luego servirán para seguir adquiriendo habilidades, destrezas, etcétera. Por eso en países del primer mundo, en los cuales la educación tiene mucha importancia, la educación inicial se protege, se invierte en esa etapa, se procura que nadie quede fuera.

Sabiendo lo anterior, los datos aportados por la última presentación de la Encovi,—esa encuesta liderada por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) y que se realiza desde el 2014—, difundidos al público el pasado 29 de septiembre, tienen que ponernos a pensar, preocuparnos y ocuparnos. En realidad, no solo los datos sobre la educación del país, sino todos los datos obtenidos por esa encuesta hecha a cerca de 17.000 hogares, tienen que ponernos a correr para evitar daños mayores. Por cierto, no lo hacen quienes toman decisiones en Venezuela.

En la introducción al acto, el rector de la Ucab, el padre José Virtuoso, apuntó que ni el Estado ni los sectores políticos les prestan mucha atención a los resultados de la Encovi. Los educadores y toda la sociedad organizada sí tenemos que prestar atención porque son como una alerta roja.

Me detengo en algunos de esos datos preocupantes. En general, la situación de la mayoría de los venezolanos ha empeorado: la pobreza de ingresos se ubica en un 94,5%, y la pobreza extrema, esa que supone que la familia es incapaz de comprar los alimentos básicos, subió a 76,6%. Si recordamos que los derechos humanos son interdependientes, esta situación influirá en la salud y en la educación, por mencionar dos derechos fundamentales.

La Encovi habla de la pobreza multidimensional, esa que afecta el acceso a servicios básicos, a la vivienda, educación… Esa ha crecido también. Todo eso en coherencia, digo yo, con nuestra Emergencia Humanitaria Compleja.

Ha caído el empleo formal y ha crecido el empleo precario: el 57% trabaja en condiciones precarias. El ciudadano, dado los bajos salarios, no tiene estímulo para trabajar. Y yo me permito añadir que los bajos salarios, las pocas ofertas de empleo en los que los estudios formales sean considerados para la remuneración, también se vuelve un desestímulo para la educación. Como anécdota cuento que en colegios de Fe y Alegría de la frontera hay alumnos que les dicen a los profesores que comerciando con gasolina, con pimpinas, en un día pueden ganar lo que ellos ganan todo el mes dando clase.

En cuanto a la educación, los datos de la Encovi nos dicen que ha crecido la inequidad. Cuando vemos cuáles son las etapas en las que ha bajado más la inscripción, la educación inicial (de 3 a 5 años) y la educación universitaria (de 18 a 24 años) son la más afectadas por esa reducción de alumnos. La cobertura educativa ha bajado en 5 puntos: son 550.000 alumnos menos inscritos en el 2021. ¡Mucho muchacho por fuera! Y les digo, cuando un chico no cursa educación inicial, se hace cuesta arriba que pueda con el primer grado, a menos que tenga ayuda extra, refuerzo para iniciarse en la lectura, en el pensamiento lógico y, además, en los hábitos que se adquieren en esta etapa. También reportan los datos una movilidad de la educación privada a la pública, y dada las debilidades de esta, podemos entender que los investigadores de la Encovi hablen de chicos en el limbo.

Según la encuesta, solo el 35% de los estudiantes utilizó plataformas on line debido a la falta de equipos y la mala conectividad; 45% utilizó materiales escritos, pero dado que estos son costosos, se apeló a carteleras en las puertas de las escuelas, copias en los cuadernos… Un dato interesante es que solo un 3% y un 2% se apoyó en clases por tv y radio. ¿Y no era la TV educativa el proyecto estrella del Ministerio del Poder Popular para la Educación (Mppe)? Un 59% utilizó celulares inteligentes para sus clases a distancia. Las madres, en un 78%, fueron las acompañantes de los estudiantes en los hogares. ¿Y dónde están los planes de apoyo para formar a esas madres para que puedan cumplir con ese papel?

La principal necesidad para la educación a distancia que apuntan los encuestados es la de internet y equipos (62%) y, dato interesante también, señalan la necesidad de mejor orientación para las exigencias de las tareas. Este dato se convierte en un llamado de atención para los educadores.

El PAE, el programa de alimentación escolar, sale muy mal parado. Solo un 19% de la población infantil contó con el programa, y de ese porcentaje, solo un 14% lo recibió diariamente. Si recordamos cuanto ha crecido la pobreza extrema, comprenderemos que hay mucho escolar pasando hambre, y la letra con hambre no entra.

Volviendo a la cobertura, no es igual el acceso de los más más pobres que el de los menos pobres o los no pobres. En las edades entre 3 y 5 años, los no pobres, estudia un 74%, un 66% de los pobres y solo un 58% de los de familia de pobreza extrema. En la etapa de la primaria —los porcentajes son de 99%, 96% y 95%, respectivamente— está menos desigual la cobertura; en el bachillerato, los porcentajes son 90, 88 y 83; y en la universidad, 40, 23 y 15. Digan ustedes si esta educación no está reproduciendo el círculo de la pobreza. La refuerza: los más pobres estudian menos.

Ni usted ni yo administramos recursos públicos. Tampoco somos ministros, pero algo podemos hacer para llamar la atención sobre esta educación en emergencia: exigir mejores políticas públicas para que el derecho a la educación sea garantizado a todos, especialmente a la población más vulnerable.

También podemos apadrinar a niños, sobre todo en edad de educación inicial, para que puedan tener su inscripción, su lápiz y cuaderno, su merienda… Un muchacho menos por fuera es una víctima menos. Conozco gente que está realizando acciones parecidas. Podemos hacer sin dejar de exigirle al Estado que cumpla con sus obligaciones. Lo que no debemos permitirnos es sentarnos a esperar que el maná venga del cielo. Niños sin educación son niños sin presente y sin futuro. Jóvenes fuera de las universidades son una hipoteca de su presente y del futuro del país.

Agradecemos a la Ucab estos datos de la Encovi porque nos abren los ojos y nos ayudan a concentrar nuestros esfuerzos como ciudadanos interesados en el bien común.

LUISA PERNALETE | @luisaconpaz

Educadora en zonas populares por más de 40 años. Utiliza el sentido del humor como herramienta pedagógica.

El Pitazo no se hace responsable ni suscribe necesariamente las opiniones expresadas en este artículo.