Tres grandes recuerdos del 2021

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Este año ha sido el segundo después de la pandemia. Las repercusiones económicas y sociales han estado muy marcadas por un virus que no da signos aún de desaparecer, aunque en las últimas semanas hayamos tenido noticias esperanzadoras. En política, la cuestión ha sido un poco diferente, aunque claro que los temas de salud pública han sido el día a día de presidentes y primeros ministros, pero la verdad es que las tendencias electorales ya venían persistiendo al menos desde 2016. Pasemos a revisar qué es lo que probablemente remarquen los libros de historia sobre el 2021.

¡Queremos cambios!

En cuestión de política y elecciones, muchas sociedades piden cambios a gritos. Las formas y hasta el fondo nos parecen ya obsoletos y eso es una buena noticia. En muchos países latinoamericanos las sociedades se decantan por nuevas caras y nuevos partidos. Y aunque ya Estados Unidos había marcado la tendencia desde la elección de un verdadero outsider, Donald Trump, otros países han manifestado los mismos signos de hartazgo.

En México triunfó un partido recién creado, aunque su candidato era ya bien conocido. El Morena de Andrés López logró acabar con el bipartidismo acostumbrado entre el PRI y el PAN. En Perú eligieron a un profesor rural totalmente desconocido en la política, frente a una titán de la política peruana, con una penosa historia bien conocida. En Chile no solo decidieron darse una nueva constitución, sino que eligieron a dos candidatos atípicos. Los partidos tradicionales no lograron mantener la atención de los votantes y más bien quedaron relegados a un cuarto y quinto lugar, según los resultados electorales.

Pero no todo es bueno. A veces buscar nuevas opciones conlleva el grave riesgo de poner mucho poder en manos de gente peligrosa. Nadie hubiese pensado que Donald Trump terminaría organizando un asalto al Congreso estadounidense a la vista de todos, o que Amlo atentaría contra la independencia de poderes en México. Tampoco debe entenderse que es preferible “malo conocido que bueno por conocer”, pero sí conviene que en ningún caso las sociedades democráticas den a los nuevos presidentes unos congresos complacientes.

Colectivismo o individualismo

La pandemia ha sido un reto para toda la humanidad, y todos los elementos de la sociedad se han tenido que adaptar a una nueva realidad. La sociedad global ha intentado dar respuesta a preguntas que hace dos años nadie se hacía y el debate social no se ha hecho esperar. Desde los que niegan la existencia del virus hasta los que piensan que vacunar a absolutamente toda la población es la única solución, expresan hoy sus ideas radicales en las redes sociales.

El debate de fondo es: ante un problema común ¿debamos esperar que cada quien resuelva su propia situación o debemos unirnos todos a favor de la única solución imaginable? No es fácil deducir la respuesta. De hecho, es la gran pugna, la más filosófica, entre liberales y comunistas. En todo caso, parece que el destino ha dictado un tiempo fuera en este asunto, y como apuntan algunas investigaciones, la pandemia encontrará su propia remisión dentro de poco, sufriendo mutaciones que la harán más adaptable al ser humano y menos peligrosa. Quizá dentro de poco sea solo un virus más.

Millonarios al espacio

La humanidad no solo se ha desarrollado abrumadoramente en el último siglo, sino que lo hace de forma cada vez más acelerada en términos de generación de conocimiento. Una hora actual puede superar lo que antes demoraba un siglo. Pero así como lo hace el conocimiento, el capital también aumenta sin frenos, produciendo una pequeña pero poderosa clase de ultramillonarios. Estas personas, que en algunos casos han surgido de la clase media, han logrado establecer imperios económicos globales con niveles de ganancias que a veces superan a la imaginación. Pero el dinero no es solo ceros en cuentas bancarias, sino que también es poder. Una diversidad de empresas, como Amazon, Meta o Google, generan mucho más dinero al año que decenas de países en el mundo, pero a diferencia de los Estados, estos recursos son usados solo por sus dueños.

Space X, Blue Origins y Virgin Galactic han empezado una carrera entre millonarios por conquistar los viajes espaciales, un reto solo comparable con el descubrimiento de todo un nuevo continente en el siglo XV. Solo que en esta oportunidad los exploradores no tuvieron que recurrir a la financiación de los Estados, sino que ellos mismos han podido materializar sus sueños. Pero queda una inquietud: ¿qué otras acciones harán en el futuro estos multimillonarios que solo encuentran límites a sus sueños dentro de su propia imaginación?

Moisés Chocrón Fernández | Twitter: @chocterapia
Internacionalista y oficial retirado de la Armada

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