LOS PITAZOS DEL DIRECTOR
Por: César Batiz
El 21 de noviembre la primera mirada al mapa daba la idea de una arrase oficialista, logrado en una elección en paz y con pocos reclamos sobre los resultados dictados desde las mesas de votación. Claro, aún faltaba por ver lo que ocurrió en alcaldías y concejos municipales donde, pese a la ventaja del Psuv, el arrase tomó otros decibeles en el acento de la palabra.
Esos y otros aspectos dieron aval a Nicolás Maduro, sobre todo a los ojos del análisis internacional, para sentarse en una nueva ronda de negociación en México; con más fuerza. Lo ubicaron también en el camino de lograr una mejor relación con países de la Unión Europea. Pero por un Chávez, Argenis, por evitar la derrota oficial del hasta hace dos domingos gobernador de Barinas, Maduro pierde.
La decisión de este lunes de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que obliga a detener el reconteo de los votos para determinar quién será el nuevo gobernador de Barinas, aunque sin duda perjudica a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y al abanderado de la coalición de partidos, Freddy Superlano, también es un autogol para las aspiraciones de Maduro de ganar la legitimidad internacional, perdida desde las elecciones presidenciales de mayo de 2018.
Desde que Juan Guaidó y el gobierno interino apareció en escena, con el reconocimiento inicial de más de 60 países, Maduro ha quedado como el no querido, al que pocos invitan a las fiestas y sobre quien, además, en este momento pesa la amenaza de un proceso en la Corte Penal Internacional.
Luego del error del 30 de abril de 2019, con aquella asonada militar que no pasó de una triste escena de un guacal de cambur, con las lamentables detenciones de algunos presuntos responsables, el exilio de unos y el silencio de otros, el oficialismo comenzó su ofensiva para recuperar la legitimidad internacional y con ello la administración de empresas como Citgo y del oro en Londres.
Ante cada intento se ha encontrado con una muralla que dice: Maduro, solo pasarás si haces elecciones libres, justas y transparentes.
Para dar la idea de que ese era el camino, primero, en enero de 2020, surgió la fracción de los diputados disidentes de la oposición, quienes recibieron la dirección de los partidos y el apoyo del Psuv para lograr la presidencia de la Asamblea Nacional, en un acto al cual no dejaron entrar a Guaidó y a otros legisladores nacionales.
La mayoría de los respaldados por los oficialistas fueron los mismos que viajaron a Europa y Colombia en búsqueda de indulgencia para el empresario colombiano Alex Saab, hoy preso en EE.UU., acusado de lavado de dinero.
Segundo, la faena continuó con el proceso comicial del 6 de diciembre en el cual el oficialismo, sin competidores serios, repartió los curules de la Asamblea Nacional al punto de que, en una maniobra incomprendida, Luis Parra (exPrimero Justicia y ahora de la Alianza Venezuela Unida), terminó como candidato de la lista nacional y, por lo tanto, con la acreditación como diputado, pese a que originalmente no tenía un puesto en ese listado.
Parafraseando el informe de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea, para este proceso electoral del 21 de noviembre las condiciones mejoraron, aunque se observó el uso de recursos públicos sin que el CNE sancionara a los responsables, así como la falta de independencia judicial y el irrespeto al Estado de Derecho que afectaron la igualdad de condiciones, la equidad y la transparencia de las elecciones.
Precisamente, la decisión de la Sala Electoral del TSJ de este lunes 29 de noviembre, a solicitud de uno de esos diputados disidentes de la AN, Aldolfo Superlano, quien antes viajó en defensa de Saab, revela la falta de independencia judicial y el irrespeto al Estado de Derecho advertido por la Misión Europea. De allí que Maduro pierde el pequeño, pero valioso, terreno ganado en el camino a su aceptación internacional.
En definitiva, un Chávez, Hugo, aquel que tuvo una opinión “firme, plena como la luna llena” sobre que Maduro debía ser electo presidente, le dio el poder con la venia de Fidel Castro (lean Chávez a la hora y en la hora de su muerte, de Juan Carlos Zapata).
Otro Chávez, Argenis, el exministro y casi exgobernador, hoy auxiliado en las horas menguadas de su poder político en Barinas, provoca un retroceso en la intención de Maduro de mejorar la imagen internacional y ganar aceptación.
No perdamos de vista que Maduro requiere la normalización de sus relaciones con la Unión Europea, Canadá y EE.UU. para negociar las sanciones y lograr mejorar la economía y los servicios públicos. Esto debe ocurrir antes de una posible campaña electoral presidencial en 2024.Todo parece indicar que Maduro llegará a ellas sin garantías de ser realmente el abanderado del Psuv.
CÉSAR BATIZ | @CBatiz
Periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo.