No se vale este arrebatón del Centro de Arte Lía Bermúdez

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ENTRE VOS Y YO

Marlene Nava Oquendo

El zarpazo ocurrió justo una semana después de la derrota chavista.

El deteriorado rostro de un exfuncionario daba cuenta en las redes sociales de la decisión sobre el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (Camlb). Que, hasta ese día, había sido el corazón cultural del Zulia y ahora pasaba a manos del Gobierno central. Su risa era socarrona y cruel.

Omar Prieto debió de pasar muchas noches en vela para urdir una venganza contra todos los zulianos. Y parece haberlo hecho con premeditación y alevosía, amén de su tradicional torpeza. Por ese instinto primitivo del mal, el gobernador derrotado se barruntó que el sentimiento de arraigo del pueblo zuliano en su centro de arte iba a ser detonante para levantar ronchas. Tenía razón. Rodrigo Cabezas, que no es zuliano pero solía parecerlo, se apresuró a denunciarlo. Inmediatamente, por efecto dominó, germinaron reacciones en cadena desde diversos sitios del mundo. Las redes explotaron con argumentos, protestas, insultos, amenaza, impotencia, dolor. Le habían tocado el alma al zuliano.

Omar Prieto y sus acólitos probablemente sabían de antemano que era este un acto írrito, susceptible de ser revertido o anulado. Como ahora dictaminan juristas zulianos partiendo de los estatutos de la propia institución.

A lo largo y ancho de las décadas transcurridas, pescadores del malecón, ancestrales buhoneros, comerciantes, piragüeros, caleteros, obreros, navegantes, militares, transeúntes… sintieron el latido que se desprendía de este edificio, modelo de un estilo que, de pie, ocupa el espacio desde 1931.

El Camlb, como se le conoce popularmente, en su tiempo fue un monumento a la modernidad con sus hierros traídos de Inglaterra y ensamblados por el genio de León Jerome Höet, ingeniero belga que se movía por la ciudad calzando bahareques con herrajes mientras la sembraba de poemas de concreto. Tan imbricado a la vida urbana estuvo desde su nacencia mercantil.

Maduro dijo no. Pero aún con las tablas en la cabeza, Prieto maniobró con una nueva fórmula antes de la proclamación del nuevo gobernador, Manuel Rosales. Mañoso, como zorro viejo, se apresuró a reunirse con las autoridades de Corpozulia. Y ¡bingo! Cuadró su gesta retaliativa. Se desconoce el trámite realizado. Fuera del entorno íntimo de la corporación no hay quien dé testimonio del documento suscrito. Corpozulia se limitó a una publicación oficial en la que anunciaba el nombramiento de un nuevo director, avalado por una sobresaliente cartera de logros académicos y profesionales. Claro, totalmente afecto a credos y haceres de sus empleadores.

En las vecindades del lago de Maracaibo, amorochado con otro centro de acopio y expendio de mercancías conocido como el Mercado del Lago o de Los Buchones, nació esta edificación destinada a sustituir el viejo mercado que sucumbió víctima de un incendio. Allí se abrazó al bullicio del puerto, a las levas y los amarres, a los gritos desde lago adentro, al sol, al viento, a las piraguas zarpando y al silbido de la sirena madrugadora, a las sístole y diástole del corazón maracucho.

Se erigía entonces como el Mercado Principal de la ciudad. Era puente entre el marullo de su lago y la algarabía de su plaza. Y fue asunto de inspiración para infinidad de artistas. Antonio Lauro compuso desde este alboroto nuestro de cada día su vals El marabino. Y Jesus Soto, en remembranza de las cálidas aguas maracuchas, urdió el penetrable de azules y verdes que escolta la entrada del Centro de Arte.

Es en los años setenta cuando debido a la remodelación de la zona, ante el surgimiento de la avenida Libertador, el mercado —ahora abandonado— se separa de la orilla y del malecón. Una avenida lo vincula a los planes de desarrollo en boga. Pero el abandono lo invade.

Es entonces cuando Lía, bajo su prisma de creadora, se deja llevar por el sueño de un inmenso centro de acopio y divulgación de cuanta manifestación se produjera en el estado. Y con esta bandera caminó por años y años largas sendas. Hasta que en los noventa Gilberto Urdaneta Besson siendo gobernador la escuchó y empezó a apoyarla. José Antonio Abreu, el fundador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, se quitó el sombrero ante el proyecto. Y manos a la obra.

Es así como el 16 de octubre de 1990, el primer Gobierno regional electo por el pueblo del Zulia dictó el decreto número 177-A con la firma de su titular, Oswaldo Álvarez Paz, para constituir la fundación en la que «se reconoce al Estado Zulia como iniciador fundador y creador de la entidad que se denomina Fundación del Estado para el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez».

Lía fue una artista que llegó a Maracaibo para quedarse. Y para sembrar este estado de hijos, conocimientos y esculturas a cielo abierto y a granel. Por más de sesenta años, Lía formó su hogar y su vecindad por estas calles.

En incansable gestionar, sin prisa pero sin pausa, Lía contribuyó a generar cultura regional y a universalizar al Zulia como pueblo culto y diverso: las bienales Barro de América; una permanente lucha por el saneamiento del lago de Maracaibo y toda su obra pedagógica, calle afuera, en la plástica, la música, la poesía, la danza, el cine, la gastronomía y toda otra faceta de la cultura. “Todo con una eficiencia y autogestión heroicas, cuya negación sería tan impresentable como el despojo que se pretende materializar”, como afirma Vícor Hugo Márquez en el pronunciamiento suscrito por la Academia de Historia del estado Zulia. Que actualmente lleva la voz cantante en el coro de protestas zuliano.

Desde entonces, desde sus comienzos, la institución fue creada bajo la protección de sus propios códigos, sujetos, por supuesto, a las leyes vigentes. Así, la Gobernación del estado figura como su tutor legal principal, según el mismo decreto 177-A. Y su intención fundacional inserta en las reglas estatutarias (artículo 7 de los estatutos) algunos parámeros definitorios: su organización es la de una composición multiinstitucional re-gio-nal.

Así concebida en su acta fundacional, de sus nueve directores, siete son estrictamente regionales, a saber: un presidente y un director por Gobernación del estado; un director por la Asamblea Legislativa (hoy Consejo Legislativo); uno por la Alcaldía de Maracaibo; uno por la Universidad del Zulia; uno por la Cámara de Comercio de Maracaibo y, finalmente, uno por la Sociedad de amigos del Camlb. Los otros dos son representantes de Conac y Pdvsa. Que en su tiempo fueron invitados a formar parte de la estructura.

Esa abrumadora mayoría de organismos públicos regionales, más el domicilio y los modos de obtener recursos patrimoniales, constituyen pruebas irrefutables de que la intención fundacional fue crear un patrimonio público de índole regional, tal como funcionó por más de 20 años.

Y bajo esta modalidad funcionó con éxito desde 1990 hasta 2018: el Camlb llegó a tener más de 1.100 actividades anuales, fue sede cuatro veces de la edición Bienal Barro de América —que permitió, con el apoyo del Ministerio de la Cultura, reunir artistas y sus creaciones desde el Canadá hasta la Patagonia—, declarado Centro Unesco (único en el Zulia ), miembro fundador de la Red de Centros Culturales de América y Europa y primera institución venezolana miembro de la Red Cultural Mercosur.

Pero además, el Camlb fue un modelo del proceso de descentralización que se gestaba en el país en busca de una mayor equidad. Y hasta ahora, todos los gobiernos de las llamadas “cuarta” y “quinta” República habían respetado su acta constitutiva y sus estatutos.

No obstante, en estos últimos cuatro años el Camlb fue colocado de espaldas al Zulia, minimizado en sus actividades creadoras y difusoras de la cultura. Se expulsó de su sede a la Fundación Civil Amigos del Camlb y a cuadros gerenciales de la calidad profesional de Régulo Pachano (hoy se encuentra trabajando en el exterior, en uno de los mejores teatros del mundo, el Colón de Buenos Aires), se partidizó el uso de su sede, se colocó absurdamente de lado a Lía Bermúdez, a la Universidad del Zulia y al sector privado.

El Zulia se levanta a una voz exigiendo este respeto. Se pronuncian instituciones cívicas, como la Cámara de Comercio de Maracaibo y algunas dependencias de la Universidad del Zulia. Y el reclamo crece en todas las latitudes del mundo donde se cobija un zuliano.

La Academia de Historia del Estado Zulia, atendiendo a su propia esencia, nombró una comisión para la redacción de su pronunciamiento oficial. En su análisis, en el que se pasea por consideraciones de toda índole, concluye que luce como antihistórica y vengativa la decisión de quitarle al estado Zulia uno de sus tesoros culturales, como lo es el Centro de Arte de Maracaibo LIA BERMÚDEZ.

Esta propuesta por parte de quienes manejaron el Centro de Arte en los últimos años “es una afrenta al pueblo zuliano y a sus creadores y artistas”. Una acción es que el Gobierno central ayude a la institución a cumplir su rol y otra distinta es que usurpe las funciones de la Fundación del estado Zulia que la rige. Este desacierto no se le había ocurrido a ningún actor político en los últimos 20 años.

Finalmente, de ese caudal de voces nacen dos propuestas. Primera: que el tema sea sometido a un referéndum por el cual se le consulte al pueblo del estado Zulia si está de acuerdo con que este centro cultural sea desprendido institucionalmente del estado y readscrito a otra dependencia pública “para que sea el gobernante nacional quien demuestre con esta sana actitud su talante democrático, y el pueblo zuliano quien decida si cede su Fundación al poder central”. Segunda: que el gobernador, Manuel Rosales, como primera autoridad del estado, reclame judicialmente los derechos del Zulia sobre la institución.

Porque al mejor cazador se le va la liebre. De acuerdo con los estatutos, en sus artículos 27 y 28 se establece de manera puntual quién puede modificar o disolver la Fundación del estado y que el tema político está excluido de cualquier decisión sobre esta.

Así, para hacer un traspaso como el que pretende, Prieto tendría que contar con la anuencia del 75 por ciento de sus directores. Y esto se traduce en que tendría que haber recibido la aprobación de 7 de los actuales directivos de la institución.

No tiene ni una.

MARLENE NAVA OQUENDO | @marlenava

Individuo de Número de la Academia de la Historia del Estado Zulia y periodista. Fue secretaria de Cultura de la región, profesora de la Universidad del Zulia y ha realizado un denso trabajo en pro del rescate de la cultura e historia mínima de la ciudad.

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