Muriendo de hambre

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Por: Gloria Cuenca

Con verdadero horror contemplamos las imágenes de los cuerpos famélicos de dos hermanos muertos por hambre en la populosa barriada de San Agustín, en Caracas. ¿Las fotos son amarillistas? ¡La realidad lo es mucho más! De eso no tengo dudas. Tristemente hacemos uso de la frase: “Me estoy muriendo de hambre”, lo decimos coloquialmente, cuando tenemos hambre. Comúnmente, exageramos. No debemos hacerlo después de ver esas trágicas fotografías, tendremos que hacer un uso más apropiado del lenguaje. Hay que entender que ya no es una metáfora, sino una realidad: nuestra gente se está muriendo de hambre y eso es real.

El régimen, cada vez más debilitado y, por ende, más desesperado, ya no sabe qué hacer ni qué decir. Su respuesta es represión, agresión, maltrato, persecución. Los sectores más vulnerables sufren toda clase de violencia por parte del gobierno, cada vez más asustado. Como el tigre herido no ve salida, no la encuentra. Hay que mostrársela.

La enloquecida hiperinflación ha logrado que todos estemos en la ruina o la semiruina. Los reales no alcanzan, además no hay: desaparecieron todas las monedas nuestras y, lo peor, el dólar -transformado en nuestra moneda por el régimen nefasto- tampoco se consigue en denominaciones pequeñas. ¿Quiénes pagan todas estas peripecias? Nosotros, los usuarios. Somos las víctimas de una especie de esquizofrenia política, de la que ya hace algún tiempo hemos escrito y conversado acerca de la martirizada isla de Cuba. Pocos entienden –como ellos y nosotros- de lo que se trata. Han pretendido hacer realidad un sueño macabro, ¿una pesadilla? que por supuesto, en nuestro caso, difícilmente tendrá un buen fin. Hemos insistido democráticamente frente a un adversario entre fascista-comunista que no ha querido entender que no aceptamos su desastre como gobierno ni como ideología. Hacen como si no recuerdan que su querido comandante siempre dijo no ser comunista, lo mismo que Castro, para engañar a los más ingenuos. Más dramático aún es lo que ocurre: el comunismo en el mundo fracasó hace más de tres décadas.

Los chinos para transformarse en una potencia económica tuvieron que cambiar el modelo, regresaron al capitalismo salvaje, el del siglo XVII y XVIII. Son de antología los cuentos que han forjado los comunistas, para lograr sobrevivir. Vietnam, Camboya y Laos se pasan al capitalismo económico siguiendo a China. Siguen con la cuestión mental del comunismo, que nadie les cree ni siquiera ellos mismos. Las hambrunas en el comunismo en la época de Lenin y Stalin en la URSS probablemente mataron a 30 millones de personas. Mientras Mao en China, con sus épocas de hambre, llegó a 60 millones de personas, entre el hambre y la represión. Modestamente, los muertos de Fidel Castro son unos 3 millones, en una población de 7 millones, no es despreciable; sin embargo no es comparable con los “holocaustos rojos” de Stalin y Mao.

¿Será que estamos en una competencia para ver quién mata más gente? Aquí, entre nosotros, ya hay suficientes muertos. Ahora empezará el censo de quienes mueren por hambre, ¿será que habrá un nuevo récord para América Latina?


GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela