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lunes, 17 junio, 2024
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Los Pitazos del Director | De la caja negra al cascarón vacío de Pdvsa

Petroléos de Venezuela, la principal industria del país, dejó de ser una "caja negra", como la llamaba Hugo Chávez, para convertirse en un cascarón vacío

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La campaña presidencial de 1998 se encontraba en su recta final cuando Hugo Chávez, ya para entonces seguro vencedor de la contienda, llegó a Cabimas para dar un discurso. En medio del mitin habló, en esa ciudad petrolera, de Pdvsa. A la compañía, dirigida entonces por Luis Giusti, la llamó caja negra, pues nadie sabía cómo se administraba la principal empresa del país.

22 años después de aquella visita a Cabimas, las instalaciones petroleras de esa zona y de toda la Costa Oriental del Lago, donde en 1922 se inició la industria petrolera venezolana, con el estallido del pozo Barroso II, son un digno ejemplo de que aquella Pdvsa, que para Chávez era una caja negra, es ahora un cascarón vacío en proceso de desesperado y angustiado remate por parte del sucesor del difunto expresidente, Nicolás Maduro.

Ahora la pregunta no es cómo se administra Pdvsa, sino cómo logró el oficialismo destruir a la principal empresa del país, responsable del 90 % de los ingresos de la nación. Preguntar cómo la recuperarán parece innecesario, pues en la actual gestión no cuentan con las herramientas para rescatar lo que destruyeron con tanto empeño, entre otras razones, porque se necesita un capital extranjero, más allá del ruso y del chino, que no vendrá hasta que ocurra un cambio de gobierno.

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El proyecto de reestructuración de Pdvsa y la aparición a última hora de los iraníes son intentos desesperados por llevar la producción a un millón de barriles diarios y lograr que las refinerías de Paraguaná funcionen en la mínima expresión, a riesgo de realizar una privatización descontrolada e ilegal, además de quemar las pocas reservas de oro para garantizar la gasolina y el diésel. Veamos en detalle a qué nos referimos.

Esta semana circuló una Propuesta de Reestructuración de Petróleos de Venezuela, documento apócrifo dirigido a la Comisión Presidencial Alí Rodríguez Araque, por cierto, uno de los autores de la destrucción de la industria.

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De acuerdo con algunas fuentes, el documento fue preparado por un equipo liderado por Asdrúbal Chávez, desde esta semana presidente de Pdvsa, pero quien también colaboró para que la empresa se convirtiera en un cascarón vacío, desde sus distintas posiciones antes, durante y después de la gestión de Rafael Ramírez, así como ministro de Petróleo.

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Ramírez, por cierto, fue uno de los que salió a criticar el proyecto de reestructuración de Pdvsa que circula en las redes. Denunció que quieren dejar a la principal empresa del país como una corporación que solo se encargará de administrar contratos, mientras que terceros tendrán el control de nuestro principal recurso.

Eso, sin duda, contrasta con lo que hizo Ramírez en su gestión por obedecer con ceguera a las órdenes de Chávez, como por ejemplo, convertir a Pdvsa en una importadora, distribuidora y vendedora de alimentos, un foco de inmensa corrupción que aún se puede olfatear.

Nadie en la gestión de Maduro, hasta ahora, ha salido a decir que ese proyecto no es verdadero, por lo tanto, debemos darlo por cierto hasta una nueva versión. Ahora, se puede considerar que la propuesta que plantea ceder hasta 51,01 % de las empresas mixtas, eliminar PDV-Marina, liquidar empresas petroleras internacionales como Pdvsa-Bolivia, Argentina o Ecuador e incluso eliminar los subsidios a los combustibles es un globo de ensayo para ver las reacciones dentro del oficialismo ante una propuesta que hace de Pdvsa un cascarón vacío.

Por cierto, Ramírez, desde el exilio, se ha empeñado en afirmar que dejó a la empresa con una producción diaria de 2.300.000 barriles de petróleo por día. En la actualidad, no se alcanzan ni los 800.000 barriles, por lo tanto el expresidente de Pdvsa tiene razón. Ahora, obvia que en su administración se vino al suelo la capacidad de refinación de Amuay, debido a la explosión de agosto de 2012, que se empeñó en presentar como un sabotaje a la instalación petrolera. Eso sin contar todos los proyectos para construir la llamada soberanía petrolera que nunca se concretaron.

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Pero quedémonos en el combustible para abordar el segundo punto. Ante la escasez de gasolina, sobre la cual existe casi que un popular consenso de que la falta de carburante es la principal razón de la cuarentena social que vivimos, la gestión de Maduro, que ha hecho intentos por comprar gasolina en el extranjero, pero pocos quieren hacer negocios con su equipo por falta de dinero, mala paga o las sanciones, acude a los iraníes para que ayuden a reparar las refinerías de Amuay y Cardón.

Después de anunciar la reactivación de El Palito y ver que eso se volvió una alegría efímera, en el momento preciso que Tareck El Aissami asume el Ministerio de Petróleo, llegan los iraníes con repuestos a cambio, según la denuncia leída en prensa, de los lingotes de oro guardados en el BCV, que como les conté en este espacio en una oportunidad se desaparecen con facilidad de la bóveda.

Un experto petrolero me decía que reparar Amuay y Cardón con repuestos iraníes, es como tratar de poner a andar un carro Chevrolet con partes de un Centauro, automóvil de tecnología persa.

Sin embargo, debemos dejar claro que el objetivo de Maduro no es llevar la producción petrolera y de gasolina a niveles óptimos. Su prioridad es mantener el poder, y en esa ecuación entra la producción petrolera y de combustible, porque el aparato del Estado carece de fuentes de ingresos para sostenerse y los negocios de la economía criminal se encuentran afectados por la escasez de combustible. Por eso, lo trascendental es lograr un poquito más para aferrarse al poder.

Al final de esta historia queda un aprendizaje. Aunque no sea lo más correcto, una caja negra es preferible a un cascarón vacío.

César Batiz es periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo. @CBatiz

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