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miércoles, 8 mayo, 2024
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Los explosivistas del diálogo pueden salir quemados

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Lo primero que debe entenderse es que Maduro está sentado en la mesa de negociación propiciada por el gobierno de Noruega no por su propia voluntad, sino obligado por la presión internacional y las FANB.

No está negociando porque le tema a una intervención militar o porque sienta alguna presión por la presidencia interina de Juan Guaidó o las bravacunadas de alguna gente en el exilio que desde la comodidad de los estudios de televisión apuestan a derrocar a Maduro. Sino porque a sus aliados les cuesta mantenerlo un día más en Miraflores y porque los militares le han dado un ultimátum, porque como me han comentado algunos, una cosa es decir que defendemos la Constitución y otra es hacernos corresponsables de violaciones de Derechos Humanos que nos pueden costar nuestras carreras y hasta un juicio en la Corte Penal.

El caso de Juan Guaidó es similar, luego de fallar en sus intentos de desalojar del poder a Maduro por la vía confrontacional, la frescura de su imagen va perdiendo brillo. Cada día desde el seno de la misma oposición que lo acobija, enfrenta cuestionamiento a sus decisiones, incluso ha sido catalogado hasta de traidor,  por lo que entiende que está todavía en un buen momento de exigir por lo menos unas elecciones limpias, supervisada por la comunidad internacional, con un nuevo CNE, que lo más probable  signifique el fin del chavismo y madurismo.

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Pero el camino al diálogo está minado de explosivistas. Maduro de la mano de los hermanos Rodríguez y el gobierno de Cuba, luego del susto del 30 de abril, cuando comprobó que su entorno, pero principalmente los militares estaban dispuesto a entregarlo, decidieron aprovechar la oferta europea de una salida pacífica electoral, manejada por ellos mismos, sin la interferencias de otras corrientes internas con las que comparte el poder.

Con la poca legitimidad que le queda a Maduro, Los hermanos Rodríguez apuestan a unas negociaciones que le permita seguir en la arena política y evitar las sanciones internacionales, y hasta sueñan con un triunfo de su candidato Héctor Rodríguez.

Pero la estrategia de los hermanos Rodríguez tiene la férrea oposición de Diosdado Cabello y una gran parte de la directiva del PSUV. Diosdado hasta ahora desafía a los cubanos y a Mduro, y está decidido a torpedear las negociaciones, negando públicamente que en Venezuela se celebraran nuevas elecciones. Diosdado sabe que esta estrategia  lo deja a él por fuera, que no tendría ningún peso, por lo que su influencia política se vería mermada,  y esto le resta poder para obtener beneficios personales llegado el momento de poner en la mesa la eliminación de sanciones individuales a los funcionarios del régimen.

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La única forma que Diosdado acepte las negociaciones de Noruega, es que él sea candidato presidencial, lo que ha sido descartado por los hermanos Rodríguez que se desencantaron por Héctor Rodríguez. Por lo que se espera  una guerra abierta, donde Diosdado apelará a sus armas. La maquinaria del PSUV y la Asamblea Constituyente.

Juan Guaidó por su parte, tiene a toda la oposición del exilio en contra de una negociación que permita que Maduro siga en Miraflores, hasta la realización de las elecciones. Esta oposición  también se siente fuera de la mesa de diálogo y no ha tenido reparo en llamar traidor a Guaidó. Estos tienen a su favor los grandes medios internacionales y en la Asamblea Nacional, cuentan con detractores del diálogo.

Pero se olvidan los explosivistas del diálogo, que Venezuela juega en el tablero de ajedrez de la política internacional, que los aliados de Maduro: Rusia, China, Cuba son los más comprometidos en un proceso de elecciones.  Que la Comunidad Europea y los Estados Unidos apoyan cualquier salida que saque a Maduro de Miraflores.

Pero quizás olvidan lo más importante, la opinión de los venezolanos que son los que sufren la devastación de un país que ha sido destruido por Maduro, por lo que las últimas encuestas señalan que más del 60% están de acuerdo con una salida pacífica y democrática que impliquen elecciones presidenciales.

Por ello, más allá de Diosdado Cabello de la oposición en el exilio y de algunos presidentes del Grupo de Lima, hay una voluntad manifestada por los venezolanos de salir de la pesadilla que vivimos aunque implique que uno de los puntos: Fin de la usurpación, no se cumpla literalmente.

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