La infancia no vota, pero tiene derecho a participar

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Por: Angeyeimar Gil

Frente a las próximas elecciones municipales y regionales, vale la pena interpelar sobre cuál es la propuesta de las candidaturas para los niños, niñas y adolescentes (NNA). Aunque en el país, aquello de presentar un plan de gobierno como medio para conseguir votos ha desaparecido, es la forma más racional para identificar por cuál aspirante votar. Es un deber social exigir que se presenten las propuestas que desarrollarán desde el poder, para ejercer luego contraloría social.

Los NNA no votan. No tienen la edad mínima para decidir quiénes gobiernan. Se trata de un vestigio del paradigma tutelar en materia de gobernabilidad, con la idea presente de que lo público es un asunto de personas adultas. O de la idea de que los NNA no tienen opinión ni propuestas para atender problemas sociales o particulares. Un error epistemológico que la Convención sobre los derechos del niño (CSDN) intentó corregir desde su promulgación.

Este 20 de noviembre la convención cumple 32 años de vigencia y, en particular, esa modificación paradigmática sobre la capacidad de NNA para participar, opinar y que su voz sea tomada en cuenta por las personas adultas, es la que menos avance ha tenido. Fue en aquel momento la más difícil de consensuar entre los Estados y es la más olvidada para su protección y promoción.

Entonces, a pesar de que los NNA no votan, tienen derecho a participar. La participación infantil tiene unos parámetros para que sea considerada como tal, y la existencia de estas condiciones previas recae en el mundo adulto en el que la niñez se desarrolla. Están establecidas en la CSDN (1989) y en la Ley orgánica para la protección de NNA (LOPNNA, 2015).

Por ejemplo, corresponde que haya información disponible para que NNA conozcan y puedan tener opinión; también deben crearse espacios de participación, en los que se sientan seguros para hablar y opinar, pero lo más importante es que esas opiniones sean escuchadas y tomadas en cuenta, asumidas y desarrolladas para que realmente valga la pena la participación infantil, se promueva y se afiance como una práctica cotidiana, para que la ciudadanía infantil sea realidad.

Urge atención y participación para los NNA

La participación es un elemento fundamental de la ciudadanía, y los NNA son ciudadanos. Esta categoría le otorga el derecho a la participación y los hace parte —teóricamente— de los debates y acuerdos que se tomen socialmente. Pero es necesario que esa teoría se haga práctica cotidiana. El ejercicio de la ciudadanía en el Estado moderno tiene una configuración pasiva, de reproducción, obediencia y sumisión para acatar las imposiciones desde el poder, sin criticar. Muy similar al adultocentrismo.

Esta forma de ciudadanía es contradictoria con el contenido semántico de la categoría que supone más bien activismo, compromiso con el entorno y con criterio para opinar y proponer.

Como sociedad, debemos desmontar la idea de que ser ciudadano se restringe al acto de votar, elegir representantes pasivamente y más aún, elegir representantes sin saber qué ofrecen. Debemos imprimirle a la ciudadanía exigencia de justicia, de pertenencia comunitaria y de participación. Que el Estado y sus representantes en cada nivel de decisión política, garanticen los derechos, inviertan lo justo para materializarlos, que exista contraloría social y que se abone el terreno para la equidad y la justicia social.

En este proceso, incluir a NNA es fundamental. En primer lugar, porque tienen derechos y son ciudadanos; segundo, porque sus necesidades son cada vez más fuertes, sus derechos más vulnerados, sus condiciones más precarias; y tercero, porque incluirles es educarlos para la ciudadanía, que no tiene edad. Es un proceso progresivo y es base para la democracia.

Los NNA tienen opinión, y las pocas prácticas de participación infantil dan cuenta de que tienen mucho para aportar. Pensar en atender a la infancia y garantizar sus derechos sin su participación, es mantener vigente el paradigma tutelar. Con esa idea errada persiste la vida social y es algo que debemos cambiar definitivamente.

Como sociedad debemos interpelar a quienes aspiran a representarnos sobre sus propuestas para la infancia; exigirles que sean atendidos con prioridad absoluta y que sean considerados sujetos plenos de derecho, tal como plantea la Redhnna en su reciente comunicado sobre este particular.

Mientras logramos que existan los espacios de participación infantil, la sociedad civil debe asumir la corresponsabilidad, haciéndose eco de esta necesidad y recomendando como hacerlo posible, con las propuestas más eficientes para la protección de la infancia en estos momentos de crisis humanitaria compleja.

Esto supone que en las campañas existan espacios de participación infantil real para diseñar propuestas según las prioridades de los NNA y, que quienes ganen (sean quienes sean), en sus gobiernos asuman a la infancia y adolescencia con base en el interés superior, para que participen, sean protegidos y valorados integralmente. Después del 21 de noviembre y de conocerse los resultados, es cuando más trabajo tendremos y tendrán quienes ganen. No es ganar y llegar, de lo que se trata es de empezar a trabajar por la infancia.


ANGEYEIMAR GIL | @angeyeimar_gil

Docente de la Escuela de Trabajo Social de la UCV. Trabaja como investigadora en la Red por los Derechos Humanos de los Niños, Niñas y Adolescentes (Redhnna)

El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.


ANGEYEIMAR GIL | @angeyeimar_gil

Docente de la Escuela de Trabajo Social de la UCV. Trabaja como investigadora en la Red por los Derechos Humanos de los Niños, Niñas y Adolescentes (Redhnna)

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