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jueves, 9 mayo, 2024
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La Fuerza Armada y la crisis definitiva que se avecina

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La tuitera @INDIURB escribió: “Ya esto no depende si Maduro y Guaidó quieren o desean. La crisis que se avecina sobrepasa a los dos y nos demolerá a todos juntos. Es urgente resolver juntos”.

En el artículo anterior escribí que la presencia del coronavirus y el férreo control social que el régimen de Nicolás Maduro ejerce sobre la población serían suficientes para detener un estallido social. Pues bien, no ha sido así. El fantasma de un nuevo “Caracazo” anda rondando como la espada de Bolívar que camina en los estados más empobrecidos del país.

Durante la semana se produjeron fuertes protestas por falta de alimentos en los estados Sucre, Bolívar y Miranda, e intentos de alzamientos militares. El régimen apeló a lo que más sabe hacer: represión policial, que se cobró la vida del joven Charli Antonio Núñez Palma, e interviniendo las pocas empresas que producen en Venezuela. Cuando todo esto termine, Charli debería ser recordado como el primer mártir que ofrendó su vida en un desesperado intento por conseguir comida para él y su familia.

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Por su parte, Juan Guaidó se ha dedicado a tuitear desde la comodidad de su oficina. De alentar su plan miserable de entregarle un bono de 100 dólares mensuales a los trabajadores de la salud y a firmar, como presidente de la Asamblea Nacional, la asignación de 5.000 dólares a los diputados que lo acompañan en las sesiones virtuales y anunciar que vendrán más sanciones para el país. 

Basta revisar con atención las respuestas que reciben tanto Maduro como Guaidó cada vez que envían un mensaje a través de la red social Twitter para determinar el total rechazo que ambos tienen de los enardecidos venezolanos, que claman por una solución inmediata a la crisis humanitaria que vive el país.

Sin lugar a dudas que el primer responsable de la tragedia humanitaria que vive el país es Nicolás Maduro Moros. Pensó que su ilegítima reelección no iba a tener consecuencias internacionales. Que el pueblo no iba a reaccionar ante el desmantelamiento institucional y a la terrible degradación social en la que su corrupto régimen ha sumido a todos los venezolanos.

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A los pocos días de la juramentación de Maduro, Guaidó se proclamó presidente interino contando con un robusto apoyo internacional. Pese a levantar la esperanza de todo un pueblo, sus posteriores acciones fracasadas (entrada de la ayuda humanitaria, levantamiento militar, denuncias de corrupción de los aportes recibidos, división de la Asamblea Nacional, incapacidad para liderizar una fuerza interna para salir de Maduro) hicieron que su aura se desvaneciera y hoy en día es un obstáculo para la solución del problema.

En estos tiempos de coronavirus la realidad de Venezuela habla por sí sola. El gobierno de Maduro no da más, está acabado. No tiene cómo dar respuestas en lo social ni en lo económico. Con sus aliados corruptos logra traer dos barcos cargados de gasolina, pero eso es apenas un paliativo. En una operación oscura y sospechosas los iraníes llegan al país para tratar de levantar el esqueleto de lo que fue la refinadora más grande del mundo: Amuay. Nadie, excepto ellos, conoce los términos de la negociación. Si es rentable para el país. Una nueva deuda que se va a pagar como.

Pero mientras, pese al decreto de cuarentena, la gente se lanza a la calle a protestar por la falta de gas, luz, agua, gasolina y ahora por comida. Ni el apoyo de Rusia, China o Irán van a poder evitar una confrontación civil que termine de hundir al país.

Le toca a la Fuerza Armada Bolivariana como institución salvar al país. La crisis absoluta y definitiva que está a la vuelta de la esquina nos va demoler a todos. Ustedes tienen un compromiso moral y patriótico de brindar seguridad a los venezolanos, mientras Venezuela se encamina a una transición pacífica. Debemos ser los propios ciudadanos quienes decidamos el futuro del país en elecciones libres. Es un punto de la hoja de ruta presentada por Estados Unidos dice muy claro: Sin Guaidó ni Maduro.

Marco Hernández es periodista y fundador de la ONG Periodistas por la Verdad@hmarcovalor

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