Felicidades. Una vez más, la exitosa dupla Maduro-María Corina se anota un punto. Otro más, en la entretenida serie de “Juguemos a la cuerdita con la democracia venezolana”. Dos caras de una misma moneda. Y como toda moneda de feria, siempre con truco para engañar bobos y sacarles plata a los ingenuos.
Maduro, con su comparsa TSJ y el “nuevo” CNE volvió a repetir el mensaje: “ni hay ni habrá salida electoral… nos quedaremos en Venezuela, haciendo lo que nos dé la gana, saqueando y abusando, hasta que Cuba sea un potencia”. Y en su labor, vuelve a acudir a sus sicarios favoritos: diputados, jueces de utilería y opositores tarifados. Pero como es un hombre bien asesorado por los cubanos, no deja de entregar el oro y el petróleo a sus verdaderos guardaespaldas, los rusos y los generales de la fiesta eterna.
Mensaje elocuente a los partidos opositores y a los países que intentan mediar: No hay salida electoral. No hay vía de negociación política. Nos quedamos, a lo macho y les daremos, hasta la última gota de riqueza, a los cómplices de esta ocupación militar dirigida por cubanos, rusos, chinos y el resto de la pandilla.
Por su parte, María Corina, la otra cara de la moneda, aunque es mucho más consistente y coherente que Maduro, vuelve a inflar ilusiones intervencionistas. Delira con gloriosos desembarcos. Marines norteamericanos, bandera en mano, desembarcando en Bahía de Cata o La Guaira, Normandía tropical, desangrándose para que ella, por fin, pueda reinar y poner orden en Venezuela. Alimentando la esperanza de una intervención que no llega y que sólo sirve para desmovilizar a los venezolanos.
Los dos polos juegan a la impotencia, la desesperanza y la desmovilización.
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Maduro mostrándose invencible e insensible. Poniéndole palos a todas las ruedas. Trancando todas las puertas, con sonrisitas burlonas y potes de humo. Desesperando. Y haciéndole un favor a los “maricorinos” que aúpan invasiones fantásticas.
María Corina insuflando esperanzas nulas. Jugando con el proverbial “facilismo” del venezolano. “Tranquilo chamo, que eso se resuelve”. Claro, siempre pensando en “otro” que vendrá a resolver o hacer lo que tú diligentemente no quieres o puedes hacer.
Y entre los dos polos están los grandes partidos políticos opositores. Que realmente pudieran entrar en confrontación electoral y movilización aguerrida, pero que ahora se enredaran con el ataque artero proveniente del TSJ y el CNE, seccionales profesionales del Psuv nacional.
El ataque a Acción Democrática y Primero Justicia es simplemente una distracción más. Desnudándolos y metiéndolos en el laberinto eterno del CNE y el TSJ, para que se desgasten recogiendo firmas, haciendo pedidos, redactando comunicados y esperando sentencias que sabemos no llegarán. ¿Qué harán los partidos opositores ahora que les quitaron sus signos? ¿Entrarán Julio Borges y Henry Ramos en el Laberinto del Fauno a disputarse legalmente la titularidad de sus partidos? ¿O harán historia liderando una vuelta a la calle, sin medias tintas, ni reconocimiento alguno al Poder Establecido?
¿Y la gente? ¿Dónde están los venezolanos? Les dolarizaron la gasolina, bien gracias. Los militares son una casta privilegiada y ostentosa. Las ciudades entre apagones, sin internet, en hiperinflación, sin transporte público y en cuarentena, sin ahorros y sin agua… cuando la principal medida de precaución es “lavarse las manos”.
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El liderazgo opositor debe entender que no hay mañana. Ni negociación con sonrisas. Que el 5 de enero de 2021 Maduro será declarado Emperador. Y que si no son capaces, ahora, de convertir el hastío en indignación y acción de calle, nunca más levantarán la cabeza. O patean la mesa o van ladrando a la jaula.
Venezuela agoniza en soledad. Europa invierte en el rescate de su economía. Y sólo financiará una acción militar si tiene acceso a la reconstrucción y los recursos mineros.
Trump está acorralado por el virus y su incontinencia verbal. Puede decidirse a actuar si las encuestas de julio lo ponen a perder las elecciones. Es su única salida, huir atacando y regresar victorioso como martillo de los comunistas y narcoterroristas. Veremos qué pasa en noviembre. Si gana Biden, Maduro ganará al menos un año.
Los chinos, después de negligentemente enfermar al mundo y arruinar las economías de sus rivales, sonríen y se frotan las manos vendiendo máquinas y tapabocas. Millonarios y dando lecciones de moral y sanidad. ¿Seguirán protegiendo a Maduro o vendrán por lo que queda de Venezuela?
Los rusos sí se las jugarán todas. A menos que Trump les prometa, a cambio de su cooperación en la reelección, devolverles a Venezuela con una nueva administración.
Toda esta fiesta se verá en diciembre.
Tarek Yorde es periodista, consultor en comunicación institucional y marketing político. @tarekyorde