Por: Karina Monsalve
Son tiempos difíciles, qué significa “estar bien” en estos días o procurar estar bien cuando vivimos en una constante incertidumbre, cuando no podemos planificar nuestras rutinas diarias porque dependemos en muchos casos de las decisiones gubernamentales de cómo será cada semana. Entre lo radical y lo flexible vamos adaptándonos medianamente a hacer lo que solíamos en nuestra vidas: trabajar, estudiar, hacer deporte, llevar una casa, una empresa, un nuevo proyecto, entre muchos otros.
El tener bienestar consiste en la felicidad subjetiva de cada quien, construida sobre la experiencia de placer frente a displacer, incluyendo los juicios sobre los buenos y malos elementos de la vida. Pero lo que puede significar grato para una persona, para otra es algo que no representa un mayor significado, de allí la subjetividad del concepto de felicidad. No a todos nos hacen sentir bien las mismas cosas.
De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud, la salud es un estado completo de bienestar físico, psíquico y social y no la mera ausencia de enfermedad o minusvalía. La salud es un recurso de la vida cotidiana, no el objeto de la vida. Es un concepto positivo que subraya los recursos sociales y personales así como las capacidades físicas.
Entonces el concepto de bienestar va más allá de la ausencia de enfermedad. El bienestar psicológico es un constructo que no tiene un marco teórico único, ya que tiene relación con el grado en que un individuo juzga su vida en términos favorables (satisfactorio) o no favorables.
En general este concepto de bienestar está asociado con los estados de humor positivo, la alta autoestima y la baja sintomatología depresiva.
El concepto de “estar bien” pasa por los términos: hedónico y eudaimónico. El primero tiene que ver con la presencia de placer y la ausencia de malestar para conseguir la felicidad. El segundo tiene que ver con la realización de actividades congruentes con nuestros valores para ser felices. Así que el bienestar sigue siendo un concepto individual y subjetivo que representa la congruencia entre lo que nos gusta y hacemos y a su vez sentimos que nos hace bien y nos satisface.
Tener un buen estado de salud física o mental no sólo debe consistir en carecer de enfermedades o trastornos, sino en disfrutar de una serie de recursos y capacidades que permitan resistir adversidades.
Carol Ryff propuso el término de bienestar psicológico para distinguir su concepción del bienestar subjetivo más propio de la concepción hedonista, intentó superar esas limitaciones definiendo el bienestar como el desarrollo del verdadero potencial de uno mismo. De esta forma, la felicidad o bienestar psicológico no sería el principal motivo de una persona sino más bien el resultado de una vida bien vivida.
La propuesta de Ryff consiste en un modelo multidimensional de bienestar psicológico, que presenta seis aspectos diferentes de un bienestar óptimo a nivel psicológico. De esta forma, las personas que presentan bienestar eudaimónico:
a) se sienten bien consigo mismas incluso siendo conscientes de sus propias limitaciones (autoaceptación),
b) han desarrollado y mantenido relaciones cálidas con los demás (relaciones positivas con los otros),
c) dan forma a su medio para así satisfacer sus necesidades y deseos (control ambiental),
d) han desarrollado un marcado sentido de individualidad y de libertad personal (autonomía),
e) han encontrado un propósito que unifica sus esfuerzos y retos (propósito en la vida) y,
f) mantienen una dinámica de aprendizaje y de desarrollo continuo de sus capacidades (crecimiento personal).
El estilo y las estrategias dirigidas a la resolución de un problema se relacionan también con tener bienestar, por lo que les invito a revisar individualmente cada una de estas áreas para evaluar si realmente podemos afirmar que actualmente, tenemos en este momento único, e histórico de nuestras vidas un sentimiento subjetivo de bienestar.
KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.
