Estalla la guerra entre Bielorrusia y Polonia

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Según el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), Jens Stoltenberg, Bielorrusia inició una guerra híbrida contra Polonia y más aún contra la Unión Europea, con lo cual se refiere a la situación de inmigrantes asiáticos en la frontera entre estos países de Europa del Este.

Desde principios de septiembre, Polonia se encuentra en estado de emergencia por la delicada situación de inmigrantes ilegales en su frontera con Bielorrusia, que durante este año ya sobrepasan las 12.000 personas intentando buscar asilo para entrar en la Unión Europea. Polonia ha denunciado que estos inmigrantes han llegado de varios países, como Afganistán, Siria e Irak, con apoyo y visas de la dictadura bielorrusa y con la aquiescencia de Rusia.

Esta estrategia no solo la ha usado Bielorrusia contra Polonia, sino que anteriormente Lituania y Letonia también han tenido que reforzar su seguridad fronteriza. Esta, acompañada de presiones de la comunidad europea para que Irak detenga los vuelos a Bielorrusia, habían sido suficiente para detener las oleadas de migrantes. Sin embargo, Polonia ha sido el talón de Aquiles de Europa, ya que políticamente Bruselas y Varsovia se han alejado debido a las pretensiones del Gobierno polaco de dominar el poder judicial de su país y reducir las libertades civiles de las minorías, dos elementos que son incompatibles con la democracia europea.

Guerra sin declaración

Lo que estamos presenciando en el este europeo es una Guerra de Baja Intensidad: una de las formas de guerra de cuarta generación que aplica estrategias y tácticas no convencionales en las que se involucran a civiles y factores que son por naturaleza ajenos a la guerra convencional. Anteriormente vimos la misma táctica en las ciudades españolas en África, Ceuta y Melilla, cuando centenares de inmigrantes africanos saltaron las vallas desde Marruecos para entrar ilegalmente en España, entre mayo y agosto de este año. En este caso las autoridades marroquíes no actuaron, lo que hicieron como represalia al apoyo español de la causa del Sahara Occidental y Argelia contra Marruecos.

El objetivo que se presume tiene Bielorrusia para recibir inmigrantes asiáticos y llevarlos hasta la población fronteriza de Bruzgi, es coaccionar a la Unión Europea para retirar las sanciones contra el gobierno de Minsk, originadas por la deriva autoritaria de Aleksandr Lukashenko. Este, denominado “el ultimo dictador de Europa”, no solo persigue a dirigentes y manifestantes opositores en su país, sino que en mayo pasado secuestró un avión de pasajeros de la aerolínea Ryanair, que volaba desde Grecia con destino a Lituania, solo para encarcelar al periodista bielorruso en el exilio Roman Protasevich.

El invierno se acerca

La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el presidente estadounidense, Joe Biden, han cerrado filas con la Otan en contra de Bielorrusia y han amenazado con más sanciones si el gobierno de Lukashenko continúa presionando la frontera de la Unión Europea con el campamento de migrantes, que ya supera las 2.000 personas. Por su parte, Minsk ha amenazado con cerrar el suministro de gas natural ruso que atraviesa su país por el gasoducto Yamal-Europa, justo antes del inicio del invierno. La situación se vuelve más compleja a medida que avanzan las amenazas comerciales y políticas, ya que Europa se encuentra en una difícil situación energética derivada de su dependencia de los hidrocarburos de Rusia.

Putin ha logrado culminar el segundo gran gasoducto en el norte de Europa, el Nord Stream, que conecta Rusia y Alemania, pero aún se mantiene en mínimos el suministro a través de Ucrania y, además, el proyecto del South Stream fue cancelado luego de la anexión rusa de Crimea en el 2014. Sin embargo, la sed energética de la comunidad europea hace imprescindible la dependencia respecto de Rusia, más aún ante la inflación del sector en el último año y la llegada inminente del invierno.

La ONU falla

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió de emergencia el jueves 11 de noviembre para abordar el conflicto, por solicitud de Estonia, Francia e Irlanda. Pero como era previsible, la capacidad diplomática de Rusia (miembro permanente y con capacidad de veto en el Consejo de Seguridad) pudo evitar cualquier acción del organismo, además de la propia discusión. Horas antes del encuentro, la saliente canciller de Alemania, Angela Merkel, le solicitó a Putin la intervención directa en el conflicto para evitar la instrumentalización de los inmigrantes, que consideró inaceptable. Esto pone de relieve que Bielorrusia no actúa con independencia de los objetivos de su vecino estratégico.

La verdadera tragedia la vivirán los inmigrantes que se encuentran atrapados entre el ejército bielorruso y los 12.000 funcionarios de Polonia, ya que a medida que pasan los días, el invierno se hará inclemente y solo tendrán tres opciones: que Minsk les ofrezca un mejor refugio, que huyan a centros poblados bielorrusos o morir de hambre, agotamiento o hipotermia, como ya les ha pasado a algunos.

Moisés Chocrón Fernández | Twitter: @chocterapia
Internacionalista y oficial retirado de la Armada

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