Entrenarse, ¿para qué?

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Por: Karina Monsalve

Entrenarse, para qué, es la pregunta más frecuente entre los jóvenes atletas de nuestro país. Frustrados por la llegada del COVID-19, que les interrumpió su ciclo de entrenamientos, frustrados por las políticas gubernamentales que no les han permitido un mínimo de espacios para continuar su preparación física, frustrados por haber puesto sus metas en pausa. 

Imaginemos qué significa para un atleta poner en pausa su meta. Qué significa pausar: estar a punto de romper un récord nacional, clasificar para un evento, ir a sus primeros Juegos Olímpicos o retirarse de la competición si hubiese pensado que este sería su último año. 

Entrenarse en casa no es entrenarse, es tratar de mantener una condición física y quizá, más importante, engañar al cerebro para que crea que sigue haciendo lo propio por su preparación. Entrenarse fuera de una piscina, fuera de una pista, de un campo, de un tatami, de una cancha o de un gimnasio, para quienes son atletas de alta competencia nunca será suficiente y menos si es por tanto tiempo. La mente empieza a cuestionarse y los músculos a perder su fuerza y su masa. 

Los atletas están acostumbrados a las pruebas difíciles, a los retos que se creen inalcanzables, están acostumbrados a exigirse más allá de sus posibilidades y a soportar física y mentalmente situaciones adversas. Son personas que desarrollan de manera innata la resiliencia. Sin embargo, el impacto del confinamiento prolongado pone a prueba estas fortalezas. Una situación inédita en el mundo se vive en el atleta, como un obstáculo al que no se encuentra una resolución inmediata, por lo menos en nuestro país, donde no ha podido darse una mínima negociación para la apertura de los centros deportivos después de casi siete meses de paralización. No saber cuándo se regresará a los settings de entrenamientos aumenta aún más la incertidumbre, con ella la ansiedad, la desmotivación y la frustración. 

Tras haber pertenecido a la selección nacional de natación a principios de los 90 y haber podido representar a mi país a nivel internacional, sé con propiedad, que cada día sin entrenamiento es un día regalado al contrincante, éste tomará ventaja de cualquiera de nuestras debilidades. Entiendo el desasosiego y la desmotivación que causa haber puesto en pausa el logro de la meta planteada, pero aun así debemos empeñarnos en darle respuesta al para qué. Después de todo es lo que los impulsará nuevamente a salir fortalecidos y airosos de esta adversidad. 

La invitación es entonces a no rendirse, a buscar en cada uno la razón del para qué. Entrenar para uno mismo, para no perder el esfuerzo de años, para reivindicar nuestro puesto o nuestra marca deseada, para seguir cosechando logros, para llegar hasta donde se han propuesto llegar. 

Como es costumbre, les dejo algunas sugerencias para seguir construyendo el camino hacia lo que quieran lograr. 

A los atletas: 

● Replantearse la meta a lograr de este año. Redimensionarla. 

● Utilizar el ingenio para continuar parte de la preparación física. 

● LLevar a cabo un plan de acción, donde se registre el qué quieres lograr, el cómo y los tiempos establecidos para ello. 

● Ese plan de acción debe discutirse con el entrenador y el equipo técnico que te acompaña. 

● Realizar ejercicios de visualización, te ayudarán a mantenerte conectado con tu deporte y tu meta. 

A los padres: 

● Acompañen a sus hijos atletas desde la motivación y el interés de lo que les pasa.

● Participen en los planes de acondicionamiento a nivel logístico, nutricional y sirviendo de modelo actitudinal para enfrentar estos tiempos. 

● Escúchenlos e interpreten sus actitudes, sirvan de soporte emocional y tengan un rol contenedor ante la frustración y desánimo. 

A los entrenadores: 

● No abandonen nunca a sus atletas. 

● Busquen las alternativas de preparación física. 

● Establezca espacios para interactuar con sus atletas y supervisar los planes diarios de acondicionamiento.


KARINA MONSALVE | @karinakarinammq

Psicóloga clínica en el Centro Médico Docente la Trinidad.