El marketing del horror

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COMUNICACIÓN EN GOTAS


Por: María Eugenia Fuenmayor

A medida que el mundo evoluciona, los consumidores también hacen lo propio y se vuelven más exigentes, demandando mayor calidad y prefiriendo, además, aquellos bienes que ostentan certificaciones que avalen estándares suficientes de sostenibilidad, tanto social como ambiental. Temas tan relevantes como los Derechos Humanos están cada vez más asociados a las marcas. Muchas organizaciones sociales han presionado, de manera creciente en los últimos años, para impulsar esta tendencia.

Aún hoy se da el caso de marcas de fabricantes de chocolates y de café que son atacadas por adquirir su materia prima en algunos países africanos y latinoamericanos, en los que aún se utiliza mano de obra infantil para, por ejemplo, labores de cosecha. En reacción a esto, algunas organizaciones defensoras de los DD. HH. en el mundo no se han tardado en proferir reclamos altisonantes para denunciar estas violaciones. Así, hemos sido testigos de campañas comunicacionales estridentes, en principio justificables, para dar a conocer estas transgresiones.

Hoy el consumidor está mucho más consciente de su derecho a no comprar marcas que no aporten a la sostenibilidad del planeta en lo social y ambiental. Pero, por alguna insondable razón que no llegamos a comprender, a muchos de estos denunciantes profesionales, «defensores de DD. HH.», los hemos visto en sus marchas de apoyo por un mundo más justo, portando «marcas del horror» sobre sus propias humanidades. Así lo he visto y así me consta.

¿Ecocidios de derecha y de izquierda?

También ahora nos consta a todos, como el pasado 15 de junio un organismo adscrito al sistema de la Naciones Unidas, la UNESCO, ha sido capaz de recordar con tonos panegíricos que en tal fecha nació en Argentina Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como el «Che» o como «el Carnicero de la Cabaña». ¿Cómo se explica este doble rasero? ¿Falta de cordura? ¿Ceguera selectiva? ¿Desinterés o desprecio por la verdad? ¿Expertos en editar la historia en función de sus intereses ideológicos aún en flagrante contradicción ante la opinión pública?  ¿Menosprecio de la inteligencia de sus audiencias?

Ahora que es evidente tanta falsedad en este sistema de propaganda, que algunos pretenden posicionar con técnicas sofisticadas de marketing y, en especial, relaciones públicas, con todo y merchandising  (franelas, tasas, llaveros, afiches, etc.) con el rostro eternizado de genocidas confesos; y viendo a «Greenpeace» defensora ardorosa del ambiente en el planeta, ignorar olímpicamente la destrucción descarada de la Amazonia venezolana (¿será que por no ser una democracia sino un régimen de izquierda se salvan de la furia de esta organización?); cuando ocurre todo lo anterior, ahora solo nos faltaba ver cómo un organismo adscrito al sistema de Naciones Unidas también se presta para estas prácticas, desconociendo frente al planeta entero la verdadera esencia de quien fue capaz de pararse en el estrado de oradores de la ONU en Nueva York, y confesar que su régimen había «fusilado, fusila y seguirá fusilando». Este oprobioso discurso nos reitera la absoluta pertinencia del artículo que @MilagrosSocorro escribió el 17 de junio de este año: «LA UNESCO BAILA SOBRE SUS TUMBAS», que refiere a las miles de víctimas de tortura y fusilamientos del régimen que el «Che» agenció junto con Fidel Castro y que hoy son la pista de baile de esta multilateral de la cultura y el patrimonio de la humanidad.

¿Ustedes se imaginan a la Unesco conmemorando el nacimiento de Hitler? ¿O el de Stalin, Mao o PolPot? ¿Cuál es la diferencia entre estos cuatro protagonistas de los más sórdidos eventos de la memoria humana y Ernesto Guevara? ¿Acaso solo el número de muertos? Sin duda los primeros llevan ventaja en esta categoría, pero el «Carnicero de la Cabaña» ha podido disponer de un «marketing del horror» que ha servido para  disfrazar las horribilísimas realidades que hasta él mismo confesó orgullosa y públicamente. Al final, la única diferencia es que Hitler, Stalin, Mao y otros no contaron con el «charm» y con el aura romántica con los que aquel logró promover su «revolución».

Siempre debemos estar prevenidos cuando veamos que se formulan denuncias contra un producto, una empresa, un individuo o una comunidad; o que intentan vendernos un paraíso terrenal en el que sus seguidores solo tendrán derechos, pero los trabajadores, técnicos, emprendedores, profesionales y empresarios fajados, solo tendrán deberes y sanciones. Revisemos bien pues, qué está detrás de tales promesas, dado que seguramente ese vendedor de empanadas de humo, tiene en su closet – o lleva puesta- una franela del «Che».


MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal

Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. directora ejecutiva de Interalianza Consultores.