El impacto de migrar

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Por: Karina Monsalve

Migrar, trasladarse desde el lugar que se habita a otro diferente. Migrar, llegar a un país procedente de otro, migrar dejar tu rutina de vida y cambiarla por otra en un lugar nuevo y generalmente desconocido. 

En estos tiempos, migrar va más allá de un cambio de lugar, representa un cambio desde el interior de la persona que migra, de sueños, de proyectos, de logros, de frustraciones, angustias y también de esperanzas. 

Muchos son los motivos que se tienen en los países menos desarrollados para querer irse de su país de origen, así cada inmigrante tiene un motivo sumamente particular para abandonar su lugar. Mejorar las condiciones económicas, encontrarse con familiares que ya han emigrado, huir de la situación política son solo algunos de estos motivos. 

Una persona puede estar sin trabajo o insatisfecho con su sueldo, o posibilidades económicas, la decisión de migrar no depende únicamente de esto. Intervienen una serie de factores internos importantes tales como: la existencia de alternativas, la satisfacción con la vida en el lugar de residencia, las posibilidades en otras áreas y hasta factores meramente psicológicos.

La experiencia de migrar requiere de aprender un nuevo lenguaje, incursionar en nuevos y diferentes sistemas, reestablecer y crear nuevas conexiones sociales e incorporar nuevas normas, requiere de un ajuste sustancial que en muchas ocasiones provoca altos índices de estrés y ansiedad. Por lo que para los migrantes es un reto el poder “acomodar” todas las influencias adicionales, como es el contacto con una nueva cultura, la adaptación a un medio ambiente diferente y el tener que adaptar su propia historia dentro de su vida en un país nuevo que pueden representar una situación de riesgo.

La literatura reporta que cuando se deja el lugar de origen, dentro de los estresores potenciales que entran en juego se ubican: la pérdida de relaciones cercanas, de un estilo de vida “conocido”, la inserción a la comunidad, entre otros. Mientras que en el encuentro con el lugar de destino, los estresores a los que se enfrenta el migrante pueden ir desde un nivel financiero poco estable, presión para desarrollarse y emplearse cuanto antes, miedo a ser deportado, insatisfacción por ser indocumentado y vulnerabilidad a la discriminación social, por mencionar algunos.

Como consecuencia, para lograr este proceso de acoplo entre ambos estilos de vida (el que se deja y el que se inicia) y lograr aculturarse de manera óptima, el migrante requiere de determinados recursos internos; mismos que ya trae consigo y ha desarrollado, como medio de funcionamiento social, desde su lugar de origen: 

  • La capacidad de planeación y toma de decisiones de conductas dirigidas hacia una meta específica.
  • Capacidad de responder o resolver estresores externos, desde un sector de la población altamente vulnerable a emigrar, ya sea por tradición cultural, por migración familiar, por crisis económica familiar, o bien, por deseos de aventurarse.

De acuerdo con los estudios los inmigrantes que deciden dejar el país donde vivían tienden a ser más perseverantes cuando se trata de alcanzar sus objetivos, poseen una inclinación que los orienta más hacia el trabajo, además de contar con una mayor motivación interna en comparación con quienes deciden permanecer en sus comunidades. 

Actualmente afrontamos una crisis humanitaria sin precedentes en el mundo que está provocando que millones de personas estén desplazándose. La crisis humanitaria que viven las fronteras del mundo ha hecho que la ciudadanía tome conciencia del sufrimiento de millones de personas que huyen desesperadamente de sus países y pone en evidencia la urgente necesidad de desarrollar acciones que alivien el sufrimiento de estas personas y promuevan justicia social en nuestras sociedades.


KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.