El espectro del Primero de Mayo

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Por: Carlos Hermoso

El Día Internacional del Trabajador ya no expresa el espíritu de lucha de la clase obrera por un mundo mejor. Ese aliento corresponde ser rescatado por quienes creemos que los trabajadores tienen una misión histórica para el avance de la humanidad. Desde hace rato, las acciones en esta fecha han sido poco consecuentes con la tradición. A escala internacional la cosa no es muy diferente, con una que otra salvedad.

Como conmemoración de la acción de protesta de centenares de obreros exigiendo disminuir la jornada a ocho horas, y que terminó con la ejecución de los 8 mártires de Chicago en 1886, se establece el Primero de Mayo como día del trabajador. Desde 1889 en adelante, en todos los países del mundo, esa fecha de cada año va a ser un día de luchas por las reivindicaciones de los trabajadores y por la superación de las relaciones sociales imperantes basadas en la explotación. De allí que este día se convirtió en una alegoría de los trabajadores y de las fuerzas socialistas, comunistas y revolucionarias. Sin embargo, ese espíritu fue dando paso a las posiciones reformistas, en conformidad con el avance de ideas contrarias al cambio radical de la sociedad.

Más recientemente, con el descalabro del movimiento sindical clasista, las fuerzas plegadas al liberalismo asumen la hegemonía de la conducción de buena parte del sindicalismo a escala mundial, apuntaladas por la ofensiva de la oligarquía financiera internacional. El debilitamiento de las fuerzas políticas revolucionarias no es una razón más, sino la determinación fundamental del adocenamiento del movimiento sindical a escala mundial. De allí las nuevas características de la fecha, que en otros tiempos llenaba las calles de consignas con contenido sobre las aspiraciones inmediatas y mediatas de los obreros.

No es la presencia de la pandemia lo que lleva a esto. Es un proceso de muchos años que ha ido parejo al desarrollo de las corrientes reformistas y liberales en el movimiento obrero y sindical. Se ha venido mermando su carácter clasista de tiempo atrás. De allí que haya cambiado ese espíritu de lucha por el cambio radical que reinó en esa emblemática fecha para los trabajadores.


Más recientemente, con el descalabro del movimiento sindical clasista, las fuerzas plegadas al liberalismo asumen la hegemonía de la conducción de buena parte del sindicalismo a escala mundial, apuntaladas por la ofensiva de la oligarquía financiera internacional

Carlos Hermoso

El espíritu de esta fecha debe retomar su sentido original, debe reivindicarse el que imperó por décadas que despertaba la gesta histórica de la clase obrera. Los desfiles de carrozas y festividades de los explotadores deben dar paso al sentido subversivo con el que se nutrió este día.

Primero de Mayo en Venezuela: destrucción de la clase obrera y del movimiento sindical

En el caso venezolano, el Primero de Mayo —como muchos emblemas de las luchas de los trabajadores y de los pueblos del mundo— ha sido secuestrado por el chavismo de manera cínica. Mientras los sectores laborales del país son los que más han sufrido las consecuencias de la crisis creada, los chavistas se muestran como sus representantes.

Jamás en la historia de Venezuela se había producido un retroceso tan grande en las condiciones de vida de la clase obrera. Ha sido diezmada por la mafia gobernante. Ha disminuido el proletariado industrial a un mínimo histórico en más de 60 años. Lo más lamentable es que ha sido atizada esta tragedia en su mismo nombre y en el del “socialismo”. Y entretanto la oligarquía financiera se consolida con la nueva sangre que le inyectan los chavistas.

La destrucción de la industria ha conducido al exterminio de buena parte de la clase obrera. Van a la par. Es el resultado de una política cuyo inicio lo podemos ubicar en 1989, pero que ha alcanzado su máxima expresión desde 1999. El chavismo terminó por socavar al máximo el parque industrial, mientras permite la importación de bienes que sustituyen el producto nativo.

Los empleados públicos, por su parte, sufren una merma nominal y real en sus ingresos que, en términos relativos, nunca antes había sido llevada a este grado. El chavismo logró el milagro de desaparecer el salario de los trabajadores del Estado. Por lo que no tiene sentido ser funcionario público sin obtener paga alguna que no sea un emolumento que apenas alcanza para un pan a la semana.


Jamás en la historia de Venezuela se había producido un retroceso tan grande en las condiciones de vida de la clase obrera. Ha sido diezmada por la mafia gobernante. Ha disminuido el proletariado industrial a un mínimo histórico en más de 60 años

Carlos Hermoso

La merma de la plantilla en la administración pública ha conducido a que muchos servicios hayan perdido eficacia. Otros se han ido privatizando en términos relativos. Los funcionarios cobran aparte por cualquier diligencia elemental. Los servicios policiales y de seguridad van parejos a su descomposición. Cobran por protección. Por multas. En las alcabalas producto de la pandemia o las que se inventan, cobran para dejar circular.

El movimiento sindical, por su parte, encuentra limitaciones que vienen de dos vertientes principales. De una parte, la tradición del sindicalismo proveniente del bipartidismo que, de reformista, devino en liberal e incluso pierde la perspectiva hasta en la lucha por las demandas más elementales de los trabajadores. Por otra parte, el chavismo ha logrado corporativizar parte del sindicalismo, atando la perspectiva de los trabajadores a los intereses de la dictadura. De esta manera, las perversiones de antaño han adquirido una dimensión superlativa. Las mafias sindicales siguen vigentes, pero ahora vinculadas al pranato, sobre todo en el sector de la construcción y la minería, aunque ya extiende sus tentáculos a otros sectores de la producción.

El salario

Desaparecieron, como ya indicamos, el salario y los sueldos de la administración pública. Sin resistencia alguna —salvo la renuncia del personal más capacitado—, el ingreso se reduce a los 6 dólares, en el mejor de los casos, y con los bonos se eleva a unos 8, al cambio del día. Aun así, el sindicalismo en el sector público muy poco hace en las luchas por el rescate del salario.

Entretanto, los trabajadores productivos alcanzan salarios mucho más elevados en relación con los empleados públicos. Sin embargo, están entre los salarios más bajos del planeta entero, y siguiendo el “buen” ejemplo del régimen la mayor parte es expresada en forma de bonificación. La ley del valor va a hacer lo suyo. Por la tendencia a que el precio se aproxime al valor de cambio de la mercancía, la fuerza de trabajo, como toda mercancía, no va a escapar de esta propensión. Los capitalistas se han visto obligados a aumentar el salario ya que las condiciones de reproducción demandan de un ingreso muy superior al establecido por el gobierno. Para ser explotados, los obreros deben recibir ingresos que al menos les permitan vivir con suficientes alimentos para aguantar la jornada productiva. La baja del salario en la empresa privada se verá apuntalada por la “ley contra el bloqueo”, ya que mediante este instrumento se afianza la flexibilización laboral y se desconocen e ilegalizan tanto el sindicato como las acciones eventuales en defensa del salario.

Los trabajadores por cuenta propia son quienes alcanzan los ingresos más importantes. Al no depender de un patrono, no son creadores de plusvalía, por lo que no son productivos. Sin embargo, siendo los que perciben más ingresos no son los que más contribuyen en la elevación de la riqueza social. Algo aportan a la capacidad de demanda social, que permite la realización del producto importado y nativo.

La ideología y la clase obrera

Vivimos tiempos en los cuales las posiciones políticas e ideológicas parecen ser tan flexibles que permiten que los llamados “saltos de talanquera” sean entendidos como meros pasos del andar cotidiano de la política. La carencia de principios parece haber borrado sus límites. La ideología y los principios han adquirido vida propia que le permiten al saltarín descargarse de responsabilidad. De eso no escapan quienes en buena medida han dirigido a los trabajadores por décadas.

Sobre la clase obrera se ha realizado una ofensiva ideológica que busca alejarla de su perspectiva histórica y desarmarla políticamente. Cierto que las ideas vienen de afuera. Prenden en una u otra dirección de acuerdo con las circunstancias que se vivan. Las ideas reformistas y liberales propagadas desde la oligarquía financiera han sido asumidas de manera absoluta por buena parte de la dirección sindical de los trabajadores, en tiempos en que el capitalismo copó el mercado mundial de manera absoluta y desapareció el campo socialista. A tal punto se ha desarrollado esa tendencia que coloca a muchos trabajadores —y, más resaltante aún, a buena parte de los dirigentes sindicales— como defensores de la empresa y de la idea de que ellas son creadoras de empleos, por lo que el trabajador debe estar agradecido.

Lo que conduce a que sea urgente la tarea de rearmar al movimiento de trabajadores y sindical de una conciencia de clase que, reivindicando la autonomía de la clase, propicie la unidad sin perder su condición y perspectiva histórica.

Son tiempos en los cuales los trabajadores tienen metas y tareas urgentes. Es que han sido diezmados sobre todo durante esta dictadura. No cuentan con un movimiento sindical que defienda sus intereses. La corporativización implantada por el chavismo, atando a buena parte del sindicalismo al Estado, convierte a los sindicatos oficialistas en uno de sus apéndices.


Sobre la clase obrera se ha realizado una ofensiva ideológica que busca alejarla de su perspectiva histórica y desarmarla políticamente. Cierto que las ideas vienen de afuera. Prenden en una u otra dirección de acuerdo con las circunstancias que se vivan

Carlos Hermoso

La clase obrera y los trabajadores venezolanos en su conjunto tienen retos por delante. No solamente se trata de las conquistas salariales. Cuenta también el rescate del movimiento sindical para hacerlo su instrumento natural en las luchas contra el patrono.

También es tarea fundamental de los trabajadores reivindicar su condición de factor político decisorio del momento político que vive el país. Las direcciones sindicales del chavismo y de la tradición socialdemócrata y liberal se han encargado de truncar la perspectiva política de los trabajadores en la actual circunstancia contra la dictadura, buscando reducir la lucha a exigencias sociales y económicas. El desempleo y los bajos salario, que obligan a estrategias de supervivencia que apartan a la gente de la actividad política, contribuyen como hecho objetivo a esta situación. Asimismo, las propuestas alternativas que nada le dicen a los trabajadores también ponen su cuota en desalentar su incorporación de lleno en “la política”. De allí que los trabajadores deben enarbolar la propia de manera autónoma que les permita adelantarse a un futuro, luego del desplazamiento del chavismo del poder.

Las metas se resumen en esos tres aspectos. El movimiento de los trabajadores venezolanos, como el país entero, debe ser reconstruido sobre nuevas bases. Son muchas sus heridas y sus carencias, muchas de las cuales las encontramos en ese veneno que han metido en sus venas muchos de quienes los dirigen.


CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD

Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.