Diagnóstico esperanza

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Por: Karina Monsalve

Así como existe la higiene física que tanto cuidamos, también existe la higiene mental y psicológica. Generalmente la salud física es más visible, mientras que la psicológica es más mortificante porque no suele estar a la vista de los exámenes médicos. La falta de higiene mental y psicológica, además de no dejar vivir felices al individuo ni a los que le rodean, comporta también el riesgo de enfermedades psiquiátricas. 

Todos sabemos que en la salud mental hay envuelta una multiplicidad de factores. Para que exista salud mental algunos de estos factores son esenciales. Creemos que entre ellos hay que incluir de un modo especial la fe, la esperanza y el amor. La importancia de estos tres valores cruciales en la vida del ser humano es lo que nos permite llevar una vida de equilibrio.

La esperanza no es una simple decisión de mi voluntad personal ni es tampoco un puro don de Dios ajeno enteramente a mi responsabilidad. Es más bien una combinación de ambos aspectos.

La esperanza es dinámica, multidimensional, central en la vida, altamente personalizada, orientada al futuro, confiere empoderamiento y está relacionada con la ayuda externa y el cuidado; está ligada al concepto de fe, central en todas las grandes religiones y culturas del mundo, a la vez que forma parte de la propia esencia del ser humano. Por otro lado, se reconoce como una necesidad espiritual que nos brinda la motivación para la acción.

Desde el punto de vista psicológico, la esperanza tiene su raíz en el instinto de conservación o supervivencia que se expresa en la lucha por la vida. Es una variante espiritual de un componente biológico. Si ésta es mantenida por motivaciones superficiales o ilusorias tiende a quedarse en una simple situación emotiva sujeta a la inconsciencia o la alternancia con la desesperación netamente emotiva. 


La esperanza es dinámica, multidimensional, central en la vida, altamente personalizada, orientada al futuro, confiere empoderamiento y está relacionada con la ayuda externa y el cuidado

Karina Monsalve

Mientras tanto una persona desesperanzada cree que nunca podrá salir adelante por sí misma, que jamás tendrá éxito en lo que intente, que en ningún caso podrá alcanzar objetivos importantes y que nunca podrá solucionar los diversos problemas que afronte en la vida.

Asimismo, el concepto de desesperanza también ha sido estudiado desde la psicología existencial, donde autores como Víktor Frankl afirma que experimentar que la vida propia tiene sentido se convierte en la fuerza motivacional fundamental del ser humano y una condición de la autorrealización personal.

De esta manera, la experiencia de lograr el sentido se asocia positivamente a la percepción y vivencia de libertad; responsabilidad y autodeterminación; cumplimiento de metas vitales; visión positiva de la vida, del futuro y de sí mismo, y autorrealización.

De acuerdo con este autor, cuando no se alcanza el logro existencial, se origina una frustración que se asocia a la desesperanza, caracterizada por la duda sobre el sentido de la vida y por un vacío existencial que se manifiesta en un estado de tedio, en la percepción de falta de control sobre la propia vida y en la ausencia de metas vitales. 

La desesperanza por una causa existencial puede acentuar el riesgo suicida, más aún en sujetos cuyas condiciones personales de salud física, social y económica son favorables, que cuando tales condiciones no son tan buenas, pero en las que el individuo experimenta el logro mismo de sentido.

De esta manera, rescatamos el concepto del sentido de la vida y de la esperanza como recursos que tenemos los seres humanos para encarar las situaciones difíciles y de crisis, para lograr su resolución con expectativas positivas, de superación, crecimiento y maduración emocional que son claves para nuestro bienestar emocional. 


KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.