Carta al Niño Jesús

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Querido Niño Jesús:

Estuve pensando que ya tú no recibes muchas cartas, sino correos y tuits, pero la verdad es que para un tuit tendría que ser muy largo el hilo, y con relación a un correo, pues si tu conectividad es como la nuestra, tal vez no te llegue. Así estamos aquí. Yo quería decirte, Niño Jesús, que la lista de regalos que quiero es muy larga y sé que la situación está difícil en todo el mundo. Así que no seré muy exigente.

No voy a pedir juguetes de esos caros, como carros que andan con electricidad, porque sabes que aquí hay apagones en todas partes a cualquier hora, pero sí me gustaría que muchos pastores pudieran traer comida a las escuelas y así los niños y niñas puedan alimentarse y puedan estudiar. La maestra dice que la letra con hambre no entra, y yo he escuchado a compañeritos decir que a veces solo comen una vez al día o se comen una arepa sin nada. ¡Me da cosa!

Te voy a pedir que los maestros puedan venir todos los días a la escuela. Ya sé que ellos no son niños y no te hacen cartas, pero ellos nos atienden a nosotros, los niños… A veces hemos visto a algunos con sus zapatos rotos, así como los alumnos… Algunos se vienen a pie; por eso será que se les rompen, digo yo.

¿Estará mal si te pido que los maestros no pongan tantas tareas? No es que uno sea flojo. Hay tareas muy divertidas, como esa de cuando una vez la maestra nos puso a imaginar que íbamos de excursión a la selva del sur de Venezuela, por el Orinoco. ¡Me encantó! ¡Vi muchos animales en el río, como toninas, y hasta navegué en unas curiaras con indígenas! O cuando inventó que nos íbamos en una nave espacial a la Luna a ver cómo veíamos la Tierra. Yo vi muchos humanos peleando y muchos venezolanos caminando a otros países. Pero a veces son tareas aburridas y que no entendemos bien, ¡y como no vamos a clases todos los días!, ¿a quién le pregunta uno? Mi mamá dice que ella no es maestra… ¿El Ángel Gabriel no te podría ayudar en eso?

Te quiero pedir que vuelvan las mamás y los papás de varios compañeritos. No han sido abandonados; los abuelitos y las hermanas mayores los cuidan, pero los abuelitos son para jugar, para que nos echen cuentos, no para estar pendientes de todo. Están algunos muy viejitos y se cansan rápido. En mi salón hay varios, y en el salón de al lado también. A veces están tristes y lloran. Es verdad que los llaman, a veces por videollamadas, pero no es igual que a uno le den la bendición en su cama, con un beso, que lo hagan por el celular.

Mi mamá, que no se ha ido, está pendiente de la vecinita, que tiene mi edad. Es como una madrina y hasta le da la bendición a mi compañerita. Mi mamá es de un grupo de la escuela que se llama Madres Promotoras de Paz, y tiene unas cuantas comadres. Este también pudiera ser un regalo: más madres promotoras de paz, porque ayudan mucho.

Hay algo más complicado que te quiero pedir. ¿No podrías con los pastores y más ángeles que te ayuden a recoger tanta bala perdida que hay por la comunidad? No sé por qué les dicen “balas perdidas”, porque la verdad es que siempre encuentran a alguien a quien herir o matar. El hermano de una compañera murió por una bala de esas. Venía de la bodega, se presentó una pelea entre dos bandas, y él corrió, pero lo alcanzó una “bala perdida”. Y a veces también los policías tienen de esas… Uno les tiene miedo. Sería mejor que en vez de intercambiar balas, la gente intercambiara caramelos, arepas, saludos…

Yo leí en la Biblia de mi mamá que cuando tú naciste, un rey muy malo llamado Herodes mandó a matar a niños inocentes. Yo digo que Herodes tiene sus herederos, porque aquí también mueren inocentes, a veces por estar mal alimentados, a veces porque están en los hospitales y no hay cómo tratarlos, y a veces también son maltratados.

Pero yo también conozco gente muy buena que defiende a los niños y niñas. A algunos los llaman “defensores de derechos”. Están en una red, pero no para pescar, sino para ayudarse y poder defender a los niños y niñas. No sé qué comen, Niño Jesús, pero parece que no se cansan. ¿No les puedes regalar a cada uno un Ángel de la Guarda? Yo tengo uno y le rezo todos los días: “Ángel de la Guarda / dulce compañía / no me desampares / ni de noche ni de día”.

Se me ocurre que también puedes hablar con los Reyes Magos y decirles que no traigan de regalo oro, porque es muy peligroso andar con oro aquí: te pueden romper una oreja, como le pasó el otro día a una señora en el centro. Que tampoco traigan incienso, porque aquí dicen que eso es para adular, y una cosa es reconocer las cosas buenas que hacen los demás, como cuando yo hago un dibujo bonito y la maestra lo pone en la cartelera o mi mamá lo pone en la nevera, y otra cosa es adular. Y tampoco mirra. Para qué, nadie sabe qué es eso… Mejor que traigan harina para las arepas, hallacas, dulce de lechosa. ¿Qué te parece?

Bueno, Niño Jesús, hasta aquí llego yo. Si la carta la hiciera mi mamá, pediría otras cosas, como que el agua llegue todos los días por tubería para no tener que andar persiguiendo camiones cisternas, o que por fin viniera el gas…

No quiero terminar esta carta sin pedirte que en todas las casas nos llevemos bien, que no haya pleitos, que a los niños no se les pegue, no se les grite —seguro que ni la Virgen María ni San José te pegaban—, que se puedan reunir en estos días y canten aguinaldos como los que nos enseñan en el colegio: Niño lindo o Precioso querube. Hay unos muy bonitos y cantar siempre alegra. Y de paso, te regalo esta estrofa que hicimos en el colegio: Mira, Niño Lindo / danos una mano / pa’ que en Venezuela / seamos como hermanos // Y un abrazo a tu papá y a tu mamá.

LUISA PERNALETE | @luisaconpaz

Educadora en zonas populares por más de 40 años. Utiliza el sentido del humor como herramienta pedagógica.

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