Advertencia: Niñas reales se utilizaron para la realización de Cuties

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Por: María Verónica Degwitz

¿Se imaginan qué pasaría si un director decide hacer una película en la que tortura a cinco perros para enviar un mensaje de crítica a la tortura de animales? Me imagino que, con mucha razón, el público levantaría voces de alarma para denunciarlo. Pues esto está pasando con la película francesa Cuties, estrenada en Netflix la semana pasada y ganadora de varios premios en el festival de Sundance.

Los defensores de la película afirman que el mensaje es necesario, y justifican las escenas de bailes sexuales y los encuadres de cámara que enfocan las partes íntimas de las niñas. Es como si no hubiese otra manera de denunciar la hipersexualización de la niñez, que recreando con niñas de 11 años lo mismo que se critica en la película. Y este es el tema central de la protesta: no es el mensaje de denuncia, que todos consideramos pertinente y necesario ante el auge de redes sociales como tik-tok en las que niñas pequeñas caen en esta misma sexualización; es la utilización de las imágenes de las niñas en escenas que, por su tema y por el manejo de cámara, pueden ser consideradas pornografía infantil.

Pareciera entonces que el fin justifica los medios. Que el mensaje de la película nos debería hacer pasar por alto que estamos proporcionando material gratis y fácilmente disponible para los pedófilos alrededor del mundo. Que no existe ningún problema en poner a bailar sugestivamente a niñas de 11 años mientras tocan sus genitales, si lo haces con un fin noble como la denuncia de esta situación. La realidad es que el fin nunca justifica los medios, y perpetuar en cámara lo que se critica es una señal de incoherencia e hipocresía.

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Los defensores de la película afirman que el mensaje es necesario, y justifican las escenas de bailes sexuales y los encuadres de cámara que enfocan las partes íntimas de las niñas. Es como si no hubiese otra manera de denunciar la hipersexualización de la niñez, que recreando con niñas de 11 años lo mismo que se critica en la película

María Verónica Degwitz

Llama la atención como una sociedad que se ofende por la utilización de un disfraz de una cultura que no es la propia, denominándolo apropiación cultural, o que está dispuesta a acabar con la carrera de alguien por un comentario expresado hace muchos años, se tome con tanta ligereza el tema de la explotación infantil. Y es que parece que las discusiones sobre temas de cultura actual se popularizan en la diatriba izquierda-derecha. La identificación política ha mellado en nuestra manera de ver el mundo, y cada vez somos menos capaces de hacer juicios de valor desde nuestra propia perspectiva sin buscar referentes morales que se identifiquen con nuestro lado de la realidad. El problema es que los referentes morales no son tales. Basta con ver los recientes escándalos en el mundo del cine para entender que el hecho de que la película haya sido aclamada por la crítica en Sundance no ofrece ningún tipo de garantía moral; y aquellos que utilizan ese reconocimiento como justificación quedan en evidencia.

Ante la reacción del público, muchos corren a defender la libertad de expresión: “Si no te gusta, no la veas”, olvidando que la protesta, la denuncia y el boicot son también expresión de nuestra libertad. La libertad no es exclusiva del realizador ni del artista. El público cuenta con la misma libertad para denunciar o criticar sin que por ello esté restringiendo la libertad de expresión del artista.

El hecho de que esta discusión se esté dando, revela mucho sobre nuestra sociedad. Como afirma el profesor de Harvard Adrian Vermeule: “No es exactamente la película… la que normaliza una nueva frontera de desviación; es el hecho mismo de que se está produciendo un fuerte debate sobre la película. En una sociedad con límites saludables o leyes bien ordenadas, tal barbarie no solo no se haría, ni siquiera se pensaría en ella”. Quizás se ha perdido el sentido común, o nuestras ansias de ser “mente abierta” nos han traído hasta estas aguas. Ojalá que nos tomáramos en serio lo que dice en la advertencia de los créditos iniciales de algunas películas: que ningún ser humano haya sido dañado en la realización de estas películas.


MARÍA VERÓNICA DEGWITZ | @enlasalademicasa

Comunicadora Social y Máster en Ciencias de la familia. Mamá de 5 niños y autora del blog enlasalademicasa.com