6D: el vacío como metáfora

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Por: Jonathan Gutiérrez

Vacío. Esa es la síntesis de la jornada del #6D. Y metáfora de lo que sentimos los ciudadanos ante la ausencia de alternativas de un cambio político. Expresión de apatía, desconfianza, agotamiento, confusión. Respuesta a un proceso viciado marcado por la duda, la desinformación.

No llegamos acá de imprevisto. Es la consecuencia de un sistemático proceso de “desdemocratización” que transgrede la Constitución, está al margen de toda legalidad y legitimidad, y vulnera los derechos políticos de los venezolanos.

Nunca apoyo la no participación, es la vía abierta a la antipolítica, pero tampoco la democracia se puede reducir solo a sufragar, sin comprender el contexto en el que ocurre tal acto. El rasgo “no democrático” de esta elección -si es que se puede catalogar como tal- era evidente.

Hay tres condiciones mínimas antes de que haya alguna posibilidad de hablar de democracia: 1. Sin Estado de derecho; 2. Sin elecciones libres y confiables que garanticen las libertades políticas y la pluralidad; y 3. Sin partidos no cooptados y de contrapeso, no hay democracia.

La abstención de la jornada del #6D tiene una significación simbólica. Y nos corresponde hacer la lectura debida. Se transfigura en una clara desconfianza en el sistema electoral (que usurpó incluso la identidad de los partidos) y en una crisis de representatividad política severa.

Los efectos son evidentes y preocupan: la “despolitización” de la sociedad venezolana. No es un triunfo de nadie. Es una pérdida de todos. La indiferencia ante el evento electoral fue contundente.


Nunca apoyo la no participación, es la vía abierta a la antipolítica, pero tampoco la democracia se puede reducir solo a sufragar, sin comprender el contexto en el que ocurre tal acto. El rasgo “no democrático” de esta elección -si es que se puede catalogar como tal- era evidente

Jonathan Gutiérrez

Para hacer el escenario más dramático, esto ocurre ante una realidad inexorable: estamos gobernados por un régimen no democrático para el que la democracia tan solo es una fachada discursiva, de construcción de un relato, que le permite detentar y mantener el poder.

En esta pseudo-democracia quedan algunos vestigios de institucionalidad, pero son estéticos. El sistema coexiste o es dominado por un modelo no democrático y de carácter autoritario que controla al Estado.

Las proyecciones indican –tal como estaba cantado- que después de este #6D el Gobierno se hará con la mayoría de la Asamblea Nacional y todos los poderes públicos quedarán bajo su control absoluto. Un dominio hegemónico que socava la República.

Los retos no son pocos. El primero, la necesidad de renovación de liderazgos y/o reconexión con el sentimiento de la gente. La “despolitización” no se traduce en inacción. La ciudadanía anhela un cambio y aspira a que le ofrezcan alternativas coherentes que le permitan volver a confiar.

El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (Ovcs) registra cada día decenas de protestas de ciudadanos que salen a las calles a alzar sus voces ante la crisis. Manifestaciones incluso de la militancia chavista que sufrió una clara desmovilización este #6D. Hay una fuerza ciudadana que se expresa activamente y quiere participar.


Los retos no son pocos. El primero, la necesidad de renovación de liderazgos y/o reconexión con el sentimiento de la gente. La “despolitización” no se traduce en inacción

Jonathan Gutiérrez

Ahora, renovación no es cambiar fichas por un liderazgo “cooptado”, producto de una desagregación que ha fragmentado y atomizado a los partidos. O políticos con un halo de sospecha que le hacen el juego al gobierno. Es la “oposición” que calza al molde del régimen.

Una renovación también significa salir del “estancamiento político” de los liderazgos opositores dominantes, que a pesar de los obstáculos padecidos (inhabilitaciones, exilio, persecución, prisión, amenazas) que debilitaron o anularon su accionar, esto no los exime de su responsabilidad. Cometieron una sucesión de errores y decisiones desacertadas, una tras otra, que nos condujeron al punto de inercia en el que nos encontramos.

Hay una necesidad apremiante de revinculación de los distintos actores de la sociedad política para crear estrategias certeras que le permitan reconectar con la sociedad civil a través de un proyecto común que articule la fuerza ciudadana que desea el cambio. Obviamente, no es una tarea sencilla. Nadie tiene la fórmula. Pero hay que hacer el esfuerzo de propiciar una sinergia colectiva que retome el camino hacia la recuperación de la democracia.

A pesar de las señales de regresión democrática, y de que no se vislumbra por ahora una transición política, en un análisis prospectivo, me inclino por el más optimista. Al quedar la “democracia” convertida en un barniz de apariencia, sin legitimidad, la institucionalidad del Estado se transfigura en un cascarón #vacío (la palabra del día) y pudiese ocurrir, por qué no,
un “efecto boomerang” que resquebraje al régimen, o lo implosione, y que sea el principio de ese anhelo colectivo.


JONATHAN GUTIÉRREZ | @jon_gut

Periodista de la UCAB. Egresado en Innovación Política de la AIP de Buenos Aires y The University of Arizona (College of Social & Behavioral Sciences/Latin American Studies)