Tucupita.- Los habitantes de la apartada geografía del Bajo Orinoco, persisten con sus denuncias de la falta de medicinas y la atención primaria en las comunidades localizadas en los municipios Antonio Díaz y Pedernales. Un dirigente warao que prefirió mantener su identidad en la reserva por temor a represalias informó, este 3 de noviembre, sobre la ausencia absoluta de medicina en las comunidades diseminadas en los caños y ríos del Delta Amacuro. En su testimonio, ofrecido vía telefónica a El Pitazo, afirmó que los hospitales tienen sus estanterías vacías.
Esta afirmación fue hecha a raíz de lo dicho por la gobernadora del estado Delta Amacuro, Lizeta Hernández, este 2 de noviembre, quien habló sobre la dotación de ambulancias a la zona: “entregaremos próximamente las ambulancias fluviales a los municipios Antonio Díaz y Pedernales, totalmente repotenciadas para salvar vidas” prometió.
Al respecto, el representante warao cuestionó el anuncio de la primera mandataria, justificando su apreciación por la carencia absoluta a que han sido sometidos los hospitales localizados en las comunidades waraos: “el hospital Luis Gómez de Nabasanuka tiene más de cinco años sin medicinas, carece de energía eléctrica, las mujeres paren a la luz de las antorchas”, aseguró.
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Santiago Moraleda, un enfermero jubilado de la zona asegura que al menos 220 dispensarios de atención primaria desaparecieron ante la falta de monitoreo, dotación de medicamentos y mantenimientos de las infraestructuras: “Abandonaron la atención a la salud en las comunidades indígenas”, sostiene.
La falta de vacuna en la zona es otro factor que indica el deterioro del sistema de salud en las comunidades del estado Delta Amacuro. La presencia de enfermedades endémicas como la diarrea, la malaria, el paludismo y la tuberculosis repuntan en las comunidades indígenas.
El extrabajador de la antigua dirección de Malariología y excandidato de la Alcaldía del municipio Antonio Díaz, Alexis Medina ratificó el colapso de las fumigaciones en las comunidades del bajo delta: “acabaron con todo, no hay logística, colapsaron las embarcaciones, los caseríos más nunca fueron objetos de fumigación como se hacía en las décadas de los ochenta y noventa”, afirmó en entrevista para El Pitazo.