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domingo, 28 abril, 2024
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Entre cantos y peticiones por su beatificación, feligresía conmemoró centenario de José Gregorio Hernández

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Caracas. Al médico de los pobres y del alma le agradecieron los favores recibidos y lo acompañaron desde la medianoche del sábado 29 de junio, cuando inició la primera eucaristía en conmemoración de sus 100 años de fallecimiento.

Entre lágrimas, cantos y sonrisas, la imagen de José Gregorio fue venerada este 29 de junio

«Da paz y consuelo a todo el que sufre, salud al enfermo», es parte del coro del Himno a José Gregorio Hernández, que se dio a conocer este 29 de junio, cuando se conmemoraron los 100 años de su partida.


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DEVOCIÓN Y ESPERANZA ACOMPAÑAN EL CAMINO DEL VENERABLE HACIA LA BEATIFICACIÓN

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La iglesia Nuestra Señora de la Candelaria recibió a la feligresía desde la medianoche para rogar a Dios por la pronta beatificación del médico de los pobres y venerar su imagen.

Jesús Monsalve no paraba de llorar. Colocaba sus manos sobre el mármol verde donde reposan los restos de José Gregorio Hernández,en el ala este de la iglesia.

Allí permaneció unos pocos minutos junto a su nieto, dando gracias y persignándose. De cinco en cinco pasaban a la pequeña sala donde se encuentra el cuerpo del religioso.

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Para él, vecino de la parroquia La Candelaria, José Gregorio es fe, esperanza, devoción y alegría. En sus tribulaciones acude a Dios, pero no se despega de una estampita del hombre que unió la ciencia con el poder de la oración.

Así piensa Petra Cedeño, quien agradece diariamente por los favores que le ha concedido, muy especialmente, por salvar la vida de su hijo y por protegerla en una operación de histerectomía.

Pero a José Gregorio no solo le agradecen las desapariciones de patologías o dolencias, también lo veneran porque «cura el alma».

En el año 1970, Baldomero Sánchez se quedó sin su madre y a cargo de cuatro hermanos pequeños; en ese momento pensó que el mundo se le venía encima y su desesperación lo llevó a pensar que era mejor quitarse la vida.

Con regularidad visitaba a «Goyo» en el Cementerio General del Sur, donde estuvo hasta 1975, y un día, mientras le decía que ya no podía más, desenfundó su arma para dispararse en la cabeza, pero una mano se impuso en su hombro izquierdo y le dijo: «hombre, no haga eso».

Baldomero respiró, bajó el arma y cuando miró hacia atrás, no había nadie. Por un tiempo, acudió a tratamientos psiquiátricos que lo ayudaron a superar la situación, pero no dejó de visitar al médico de los pobres, a quien considera como el salvador de su vida.

Conmemoración del centenario

El sábado 29 de junio, a las 6:10 p.m., se celebró la última misa en conmemoración al centenario de la muerte de José Gregorio Hernández.

El cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, fue el sacerdote celebrante, quien describió al venerable como un hombre imposible de imitar, pero a la vez con un ejemplo de vida que debería ser considerado por cada hombre y cada mujer que quiere vivir en santidad.

«¡Qué viva el dr. José Gregorio Hernández!», exclamaba un hombre, que llevaba en sus manos una estampita entregada por el comité organizador del evento religioso, al ver la imagen que salió en procesión y recorrió la plaza La Candelaria, llegó a la esquina de Candilito y entró por la plaza Rafael Urdaneta, adyacente a la iglesia.


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Una mujer con su bebé en brazos trataba de llevar el acelerado ritmo de los sacerdotes que cargaban la imagen de José Gregorio, junto a un arreglo de flores y un microscopio. Se persignaba y ponía las manos sobre su hijo.

Otra pequeña niña no dejaba de gritar con alegría el nombre del siervo de Dios, mientras corría por las plazas, que estaban custodiadas por funcionarios de la Policía Nacional y Guardia del Pueblo.

A cada hora, desde las 12:00 a.m., se oficiaron celebraciones eucarísticas para pedir su glorificación con especial fervor. En sillas de ruedas, con muletas, caminando, la feligresía ratificaba esta petición y pedía la intercesión de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela.

Un pendón gigante con su imagen recibía a los religiosos en la puerta principal, mientras que en los laterales de la plaza La Candelaria se podía adquirir velas, rosarios o imágenes del venerable.

Al término de la celebración eucarística, uno de los sacerdotes agradeció la compañía y la devoción, y aseguró que las actividades por el centenario continuarán durante todo el año.

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