—Chamo ya estoy cansado y aquí no dan comida, dijo un muchacho con una gorra que decía «Unes». Ya tenemos cinco horas aquí.
—No, m… El teniente dijo que había que quedarse hasta el final o nos iban a botar, le respondió un compañero que usaba la misma cachucha.
Ya el reloj marcaba las 2:00 pm de este jueves 21 de noviembre. Estos estudiantes de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes) conversaban sentados en un muro. Mientras, compartían una de las últimas arepas que repartieron para este grupo, que se unió a otros tantos en Los Chaguaramos para celebrar el Día del Estudiante Universitario.
Desde las 10:00 am los jóvenes se concentraron en dos puntos: Zona Rental y Los Chaguaramos. Sí, habían muchos muchachos. Pero la mayoría no eran estudiantes.
Miembros de Unidades de Batalla y Victoria (Ubch), de frentes de partidos políticos afectos a Nicolás Maduro, sindicatos de trabajadores universitarios y funcionarios, muchísimos funcionarios de todas las instituciones del Estado que normalmente ocupan la primera fila de las convocatorias rojas.
Los chalecos de los funcionarios del Saime, del Metro de Caracas, del Seniat y del Ministerio de Educación formaban la mayor parte de la masa que se aglomeraba en los puntos dispuestos por el chavismo para la concentración que tenía como destino el Paseo Los Próceres.
Entre tanto rojo y uniforme institucional, destacaban bajo la tarima instalada en Zona Rental unos niños con camisa beige y azul de la Unidad Educativa Antonio Crema, de El Paraíso. Acompañados de un profesor, los muchachos se aupaban unos a otros para atreverse a declarar a los medios y pedir las tablets que les prometieron desde hace dos años y que todavía no llegan a esta institución llena de muchachos de la Cota 905.
Desperdigados, como las gotas de la lluvia que empezó a caer pasadas las 11:00 am, otros estudiantes se dejaban ver en los alrededores de Plaza Venezuela y Los Símbolos.
Frente a la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), llegaron unos pocos estudiantes de la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada (Unefa), de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos y de la Universidad Nacional Abierta.
Muchos hombres y mujeres, cuya edad seguramente superaba los 35 años, llenaron los espacios de Los Chaguaramos. La mayoría decía pertenecer a algún módulo universitario en el interior del país, pero algunos se mostraban esquivos cuando quien los interpelaba preguntaba el nombre de la institución.
—Nosotras estamos todas aquí obligadas , dijo una estudiante que vestía una camisa de la Escuela de Enfermeras, mientras sus compañeras la miraban con asombro.
— Bueno es verdad. ¡Vamos a decirlo y que lo pongan en todos lados!, gritó otra de las chicas. La directora nos dijo que si no veníamos y nos quedábamos hasta el final nos iban a quitar el cupo.
La crisis también marchó
«Aquí estamos celebrando la felicidad de ser estudiantes, de ser la vanguardia… La tristeza y la desesperación. El desánimo que se vaya a la otra cuadra, a la UCV donde están los que quieren dañar al país», gritó desde la tarima de Los Chaguaramos un dirigente de la UBV.
Pero, llegado el mediodía, la crisis y esa desesperación que el joven quería espantar los alcanzó.
Todos los que recibieron viandas con almuerzos depositaron los restos en contenedores metálicos frente al recinto universitario y, con la misma agilidad con que era botada, un señor mayor, vestido con camisa y corbata, se encargaba de recobrar los envases y agrupar los restos para luego comerlos.
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Más allá, detrás de la tarima, unos muchachos tomaban un líquido amarillo que olía a fruta fermentada mientras se pasaban un cigarro delgado de mano en mano. Unos estudiantes se quejaban de haber hecho una hora de cola para retirar una merienda que no alcanzó para todos.
En el recorrido por el Paseo Colón, para atravesar desde un punto de encuentro al otro, era posible ver a varios hombres vestidos de civiles armados con pistolas que dejaban ver en sus caderas o la espalda.
—Vamos a irnos rapidito porque para esto no vino Guaidó y lo que hay es puro loco chavista, le dijo una mujer a unos amigos con los que cruzaba la calle que da al metro en Plaza Venezuela.
—Esto es más polícia que estudiante, chama. Da miedo, le respondió otra.
Y sí, daba miedo. El despliegue de las fuerzas de seguridad era tal que desde la salida de la autopista y hasta la entrada de Fuerte Tiuna, en Los Proceres, se podían contar al menos 10 ballenas y unos 8 rinocerontes de la Guardia Nacional. Esos mismos vehículos con los que detienen y reprimen las manifestaciones.
Los piquetes de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y de la Guardia proliferaban en el recorrido y se deplegaban en toda la zona que este jueves pretendía ser tomada por estudiantes opositores, que reclamaban un cambio de país que no llega y los chavistas que celebraban la alegría de una Venezuela que no es tal.