San Cristóbal. Con el tercer apagón nacional, el estado Táchira quedó paralizado. Algunos sectores de la ciudad de San Cristóbal y los municipios de frontera tienen más de 40 horas sin servicio eléctrico, lo que afecta la vida cotidiana, pero también a los comerciantes.
Cerca de 70% de los negocios de las zonas comerciales de Barrio Obrero y el centro de la ciudad tienen las santamarías abajo. Aunque tengan planta los puntos de venta que no sean de la empresa telefónica Digitel no están funcionando, y son pocos quienes llegan a cancelar con pesos o dólares.
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Juan tiene una panadería en la parte alta de la capital tachirense. Durante los últimos tres días ha perdido unos 10 bultos de harina, pues cada vez que mete el pan a hornear se va la luz y la pieza se daña. A esto le suma el daño de leche y jugos, pues la cadena de refrigeración se va perdiendo.
Aunque no ha contabilizado la pérdida en dinero, asegura que es al menos 50% de la ganancia de una semana. «Hay que sumar no solo el material que perdemos, también está que debo cancelarle a los trabajadores su sueldo. Ellos no tienen la culpa de que la luz se vaya», expresó. Espera que la luz llegue de manera estable para volver a intentar hacer pan. Parte de la harina que quedó «pasmada» la reutilizará para pan cortado, con el fin de tener alguna ganancia.
Ni agua ni luz
Javier Jaimes, quien administra la bodega de su familia en La Concordia, cerca del Hospital Central, tiene tres días trabajando con una planta. La luz les ha llegado apenas por una hora en tres días, y a esto le suma que desde hace 15 días no reciben el servicio de agua potable, por lo que se ve obligado a salir a buscar en tobos.
Asegura que es muy poco lo que ha vendido y le preocupa pues tiene cuatro hijos que mantener. «A veces pienso que todos vamos a tener que emigrar del país, porque es insoportable», dijo.
Mientras, en el sector La Rotaria, de San Cristóbal, la luz ha llegado tan solo por media hora en tres días. Selenia Ramírez, habitante de la comunidad, manifestó sentirse agobiada pues se ha paralizado su vida y su trabajo. «Ya uno no puede trabajar, cocinar, ni descansar tranquilo. La nevera se calienta y nos tenemos que comer todo rápido por miedo de que se dañe. Esto es insoportable», expresó.
En la frontera tachirense tampoco ha llegado el servicio desde hace tres días. Las comunicaciones en el Táchira son intermitentes, pues con el apagón constante es poca la señal que levanta.
