¡Venezuela atrapada en el fantasma de la ingobernabilidad!

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Por: Marcos Hernández López

La ingobernabilidad tiene circunstancias graves de convulsión, desorden y perturbación, además se considera como la desobediencia civil al orden establecido. En muchos de los gobiernos del mundo se han dado gestiones gubernamentales que no responden a la voluntad popular y esto ha hecho que la mayoría de las personas, al no estar identificadas con ese gobierno, no haga suyas las líneas y ejecutorias del poder, legalmente establecido o no. Es decir, la ingobernabilidad es un momento de emergencia política producido por el descontento social, el concepto que en su esencia tiene conexión con nuestra realidad nacional.

En este momento histórico, en nuestro país, surgen todo tipo de protestas sociales, el régimen busca rápidamente controlar la opinión pública para imponer su sinrazón, incluso activando circunstancialmente blackout informativo que ni redes sociales se salvan. Las fuerzas represivas del Estado están activadas en las calles, las tanquetas circulan donde existan concentraciones y detienen violentamente a los manifestantes. Lo grave es que se confunden Estado y Gobierno, y lo que brota es la cabeza del totalitarismo puro, situación que hace que no funcionen los niveles intermedios que son los que tienen la misión para solucionar las diversas demandas económicas, sociales y políticas de los venezolanos, sin distingo de ideologías políticas.

La revolución bolivariana se viene configurando sobre base de la ingobernabilidad, situación lenta que arruina peligrosamente la democracia, mostrando un escenario económico, social y político de destrucción que se compara con la temeridad en cualquier decisión. Evidentemente, existen aspectos protagónicos para que se desvelara el fantasma de la ingobernabilidad, uno de ellos es la dudosa brecha en los resultados de las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013 Maduro Vs Capriles, comicios muy interpelados por la mayoría de los votantes, situación traumática por sus rápidas derivaciones. Ese evento fue significativo para molestar el sueño de la adormecida intranquilidad nacional general, potenciada con la reelección del 20 de Mayo 2018. 


En este momento histórico, en nuestro país, surgen todo tipo de protestas sociales, el régimen busca rápidamente controlar la opinión pública para imponer su sinrazón, incluso activando circunstancialmente blackout informativo que ni redes sociales se salvan. Las fuerzas represivas del Estado están activadas en las calles, las tanquetas circulan donde existan concentraciones y detienen violentamente a los manifestantes

Marcos Hernández López

La política del país renunció a las costumbres de negociación dialogada y optó por un escenario de lucha por el poder de forma irracional. La oposición se mueve con posturas y estrategias que se deslizan en algunas contradicciones que no le permiten lograr el objetivo del cambio político, mientras Maduro no pierde tiempo, maneja esta perturbación sustancial articulando estrategias y tácticas de su tablero político electoral con el apoyo de la mayoría de los poderes del Estado, el objetivo final es mantener el poder cueste lo que cueste.

Es indiscutible, Nicolás Maduro no es Hugo Chávez, la revolución sin su comandante tiene una bitácora desorientada para buscar rápidas salidas, es innegable que la revolución bolivariana está entrampada en su propio laberinto y cualquiera escapatoria que la pueda beneficiar en cualquier escenario político electoral. 

El liderazgo y astucia de Chávez lo llevó en muchos casos a manejarse estratégicamente, sabía cuándo jugar posición adelantada y radicalizarse, sabía retroceder cuando había que hacerlo, llamaba al diálogo así no se diera en su futuro cercano y mostraba una postura política algo flexible, muchas veces “respetuosa” hacia la oposición y una actitud democrática, indiscutiblemente pensaba en su gobernabilidad. Para algunos chavistas, cuando Maduro asumió el poder por decisión de Chávez sabía que tenía un solo compromiso: preservar la revolución bolivariana. 

Vivimos en una Venezuela compleja por la naturaleza de sus crisis, convoca a entender que estamos a pasos de la ingobernabilidad, la revolución ya no responde ni siquiera a los intereses más básicos de la población en general. En otras palabras, la revolución tiene muchas fisuras difíciles de recomponer, entre ellas ya no conecta con un 80% de los venezolanos que pide a gritos en las calles de Venezuela cambio político YA! En síntesis, la ingobernabilidad no es un estado de encendido y apagado. Es una situación gradual que llega a tal punto que la complejidad en las diferentes crisis que transita Venezuela se pudiera percibir como algo normal impidiendo ver la realidad concreta. Lo grave, puede estarse viviendo en la ingobernabilidad sin estar plenamente consciente de su agudeza.


MARCOS HERNÁNDEZ LÓPEZ | @Hercon44

Sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión