Caracas.- Al buscar un escape de las realidades cotidianas de una Venezuela en crisis, Carmen Borges encuentra consuelo recibiendo visitantes en el techo de su edificio de apartamentos en Caracas cada mañana: grupos de guacamayos azules y dorados que llegan al amanecer, reseña Reuters en su portal web.
De acuerdo a la historia contada a Reuters por Carmen Borges, una terapeuta de medicina alternativa de 49 años, ella se sentó una brillante mañana en mayo sobre su edificio de 11 pisos con una lata de semillas de girasol y una bandeja de bananas, para esperar la llegada de estos guacamayos azules y dorados.
Después de casi una hora que estuvo en el lugar, dos guacamayos aterrizaron en el techo de la azotea del edificio. Uno de los guacamayos se colocaría en la cabeza de Carmen Borges, liberando dos de los típicos graznidos que a menudo resuenan en toda la ciudad caraqueña.
«Esta decidió que es mía, o más bien que soy suya», dijo Borges, quien dice que reconoce al pájaro por una marca en el pico. «Creo que se han convertido en los terapeutas de Caracas», contó al medio digital que la entrevistó, sin alterarse por el ave que le picaba la frente con impaciencia mientras ella pelaba una banana para que el animal comiera.
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Durante mucho tiempo descrito como un punto brillante, en una ciudad que ha estado en declive durante años, las guacamayas de Caracas se han convertido en un mecanismo de escape de la rutina diaria de encontrar agua potable, luchando contra el colapso de Internet y evitando las calles llenas de delincuencia, continúa el artículo de Reuters sobre esta historia de Carmen Borges.
El simple contacto con las guacamayas, cada vez más amigables con la gente, algunas de las cuales están amenazadas por el tráfico de animales, se ha convertido en una alternativa a las salidas de cine o los viajes a la playa que solían ayudar a las personas a relajarse.
Un estudio realizado en 2015 descubrió que Caracas tiene entre 200 y 300 guacamayos azules y amarillos, que se cree que proceden de las selvas del sur de Venezuela, según informó la bióloga María González de la Universidad Simón Bolívar.
»No se han realizado estudios de población desde entonces por falta de fondos», dijo María González sobre esta especie de aves, y agregó que es difícil rastrearlas con transmisores, porque los eliminan.
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«Caracas es perfecta porque tiene muchos árboles, es muy verde, tiene muchos árboles frutales, y no tiene depredadores de guacamayos», explicó la bióloga.
Carmen Borges no ha sido la única en vivir esta experiencia, porque Vitorio Poggi, de 75 años, ha alimentado a las guacamayas durante décadas después de sentirse fascinado por uno que lo siguió mientras viajaba en su motocicleta en la década de 1970.
«Me encanta la forma en que vuelan, especialmente porque vuelan en parejas», contó Poggi durante entrevista en su casa en las afueras de Caracas, donde actualmente alimenta a unas 20 aves dos veces al día.
Con información de Reuters