Ainara Urbina, de 32 años, reside junto a sus tres hijos, un cuñado y su esposo en una casa en el barrio Chapellin, de Caracas. Arrimada, sin “nada propio” y en medio de un vaivén para enfrentar la crisis, esta mujer carga diariamente con el peso en la conciencia de no poder dar a sus hijos lo que quisiera y el vacío en el estómago de incluso pasar un día entero sin comer para que sus niños tengan al menos dos platos al día