El pueblo del estado Trujillo, donde vio la luz el Venerable, espera todavía por el plan prometido para convertir el lugar en un pequeño Vaticano. Sus habitantes conviven entre calles deterioradas y fallas en los servicios, problemas dignos de una solución milagrosa. La beatificación del médico, para sus coterráneos, sería la única manera de ser visibilizados por los gobernantes