José pensó que estaba a punto de alcanzar el sueño americano cuando pasó junto a su madre de 76 años por el río Bravo y subió una colina de tres metros. Ese día sintió que nada peor podía pasarle al entregarse a los oficiales federales. Lo que siguió fueron los días más duros que le han tocado vivir en sus 50 años de vida. Comer burritos y dormir apretado en el piso, como si fuese en una cárcel venezolana, forman parte de las vivencias que este carupanero quiso contarle a El Pitazo