La Guajira pasó de vivir una crisis generalizada a convertirse en un territorio en emergencia agravada por la pandemia del COVID-19. La educación, alimentación y transporte está en total abandono, mientras que el servicio eléctrico y de agua potable es calificado como un lujo por sus habitantes. La violación generalizada de los derechos humanos de los pueblos indígenas atentan contra sus usos y costumbres, espiritualidad y cultura en un ambiente de injusticia y control político