Por Jhonathan Raúl Segovia
Yorman José Campos Montilla, era estudiante del 5to de Informática del Instituto Universitario Mario Briceño Irragory (Iutembi); su vida fue sentenciada a muerte por los equipos policiales de la Operación para la Liberación del Pueblo (OLP), que la mañana del jueves, 23 de octubre de 2015 irrumpió en la casa 17-34 de la calle 10 y a sangre fría le arrebató la vida, simulando un presunto enfrentamiento.
Marilina Montilla, la madre del joven que estaba preparándose para las pasantías cuenta los terroríficos y eternos minutos que vivió junto a su hija, y dos nietos cuando el sonido de las balas acabaron la vida de su hijo menor y yerno (Pedro José Parra La Cruz, 26). «Mi familia es pobre pero honrada, trabajadora, que abrió sus puertas para que los equipos policiales revisarán el inmueble», apuntó.
«Todos fuimos encerrados en un cuarto, y como no consiguieron nada, sacaron del cuarto a Yorman y a Pedro. ¡Los vamos a matar, esa es la orden!, decían los policías como si se tratase de un juego. Para ellos la vida no tenía valor, tenían que despojarle la vida a unos inocentes. Mi hijo tuvo tiempo para mostrarle sus credenciales, notas de estudios, y a pesar de todo lo mataron«, describió su mamá.
La hija de Marilina revela que su nieto le suplico con lágrimas en los ojos que no lo matará, que el no tenía problemas. Los oídos sordos de aquella autoridad solo tenía sed de muerte, de venganza, y a sangre fría, con premeditación y alevosía tras ejecutar el encargo, simularon el enfrentamiento disparándole a la patrulla, y haciendo huecos con un destornillador en las paredes, todo un montaje.
«Lo grave del caso -subraya Montilla- es escuchar a unas autoridades, al Director de Seguridad del Gobierno de Trujillo, Francisco Briceño, al Director de las Fapet, Jairo Pernía, prestarse para justificar la muerte de un inocente, acusándolo de asesino, y de otros graves delitos, sin primero verificar en detalle lo ocurrido sino replicar el supuesto montaje por sus subalternos».
«Ni Briceño, ni Pernía ni nadie tienen como sostener esas acusaciones contra mi hijo», sentencia. «Yorman era un estudiante dedicado, comprometido, decente, y jamás tuvo problemas. Y él, para ayudar con los pagos de sus estudios, había conseguido trabajo en la Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor; su conducta era intachable«, describió con el corazón destrozado su mamá.
Marilina invitó a la opinión pública a no compadecerse con una madre a quien la policía le mató a su hijo, o decir qué madre no defiende a un hijo. «Yorman era un muchacho bueno, quería graduarse, tenía muchos sueños. Y unos funcionarios apoyados por Briceño y Pernía lo tildaron de “Tachuela”«, y ese es el apodo de su otro hijo, quien se fue de la casa hace nueve meses.
Yorman pagó con su vida los errores de su hermano. Los policías actuantes sabían que Yorman no era “El Tachuela”, y aun así le dispararon. El Ministerio Público debe investigar, no permitir los excesos policiales, no certificar la pena de muerte; garantizar los derechos humanos, y piden protección. La muerte de su hijo será denunciada en todas las instancias.
«El descaro no tiene nombre. El Consejo Comunal del final de la calle 10 de Valera desmiente apoyar las acciones de la policía, y rechaza los actos violentos contra más de un decena de familias, donde murieron cuatro personas en un presunto enfrentamiento. La justicia no puede tomarse por sus propias manos. Si hay responsables en acciones punibles deben ser sancionados, no liquidados«, señaló Montilla.
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