Maracay.- La familia de Morella, la mujer que estuvo presuntamente cautiva por su pareja Matías Salazar Moure, nunca perdió la esperanza de que estuviera viva.
Por eso nunca cambiaron el numero telefónico Cantv ni vendieron el inmueble donde vivió. Esperaban que regresara algún día. Después 31 años, el 24 de enero de 2020, recibieron la noticia: Morella estaba viva.
Oscar Hernández, sobrino de Morella, no la conocía porque nació en la década de los 90 y su tía se fue de casa en el año 1988. Ese año, Salazar Moure llevó a la mujer a varios sitios. Estuvo en hoteles y vivió en La Coromoto, en Los Samanes y los últimos 15 años en Los Mangos. En todo momento la quiso alejar de su familia, apunta Hernández.
«Mi abuela siempre hablaba de ella y se creó un hábito en la familia de recordarla, sobre todo en fechas especiales, como su cumpleaños, que es en marzo y navidades», expresó.
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El joven se ha convertido en la voz de Morella, quien ahora se adapta a una vida en libertad que le negaron por muchos años. Hernández conversó con El Pitazo y aportó piezas al rompecabezas que todavía se está armando y que abrió la caja de Pandora sobre la violencia de género en Venezuela.
-¿Cómo se encuentra Morella?
-Está bastante afectada desde el punto de vista psicológico, pero está siendo tratada por un equipo multidisciplinario en compañía de su familia. Físicamente tiene un estado de desnutrición severo, la última vez que la pesaron con ropa estaba en 38 kilos. Está en tratamiento nutricional, tomando vitaminas y recibiendo terapia psicológica. Es atendida por médicos internistas y otros especialistas.
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-Hay mucha gente que todavía no comprende este caso
–Es un caso bastante complejo porque cuesta entender y no estamos acostumbrados a descifrar la violencia psicológica. Creemos que la violencia solo se trata del contacto físico. Y no es así.
Según la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia hay varios tipos de violencia a la que puede estar expuesta la mujer más allá de la agresión física.
–José Luis Briceño, abogado defensor de Matias Salazar Moure, reconoció que su defendido tenía tres mujeres (Ana María, Morella y Fanny) y que no existía delito porque ellas estaban bajo su voluntad y conscientes. ¿Qué opinan de estas apreciaciones?
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–Para nosotros fue indignante. Las palabras de este señor hacen dudar de su profesionalismo y estudio. Dice cosas que carecen de sentido jurídico y a las preguntas de los medios muchas ni si quiera respondió y otras las contestó de manera absurda. Todas las víctimas fueron sometidas a años de amenazas, manipulación, violencia de todo tipo. Quizás ellas (Ana María y Fanny) están bajo el síndrome de Estocolmo, que es común en estos casos. ¿Por qué el abogado no se apoya en las declaraciones de ellas si no que dice que hay un complot político?.
El 24 de enero de 2020 Morella denunció en el Instituto de la Mujer de Aragua (IMA) que su pareja la tenía secuestrada desde hace 31 años. El Tribunal Segundo de delitos en violencia contra la mujer y la Fiscalía 25ª del estado Aragua asumieron el caso bajo el expediente número 000264.
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La única que ha presentado denuncia hasta ahora ha sido Morella. La Fiscalía 25ª de Aragua imputó a Salazar Moure por presuntamente incurrir en los delitos de violencia psicológica, amenaza, violencia sexual y esclavitud sexual, previstos en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con el agravante del artículo 99 del Código Penal. La defensa, sin embargo, manifestó que las acusaciones están centradas en los delitos de prostitución forzada y violencia sexual.
-¿En la familia buscaban a Morella?
-En la familia nunca se dejó de hablar de Morella y se le recordaba. Habían ciertas costumbres para facilitar un eventual regreso de mi tía, y una de esas es que el inmueble donde ella vivía cuando se fue nunca se vendió. El número de teléfono Cantv tampoco se cambió. En la familia nunca se perdió la esperanza de que estuviera viva. Todos a nuestra manera la buscábamos, en redes sociales, en las cuentas del seguro social, en el CNE y en registros de entidades bancarias. Pero ella no estaba suscrita a ningún organismo, estuvo en cautiverio, aislada del mundo y tampoco tenía línea telefónica a nombre de ella. En su momento mi abuela hizo la denuncia en la antigua PTJ, hoy Cicpc, y también se contactó a la mamá de Matías, la señora Margarita, pero ella dijo desconocer el caso y pidió que no molestaran más a su hijo, que los dejarán en paz.
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-¿Qué crees que va a pasar con este caso?
-Mi tía, a pesar de que está bastante nerviosa, confía que el Ministerio Público y los organismos de investigación han actuado con diligencia y espera que se haga justicia.
Morella a los 49 años de edad volvió a casa y retomó el control de su vida, descubrió Internet, ha visto películas y sobre todo ha comenzado a recuperar el tiempo con su familia.
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