Barquisimeto.- En el Hospital Pediátrico Universitario Agustín Zubillaga (Hupaz) de Barquisimeto, la inseguridad arrasó con dos motores bomba en el edificio de consulta externa hace dos meses. Anteriormente se habían llevado cinco aires acondicionados.
«Podemos tener vigilantes, pero no hay seguridad», afirmó el director del hospital pediátrico, Rafael Agüero.
La delincuencia está a la orden del día en las instalaciones, a pesar de contar con un módulo de la Policía de Lara y la custodia de cuatro vigilantes por noche.
Tras el robo de dos motores bomba en el edificio de consulta externa del Hupaz, el servicio fue limitado a cuatro horas diarias: de 8:00 a 10:00 am y de 2:00 a 4:00 pm.
«Si no tenemos agua, estamos en condiciones insalubres; por eso se ha reducido el horario de consulta. La idea es no dejar de atender pacientes. El personal, de muy buena voluntad, está trabajando con baldes de agua», ratificó.
La Gobernación de Lara aprobó el recurso para adquirir dos nuevas bombas. Agüero informó que para la segunda quincena de marzo el edificio de consulta externa contará con el servicio de agua. «El presupuesto es de 1.250 millones de bolívares, con la instalación y la seguridad», adelantó.
A diario, las camareras deben cargar con tobos de agua hasta el edificio de tres plantas. «Varias se han caído en el interín», contó una trabajadora que reservó su identidad.
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También manifestaron que no tienen cloro para el aseo sino amoniaco. «Es muy bueno, pero les causa reacción a algunas personas», dijo la entrevistada.
El lavado de manos y la limpieza de implementos médicos también debe hacerse con baldes, otra razón por la que redujeron el tiempo de consulta, aunque todas las especialidades están habilitadas, aclaró un médico que también se mantuvo en el anonimato.
«El personal ha tratado de pararse y con toda la razón. Se nos hace cuesta arriba; las camareras tienen que cargar con el agua todos los días. La mística es grande; a ninguno se le ha negado la atención. Ahora una consulta fuera puede costar hasta un millón de bolívares», expuso.
Las consultas externas del Hupaz abarcan cardiología, oncología, ginecología, otorrinolaringología, neurología, psiquiatría, endocrinología, traumatología y cirugía, entre otros. Los consultorios están ubicados en un área prestada por el Decanato de Ciencias de la Salud de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (Ucla).
El edificio donde deberían funcionar está en construcción desde hace siete años y los trabajos están paralizados.
Colapsos y prohibiciones
Por otra parte, el director del Hupaz confirmó que el fin de semana pasado colapsaron las tuberías de aguas negras en el centro asistencial y eso afectó los servicios de emergencia y hospitalización del edificio principal. Un área fue desalojada por la contaminación.
«Se encontraron pañales, compresas, toallas sanitarias, y cosas que deberían estar en las papeleras, en todas las columnas y las salidas de aguas negras. Hidrolara atendió el llamado y el espacio ya está completamente limpio», detalló.
Con respecto a la prohibición de repartir comida a los familiares de pacientes en el estacionamiento del pediátrico, Agüero ratificó la medida.
«El estacionamiento no es un lugar para repartir comida. Hemos habilitado un espacio dentro del hospital para que nuestras madres puedan recibir la alimentación. Todo aquel que quiera apoyarlas brindándoles desayuno, almuerzo y cena, con todo el gusto del mundo los podemos recibir, pero en áreas adecuadas. Estamos bregando para el saneamiento ambiental», acotó.
Dotación a medias
En cuanto a la dotación de insumos médicos, respondió que persisten las fallas. «No estamos al 100 %; eso quisiéramos, pero realmente la condición país, el bloqueo, la guerra económica, la imposibilidad de que podamos comprar en el exterior medicamentos nos han imposibilitado la llegada de fármacos a la institución».
Según el testimonio de familiares de los pacientes, la atención del personal es la esperada, pero la escasez de medicinas e insumos los lleva a recorrer varias farmacias para encontrar lo que soliciten.
María Pérez tiene a su sobrino recluido en el Hupaz. Su familia ha gastado más de 12 millones de bolívares para adquirir las ampollas de Ketoprofeno y antibióticos, entre otros insumos.
«Fui hasta la Fundación del Niño de la Gobernación y llamaron a la Dirección de Salud para que nos ayudaran con lo solicitado para la segunda cirugía, que era de emergencia. Me enviaron hasta la Dirección de Salud y allá no me resolvieron; me pidieron pasar en una semana o llamar al 0800salud. Siempre cayó ocupado», reveló.
José Caraballo, de Acarigua, cuyo hijo entró por un cuadro de apendicitis, indicó que también debieron comprar las ampollas de antibiótico y que el niño contrajo una bacteria intrahospitalaria.
Debido al alto costo de los pasajes y las dificultades para adquirir efectivo, él y su familia duermen en las afueras del hospital.