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sábado, 20 abril, 2024
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AUDIO | Ciberodio, un fenómeno sin límites claros

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Foto: Cortesía

Caracas.- “Exacto. Creo que ella más que cómplice o colaboradora es imbécil”, escribió @alonsoian1 en Twitter; “Al asistir convalidaste el proceso. Que forma tan estúpida de quedar mal”, comentó @malejgzz; “1 voto más para el engaño, valida el proceso y valida el sistema. A veces lo mejor que se puede hacer es no hacer nada”, opinó @MiguelVelarde y “Creo que LA CAGASTE”, expresó la cuenta @abg_resistencia. Estos fueron solo cuatro comentarios de los 2.800 que recibió el 30 de julio la activista Rocío San Miguel, presidente de la ONG Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional, por subir un video en su cuenta de Twitter donde aseguraba que en menos de un minuto se podía votar nulo.

Estos ataques, que la literatura científica califica como ciberodio, no son casos aislados. Figuras de las artes y el espectáculo y personas que no son “famosas” también han recibido avalanchas de insultos, obscenidades, tratos discriminatorios y duras críticas.

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Andrés Cañizalez, doctor en Ciencias Políticas y director general de Medianálisis, explica que la Internet y las redes sociales han democratizado de algún modo las comunicaciones. Sin embargo, en el ciberespacio han surgido figuras que solo se expresan de manera negativa y sin respeto por el otro. Unos impulsados por el odio y otros simplemente por la diversión.

“Lo que hizo Rocío San Miguel es perfectamente válido. Fue un acto de libertad de expresión, que uno esté de acuerdo o no, ese es otro tema. A mí me preocupa profundamente que alguien que tenga un ideal o que tenga una opinión sea expuesto de una manera tan salvaje. Al final, la gente no se da cuenta que detrás del teclado o de una cuenta de Instagram hay un ser humano que cuando se le ataca de esa manera, se siente”, comenta Irrael Gómez, publicista y estratega de las redes sociales.

En tres oportunidades distintas Karolay Atúnez ha sido objeto del ciberodio en Twiiter, dos veces fue tendencia | Foto: Instagram

El discurso de odio en las redes sociales

Una foto cuerpo completo de una adolescente, que tapaba un tercio de su cara con su pollina, se hizo tendencia durante siete horas en Twitter el 15 de julio de 2012 y se repitió en marzo de 2013, según documentó el diario La Verdad. “No eres fea, solamente te confunden con Karolay”; o “¿En qué extraño mundo vive Karolay donde esas pollinas están de moda y donde las feas se creen mamis?”, son unos de los ejemplos que cita el diario.
La foto fue subida en aquel momento por Karolay Atúnez, en su cuenta @Soykarolay. Pero actualmente no se encuentra ni la foto ni los comentarios en el perfil Atúnez. Sin embargo, en una búsqueda general se pueden leer comentarios publicados el 26 de abril de 2016 que nuevamente hacen referencia a la joven. @Bmep91 escribió: “#Karolay @Soykarolay dime algo, ¿cómo pudiste utilizar esa pollina e techo, sin sacarte un ojo?”; @NayaJMoreno comentó: “#Karolay tendencia de nuevo jajajaja no puede ser” y @Jesus_Freestyle expresó: “#Karolay tuvo que pagar para dejar de ser virgen!!”.
El ciberodio son aquellos mensajes que a través de la Red insultan, degradan o incitan al odio o a la violencia contra una persona o grupo por su creencia, sexualidad, origen o condición social, según un artículo publicado por el Proyecto Online contra la Xenofobia y la Intolerancia en Medios Digitales (Proxi).

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El discurso de odio en la web tiene sus propias características. Un estudio publicado por el Ajuntament de Barcelona, en España, explica que estos rasgos favorecen la sensación de impunidad y, por otra parte, “lo convierten en un fenómeno descontrolado y dañino”. El estudio caracteriza al discurso en la web de la siguiente manera: “La comunicación es masiva y descentralizada, las redes tienen un enorme potencial multiplicador; los contenidos permanecen indefinidamente si no son borrados, pueden saltar de una plataforma a otra, el uso de seudónimos y del anonimato están muy extendidos, son un medio de comunicación ‘sin fronteras’ y la sensación de virtualidad desinhibe”.
Las características de la web favorecen la difusión del discurso de odio. Sin embargo, el odio es un sentimiento y sus motivos varían de persona a persona. “Los que odian deciden a quién odiar y por qué odiar. Buscan y crean sus propias razones para odiar. Todos, absolutamente todos nosotros, somos potenciales víctimas de ser odiadas por simplemente ser quienes somos. Para odiar no es necesario que el objeto de nuestra emoción sea un sujeto concreto, sino que basta con que sea ‘una determinada clase de persona’”, concluye en un texto, publicado por la página web Criminal-Mente, de Paz Velasco de la Fuente, criminóloga y profesora de la Universidad Católica de Ávila, España.

Se han incrementado en un 48% las demandas de personas que se sienten afectadas o difamadas en las redes sociales | Foto: Instagram

Actores del ciberodio

“Hoy en día las redes sociales permiten como una igualdad. Un tú a tú entre un usuario que tenga cinco seguidores y un líder político o social que puede tener centenares de miles de seguidores. Hace 15 años, como un fan de un artista, o como un seguidor de un político, uno no podía manifestar su inconformidad con lo que hiciera ese artista o ese político”, comenta Cañizalez.
Asimismo, explica que en términos de la capacidad de expresión ha existido un cambio muy importante. Sin embargo, aclara que ese ejercicio de libertad de expresión se diferencia de lo que podrían ser formas orquestadas (laboratorios mediáticos) para descalificar a personas. “En Venezuela hoy en día, en el campo político, estamos en presencia de actores de oposición extrema como de chavismo extremo, que están orquestando acciones para descalificar de manera permanente”.

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Sin embargo, los mensajes de odio en la web no siempre son un ejercicio de la libertad de expresión o responden a una estrategia de los laboratorios mediáticos. “Hay cuentas que se dedican a esto simplemente para crear controversias y polémica. Hay otras cuentas que lo hacen desde la envidia o del odio”, aclara Gómez.
Comenta que quienes lo hacen desde la envidia, “quienes detestan el éxito de los demás”, son conocidos como haters (odiadores): “Un hater cree genuinamente en lo que dice y hace lo imposible por demostrar su punto de vista, así esté equivocado”, agrega Eugenio Duarte, estratega en tecnología de la información, en un artículo publicado en el blog Capacity Academy. También están los trolls, señala Gómez, que difunden este tipo de mensajes solo para molestar, por diversión.
Duarte, en el mismo artículo, explica que hater y troll son términos usados en la web y que se refieren a las personas que se dedican a boicotear, insultar, degradar, ofender, amenazar y difamar a otros. Pero los haters y troles no siempre dan la cara; muchas personas comentan desde el anonimato: “Hay una gran diferencia entre quien molesta dando la cara y de quien lo hace desde el anonimato. En mi opinión, este último no debe ser seguido ni escuchado”, opina Gómez.

2.800 comentarios recibió el tuit de Rocío San Miguel, donde aseguraba que en un minuto se podía votar nulo | Foto: Twitter

Límites de la libertad de expresión

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«No es fácil verme como tendencia mundial. Las redes infectadas de videos, chistes, burlas, memes, humillaciones… Me están violando mi intimidad, mi integridad como mujer. Las consecuencias que pago a nivel mediático, social y emocional quizás sean irreparables”, dijo la actriz venezolana Erika Schwarzgruber en un video que transmitió por Instagram el 28 de marzo de este año. La actriz publicó el video como respuesta a los comentarios que bombardearon sus redes sociales, las 48 horas anteriores, por un video íntimo que fue divulgado en las redes sociales donde participaba ella junto a su exnovio Kent James y la exanimadora Yorgelys Delgado.
“Hay un dicho, que no por dicho deja de tener razón, y es que mis derechos terminan en donde empiezan los derechos de los otros”, comenta Cañizalez.
Explica que los límites son los que establecen el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 13 de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos, donde claramente está delineada la posibilidad amplia y vigorosa que tiene un límite precisamente en el derecho que tienen los otros: “Por tanto, cada uno de nosotros somos seres humanos y tenemos derecho a expresar nuestro punto de vista, pero el otro también tiene derecho a que esos puntos de vista no sean expresados en término de descalificaciones, falsedades, etcétera”.
Sin embargo, Mariengracia Chirinos, directora de Libertades Informativas del Instituto Sociedad y Prensa (IPYS) de Venezuela, explica que los ciudadanos tienen la libertad de expresarse y el resto de la ciudadanía también tiene la obligación de respetar las opiniones de los demás. “Incluso, los estándares internacionales de libertad de expresión hablan de la pluralidad y la diversidad que debe existir aun cuando sean voces críticas, intolerantes o sean mensajes de insultos”.
La especialista además señala que los ciudadanos están en la libertad de expresarse y formular reclamos a los funcionarios públicos o personalidades públicas de manera abierta. Pero aclara que es distinto cuando es un funcionario público el que emite un mensaje agraviante, pues este sí tiene una responsabilidad de tolerancia y respeto a los ciudadanos.
Chirinos comenta que cualquier usuario de las redes sociales está en toda su libertad de expresar sus opiniones mientras no afecte o amenace la vida, integridad física o seguridad de una persona o de su familia.
Entretanto, Gómez comenta: “En las redes sociales es tan nuevo todo lo que está pasando que todavía no hay ningún tipo de legislación o de control. Incluso, se han incrementado en un 48% las demanda de personas que se sienten afectadas, aludidas, chantajeadas o difamadas a través de las redes sociales. Hace un par de años tú decías que ibas a demandar a alguien porque hizo un tuit de ti y la gente se burlaba. Hoy día la cosa cobra más sentido y se sabe que es más serio de lo que se piensa”.

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