Caracas.- La lucha contra el COVID-19 en el ámbito mundial no solo ha implicado restringir la circulación de personas con la imposición de cuarentenas, sino además garantizar el mayor número de pruebas de despistaje de la enfermedad y acelerar la vacunación.
En Venezuela, expertos han cuestionado la realización de pruebas, consideradas de insuficiente, y quedó en evidencia la poca disponibilidad de vacunas. Mientras tanto, el gobierno de Nicolás Maduro ha ampliado por tres semanas la radicalización de la cuarentena, descartando retomar -de momento- el modelo 7+7 que incluye siete días de flexibilización.
Las últimas semanas destaca, además, un aumento considerable en la detección de nuevos casos de coronavirus en el país, siendo Caracas y Miranda las entidades más afectadas.
Los datos correspondientes al lunes 5 de abril -difundidos por el gobierno de Maduro- dan cuenta de 1.425 nuevos contagios y 16 nuevos fallecidos, para un total acumulado de 167.548 casos y 1.678 muertes desde el inicio de la pandemia.
Freddy Ñáñez, ministro de Comunicación de Maduro, precisó que hay 6.784 pacientes asintomáticos, 6.204 con insuficiencia respiratoria aguda leve, 463 con insuficiencia respiratoria aguda moderada y 218 en la unidad de cuidados intensivos.
Además, el domingo 4 de abril se llegó al récord de 1.786 contagios en un solo día.
El proceso de vacunación en Venezuela inició a finales de febrero para la población en más riesgo, como trabajadores sanitarios, pero incluyó a figuras militares y políticas como los miembros de la Asamblea Nacional de Maduro. Posteriormente, el oficialismo anunció que se comenzaría a inmunizar al personal del sector Educación.
El primer lote de vacunas que llegó a Venezuela provino de Rusia, el pasado 13 de febrero. 100.000 dosis de Sputnik V arribaron al Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Sin embargo, la importación es apenas un 1 % del total acordado en diciembre de 2020 entre Maduro y autoridades rusas, cuando prometieron 10 millones de vacunas.
Posteriormente, el 1° de marzo llegaron otras 500.000 dosis de China, específicamente de la farmacéutica Sinopharm, que fue aprobada por Maduro cinco horas antes de que se anunciara su llegada al país. Con este antígeno se comenzó a vacunar el 8 de marzo a 100.000 maestros.
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Cuatro días después llegó otro cargamento, pero esta vez eran otras 100.000 dosis de la vacuna Sputnik V. El ministro oficialista de Salud, Carlos Alvarado, dijo ese mismo día que la meta que mantienen es inmunizar al 70 % de la población.
Las últimas que llegaron a la nación caribeña son otro lote de las rusas, 50.000 dosis el 29 de marzo. Hasta la fecha, han llegado 250.000 dosis de la Sputnik V más 500.000 de la Sinopharm, para un total de 750.000 vacunas.
En total, el país ha recibido 2,5 % de las 10 millones de vacunas rusas prometidas. Y del total de 750.000 dosis solo se puede completar la inmunización de 350.000 personas, pues ambos fármacos requieren la aplicación de dos dosis para cubrir el esquema preventivo.
Maduro, después de rechazar la asignación de vacunas de AstraZeneca del mecanismo COVAX, anunció que prevén realizar ensayos clínicos de los prototipos de vacuna cubanos Soberana 02 y Abdala: hecho que despertó la alerta de la Academia Nacional de Medicina, pues se desconocen los resultados de las pruebas de fase 1 y 2.
Al margen de los casos detectados por el gobierno están los contagios no descubiertos, ya sea por ser asintomáticos u otros motivos, lo cual amenaza con acelerar la transmisión del virus. Desde finales de 2020, José Félix Oletta, médico internista y exministro de Sanidad, advirtió que no se estaban realizando las pruebas de despistaje en la cantidad suficiente para “hacer una evaluación realista de la epidemia”.
En una entrevista con Tal Cual, Oletta explicó que los casos detectados provienen de personas hospitalizadas o de alta sospecha, lo cual excluye a pacientes asintomáticos, con síntomas leves o presintomáticos.
El experto advirtió, desde entonces, que al realizar pruebas solo a los pacientes con síntomas se deja de detectar a más de 50 % de los casos, calificado como un sesgo de muestreo.
En otros países, el despistaje se ha ampliado para que cualquier persona con una posible exposición al virus pueda acceder fácilmente a las pruebas.
“Si usted no busca casos no los encuentra, y si no los encuentra no los reporta, y si los reporta tardíamente no tiene una imagen actualizada de la epidemia; los datos que dan los voceros no son confiables”, declaró Oletta a Tal Cual.
Enrique López Loyo, presidente de la Academia Nacional de Medicina, aseguró el miércoles 31 de marzo que en Venezuela se debe aumentar el número de pruebas PCR que se realizan para detectar los casos de COVID-19.
De acuerdo con López Loyo, entre octubre y enero se hicieron en Venezuela 110 pruebas por cada millón de habitantes; y entre enero y marzo esa cifra aumentó a 770 pruebas PCR por millón de habitantes.
“En cada estado de Venezuela debe haber al menos una máquina de diagnósticos de PCR. Luego hay que hacer una curva para determinar cuál es el comportamiento del número de casos”, explicó López a Unión Radio.
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