A Laura López, de 33 años, 10 años de graduada, pediatra y médica familiar, la pandemia por el COVID-19 le arrebató a un amigo muy querido. Recuerda que eso fue al principio de la llegada del virus al país y cuenta que marcó su experiencia de vida personal y laboral. Fue en ese momento que dijo: “No puedo estar de espaldas a esta realidad y tengo que ayudar a todo el que lo necesite”.
Vive en Caracas y trabaja en un centro de salud público. Dice que en ese tiempo en el que nadie sabía nada, en el que había desconocimiento, el personal sanitario estaba temeroso. “Teníamos miedo porque no sabíamos a qué nos íbamos a enfrentar. No entendíamos mucho sobre la capacidad de contagio y de transmisibilidad increíble de la enfermedad”.
En Maracaibo sucedía lo mismo. Fue justo en Zulia donde falleció como consecuencia del coronavirus el primer médico del país, era epidemiólogo y, desde esa oportunidad, el estado sigue a la cabeza de las estadísticas por muertes de médicos en Venezuela.
También había temor e incertidumbre. Algunos especialistas se retiraron, pero otros decidieron dar un paso al frente como Leopoldo Márquez, 42 años de graduado como médico y 39 siendo neumonólogo.
Para este experto fue un reto y apunta que estos casi dos años atendiendo pacientes COVID-19 le ha dejado “una vasta experiencia en la que ha tocado entender la alta mortalidad, las mutaciones y entender el tratamiento adecuado para cada paciente”.
Leopoldo Márquez, médico de 42 años de experiencia
Ambos médicos coinciden en que si algo ha ayudado a que haya cada vez menos casos graves y severos es la vacuna. López y Márquez coinciden en las etapas pre vacunas y post vacunas. La pediatra sostiene: “Realmente la vacuna protege, ayuda, evita los casos severos. La orientación es que se siga vacunando a la población de forma masiva”.
Márquez complementa que las variantes se han dado y el virus ha mutado porque la vacuna tardó en llegar a toda la población. “Pero el que se esté vacunando a los venezolanos, aunque seguimos viendo una cantidad importante de pacientes, menos grave que antes, demuestra que si bien la vacuna no impide que te enfermes, sí impide que tu enfermedad sea más grave”.
El neumonólogo alienta a que se cumpla con la cuota de vacunar a los venezolanos, porque “mientras haya enfermos, mientras haya muertos y mientras haya pacientes no vacunados, las variantes clínicas se van a seguir dando”.
Incluso, apunta a que si las vacunas se convierten en la solución, en el futuro es posible que haya la necesidad de que cada año o cada dos años se vacune nuevamente a la población, porque es probable que se necesiten refuerzos para que la inmunidad aumente.
La especialista López y el neumonólogo Márquez coinciden en que el virus puede ser atendido por cualquier especialista, siempre y cuando se hagan estudios previos que determinen cómo está cada organismo. Sobre la base de esa evaluación médica y de resultados se determinará el tratamiento para cada caso.
“El virus, a pesar de que tiene unas características propias, se adapta al organismo al cual está afectando; por ende, no se puede encasillar la clínica ni las pautas ni el manejo de los pacientes, sino que tiene que ser de manera individualizada”, explica la pediatra.
López cuenta que durante el tiempo que tiene atendiendo pacientes con COVID-19 se ha dado cuenta de que la enfermedad puede variar en su intensidad, leve, moderada o severa, dependiendo de la condición clínica y el estado de bienestar de cada paciente. “Es una enfermedad viral con un comportamiento inmunológico muy claro, que causa alteración inmunológica”.
Leopoldo Márquez dice que como médico fue aprendiendo de acuerdo a cómo se fue tratando el COVID-19 en el mundo. “Los virus no se atacan con antibióticos. Hay diferentes estudios que van desde el 83 al 85 % de los pacientes que han sido tratados básicamente con antibióticos y sabemos que las enfermedades virales no necesitan antibióticos. Al principio, los tratamientos tienen que ser sintomáticos, independientes: que si tiene tos, para la tos; que si tiene fiebre, para la fiebre”.
Por eso consideran ambos especialistas que el tratamiento a tiempo y el tratamiento específico para cada paciente, de acuerdo con su condición, es lo que ha ayudado. “La enfermedad tiene prácticamente tres fases: una que es infecciosa viral; una segunda fase de infección bacteriana sobreagregada que, en algunos casos, se da y muchas veces no se da. Y después viene una fase de inflamación en ciertas áreas del organismo, sobre todo en los pulmones, y en algunos casos toca al corazón y lo afecta”.
La médica López destaca: “Para atender a pacientes contagiados y sus tratamientos hay signos de alarma, de alertas prematuros, que si se tratan, se evita que las personas desarrollen las cascadas inflamatorias tan severas que ocurren en los órganos. Porque no solamente es pulmonar, sino que también es cardíaco, neurológico, es renal; entonces puede haber una mejor respuesta al tratamiento y, por ende, el paciente puede salir de la enfermedad. Todo esto lo aprendí con el manejo de los pacientes”.
López y Márquez coinciden en que Venezuela está en la cuarta ola de la pandemia. Saben que esta historia se puede contar en dos etapas: la prevacuna y la posvacuna. Ambos destacan que sus pacientes que atendieron el virus a tiempo y con el tratamiento adecuado pudieron salvarse en casa sin necesidad de ir a un hospital centinela o ser intubados o entrar a la Unidad de Cuidados Intensivos.
López piensa que el efecto en la población no ha sido tan severo, pese a la crisis que hay en Venezuela porque dice que en el país “hay mucho talento humano, hay muchos médicos, enfermeras que, de forma independiente, están trabajando y atendiendo a pacientes privados y en los domicilios». “Aunque sí ha habido decesos lamentables -amplía-, no han sido tan severos como realmente se había esperado, tomando en cuenta que nuestro sistema público nacional de salud lastimosamente tiene muchas fallas”.
Márquez lo cuenta desde su óptica y va al principio. “Hay que considerar que una enfermedad de ese tipo, en una Venezuela donde prácticamente el sistema hospitalario está totalmente colapsado, hizo que al principio se empezaran a hacinar los hospitales satélites para la atención de estos pacientes a sabiendas de que ningún hospital sirve, todos tienen déficits importantes, gravísimos unos más que otros”.
Explica el neumonólogo que en el país ha habido picos que disminuyen y que se vuelven a elevar. “Hemos tenido cuatro grandes picos, los hospitales no dan abasto, y no se pueden cumplir las esferas básicas de la evolución de estos pacientes porque no hay donde colocarlos. Se les recibe, muchas veces, no en las áreas más lógicas, sino que los tienen prácticamente arrumados a los pacientes, no a todos se les puede dar atención, la colocación de ciertos medicamentos es deficitario”.
Laura López, pediatra y doctora familiar con 10 años de experiencia
Leopoldo Márquez dictará una charla en un congreso internacional en unos días y hablará sobre su experiencia en la atención a domicilio a pacientes contagiados, los protocolos de no dar un tratamiento único sino uno de acuerdo con la situación de cada. “La verdad es que el médico que no entienda que todos los días tiene que aprender algo no sabe dónde está. Hay cosas que se saben y hay muchas otras que se tienen que aprender y esta va siendo una enfermedad única, una enfermedad nueva. Hay que entender el punto de vista de cómo ver la enfermedad, cómo tratar la enfermedad, cómo evoluciona la enfermedad y también entender que sabemos cuándo empezó y no sabemos cuándo va a terminar”.
Mientras, la doctora López recomienda que no se subestime al enemigo. “El enemigo son los patógenos y, en este caso, el virus. No hay que subestimar a la enfermedad porque el tratamiento oportuno marca la diferencia. Si no se atiende es lamentable. Las pérdidas humanas, personas con mucha capacidad y mucho talento y muchas vidas que lastimosamente fallecen por no entender que la enfermedad tiene sus riesgos y por no creer que están pasando por el virus”.
A manera de anécdota comenta que la mayoría de la población se niega a la enfermedad. “Cuando uno les establece el diagnóstico como médico, las personas no creen tenerlo y existe la etapa de negación temprana, pero una acción oportuna con respecto a la enfermedad marca la diferencia”.
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