Caracas.- Contrario a las estadísticas mundiales, el 71,7 % de los contagiados por COVID-19 en Venezuela tienen entre 0 y 39 años, con 1.046 personas afectadas en esta franja de edad, de un total de 1.459 casos registrados en el país, según datos oficiales.
El grupo comprendido entre los 20 y los 29 años suma 432 contagios, que supone el 29,6% del total, seguido de los infectados con edades entre los 30 y los 39 años, con 343 casos, es decir, el 23,5 %. El 18,6 %, con 271 de afectados por el virus, lo componen los menores y jóvenes de entre 0 y 20 años.
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El 28,3% restante son personas mayores de 39 años, con 413 casos, entre los que se encuentran adultos y ancianos.
Las cinco claves del mayor contagio en la población joven:
Durante las últimas semanas han regresado a Venezuela más de 52.000 ciudadanos que habían migrado a otros países de la región debido a la crisis económica y social, y este sector de la población es mayoritariamente joven.
Cuando el coronavirus se convirtió en pandemia y obligó a los Gobiernos a tomar medidas estrictas para evitar el contagio masivo, los venezolanos vieron como se les cerraron puertas, y se quedaron en una situación muy precaria lejos de su casa, sin trabajo y sin vivienda, en el peor de los casos.
La situación los obligó a volver a Venezuela, donde el coronavirus llegó con menos fuerza que a los países vecinos, como Colombia y Brasil, de donde regresaron la mayoría de los retornados.
Anitza Freitez, directora del Observatorio Venezolano de Migración de la Universidad Católica Andrés Bello, cuenta que en las oleadas migratorias de los últimos años, la mayoría de la población que se fue de Venezuela está entre los 15 y los 29 años, es decir, en edad activa laboralmente hablando.
Y son, precisamente, esas personas las que han regresado al verse abocadas al desempleo y a una situación todavía más precaria que la que vive su país de origen, donde tienen a sus familias y un techo bajo el que cobijarse.
«Es posible que una de las razones importantes sea justamente que esas personas que están regresando pertenecen a ese mismo componente joven», considera Freitez.
Para Freitez, también toma peso que, a pesar de haber sufrido un éxodo importante de la población en edad activa, la estructura de la sociedad venezolana «sigue siendo eminentemente joven, entre los 15 y los 59 años», contrario a lo que ocurre en otros países como España o Italia.
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Esto, por un cálculo de probabilidades, incrementa el riesgo entre la población joven, ya que es mucho mayor que en otros países, especialmente los europeos, y por tanto, con más opciones de contagiarse.
Los migrantes retornados viajan con hijos que ya habían nacido en Venezuela antes de marcharse o han nacido en los países a donde se fueron huyendo de la crisis.
Estos menores están, inevitablemente, en contacto con adultos sin opciones de cumplir con la premisa fundamental para sortear el contagio: la distancia de seguridad.
Pero no solo están en contacto con sus padres o familiares, sino también con otros compatriotas que viajan en el mismo grupo, sin saber si están contagiados o no, lo que incrementa las posibilidades de transmitir la enfermedad a las personas con las que conviven durante el trayecto de vuelta a casa.
«Están huyendo hacia Venezuela, huyendo de la xenofobia, del coronavirus, del coronahambre. Vienen huyendo despavoridos», aseveró el presidente Nicolás Maduro en una de sus recientes intervenciones televisivas.
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), más de 5 millones de venezolanos han salido del país en busca de mejores condiciones de vida.
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La mayoría de migrantes tienen claro a qué se enfrentan cuando salen de su país en busca de una vida mejor y están preparados para casi todo. Pero los cálculos se pierden cuando el mundo se ve invadido, en cuestión de semanas, por una pandemia con la que nadie contaba.
Entre sus planes no estaba regresar, al menos tan pronto, pero el COVID-19 lo cambió todo e incrementó los riesgos iniciales: más hambre, más xenofobia y más peligro en el viaje de vuelta.
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