Caracas.- En las primeras dos semanas de agosto el aumento de casos del nuevo coronavirus en Caracas ha llevado al límite la capacidad de respuesta del Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño. En solo 15 días, del 1° al 16 de agosto, en la institución se atendieron 26% más casos de pacientes con sospecha de la enfermedad. A finales de julio el establecimiento tenía albergados a 120 personas con resultado positivo de pruebas de diagnóstico rápido. El pasado domingo la cifra ascendió a 151 pacientes, confirmaron fuentes del hospital a El Pitazo.
La lentitud en el procesamiento de las muestras de las pruebas de PCR (acrónimo en inglés de Reacción en Cadena de Polimerasa), impiden un descarte rápido de los casos o una atención diferenciada. De los 151 pacientes aislados en el edificio, situado en la urbanización La Yaguara, parroquia El Paraíso, 13 tienen diagnóstico confirmado. El resto son pacientes asintomáticos en espera de resultados. Pese a esta situación, todos permanecen confinados en las mismas áreas que el centro de salud dispuso para la contingencia de coronavirus.
Del total de personas en hospitalización, 14 tienen afecciones moderadas o graves de la enfermedad. Sin embargo, a todos se les confirmó la patología más de dos semanas después de ingresados como sospechosos. En el hospital no se maneja directamente todo el proceso de detección. Los insumos para la toma de muestras los traslada en la mañana un equipo del Ministerio de Salud y la Misión Médica Cubana. Lo que se traduce en una escasez de test, por lo que todo paciente nuevo es remitido a otros establecimientos.
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Hospital de guerra
Las deficiencias acumuladas en el hospital, por la falta de mantenimiento y la sostenida desinversión en equipos e insumos es otro factor que impide un manejo adecuado de los casos. Con laboratorios a 20% de su capacidad, sin reactivos, ni capacidad para realizar exámenes, pacientes se complican sin un conocimiento de su cuadro. Muchos desconocen el estado de sus condiciones previas, o comorbilidades que son la causa de la mayoría de las complicaciones.
“No hay tomógrafo, ni cómo hacer exámenes básicos. Gracias a Dios son muy pocos los pacientes que se han agravado. Los diagnósticos más precisos, si una personas es diabética o hipertensa por ejemplo, se hacen con base en su historia clínica. Pero no hay cómo monitorear el deterioro por el virus. Estamos a ciegas, como un hospital de guerra”, explicó Mayra Aponte, enfermera asignada al área de recuperación.
En cuanto a la ocupación de las camas, el auge de pacientes recluidos obligó a la directiva a solicitar al Ministerio de la Defensa la instalación de un hospital de campaña en uno de los accesos. Semanas antes se destinó gran parte de la sala de emergencia para aislar a un grupo de pacientes. La saturación de los servicios de salud alcanza todas las áreas, en especial por el déficit de personal.
Un grupo de camilleros, obreros y enfermeros han solicitado dedicarse de forma exclusiva a la atención de afectados por la pandemia. Esta modalidad se denegó, pese a que para los trabajadores era la forma más idónea de reducir los riesgos de contagio. Ante la insuficiencia de espacio los detectados como asintomáticos conviven con las personas sospechosas de portar el virus. El protocolo de vigilancia epidemiológica solo se cumple si una orden de la Misión médica cubana lo decide.
