La familia Franceschi lleva seis generaciones en Venezuela dedicada al cultivo de cacao y exportación de sus granos, entre otros derivados. Desde 2004 fabrican los chocolates que fueron galardonados en Inglaterra y otras ciudades del mundo. La variedad cacaotera de la zona Sur del Lago también obtuvo distinciones en Suiza

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Las variedades criollas e híbridos de cacao cultivadas entre el piedemonte andino y la costa sur del estado Zulia, en particular porcelana y guasare, han sido distinguidas internacionalmente por los productos procesados en las últimas dos décadas mediante la firma venezolana Franceschi, una empresa familiar que suma seis generaciones dedicadas a cultivar el rubro y la fabricación de sus chocolates Choroní, Canoabo, Ocumare, Carenero, Río Caribe y Sur del Lago, producidos con material genético de las más representativas regiones cacaoteras de Venezuela.

La reciente distinción otorgada a dos de sus muestras, como son Sur del Lago al 60% y 70%, fue posible en la edición de 2020 del Great Taste Awards, celebrada en Reino Unido, Inglaterra. En el evento lograron calificaciones y estrellas élite en las categoría Simplemente Delicioso y Maravilloso, entre 12.000 muestras que representaban a 106 países. También fueron distinguidas las muestras Río Caribe, Canoabo y Carenero.

La idea de exponer el sabor venezolano en dichas esferas de la gastronomía mundial, según cuenta José Vicente Franceschi, representante de la quinta generación familiar, surgió de sus sobrinos Juan Diego Franceschi, radicado en el exterior, y Claudia Franceschi, quien está al frente de los negocios en Venezuela.

“Teníamos la experiencia de chocolates fabricados con cacao de la zona Sur del Lago, en el occidente del país, que son potenciales ganadores de los concursos europeos. Primero exportamos granos hasta Suiza y en ese país los procesaban. Fueron los suizos quienes consiguieron los primeros galardones para los chocolates de origen criollo”, remarca.

Después vino la siguiente fase. En primera instancia debieron transportar por carretera los granos desde el Sur del Lago hasta Caracas, lo que comprendió un recorrido de 650 kilómetros de distancia. Luego, ya convertido el cacao en barras oscuras y untuosas, viajó en avión unos 7.440 kilómetros hasta Reino Unido.

El proceso resultó ser complejo, explica el empresario, debido a la solicitud de permisos, entregas de requisitos en entes públicos, paso de aduanas y la cancelación de impuestos en suelo europeo. “No se trataba del traslado de chocolate para vender, sino para mostrar en concurso y eso dilata aún más el proceso, además queríamos que llegaran suficientes barras en buenas condiciones porque suelen ser numerosos los jueces que degustan los productos”, dice José Vicente, de 65 años, natural de Carúpano.

El experto cacaotero refiere que entre los años 2000 y 2004 las primeras tabletas doradas, con las que fueron premiados los procesados con cacao nacional, se produjeron en catas y juzgamientos en el viejo continente, aunque bajo el nombre de chocolate Maracaibo, cuyo empaque nació en Europa tras las relaciones comerciales entre Franceschi y la empresa suiza Felchlin.


Es importante resaltar la calidad de nuestro país que es muy variada. En términos de cacao, Venezuela son como tres o cuatro países distintos porque tienes variedades que los diferencian en el Centro, Oriente y Occidente y otras zonas donde crecen árboles con colores, texturas y aromas que denotan la diversidad solo de este cultivo

José Franceschi, productor

Añade José Vicente Franceschi que no solo en Inglaterra los han laureado, sino en eventos celebrados en Nueva York e Italia, donde los expertos en gastronomía reconocen, año tras año, la calidad genética del cacao venezolano por su equilibrio de sabor amargo y baja astringencia, más preponderantemente del Sur del Lago. 

“El producto final nace de mazorcas o maracas conocidas como finas o extrafinas y se ubican en territorios andinos y zulianos como Tucaní, Las Virtudes, Mesa Julia, Santa Apolonia, Caja Seca y Santa Bárbara. Es una zona extensa que une poblaciones de cuatro estados, pero que se complementan con la variedad porcelana, cuya característica es consistente con los más altos estándares de calidad. Su olor y suntuosidad son únicos», expone.

Chocolatería con granos criollos

Los inicios de la comercialización internacional, de acuerdo con José Franceschi, fueron también con la marca italiana Domori, que procesó chocolatería con granos criollos. 

En 2008 Franceschi obtiene los financiamientos que posibilitan consolidar la fábrica chocolatera que está ubicada en Caracas. Desde allí, la familia decide participar en los concursos, pero con creaciones propias, según narra vía telefónica el también administrador de empresas con postgrado en recursos humanos, cursado en Estados Unidos. 

“Es importante resaltar la calidad de nuestro país que es muy variada. En términos de cacao, Venezuela son como tres o cuatro países distintos porque tiene variedades que los diferencian en el Centro, Oriente y Occidente y otras zonas donde crecen árboles con colores, texturas y aromas que denotan la diversidad solo de este cultivo”, destaca José Franceschi.

De aromas cultivados y procesados

La historia de Franceschi nace en 1828, cuando Vicente Franceschi Vicentelli llega a Venezuela procedente de la isla francesa Córcega. Se establece en la península de Paria, estado Sucre. En 1833 adquiere, junto a Francisco Plaza, una bodega con el sueño de producir y brindar calidad de vida en ese territorio.

Allí comenzó la siembra cacaotera, pero al fallecer Plaza, en 1844, 10 años más tarde, Franceschi se hace dueño de la unidad productiva a la que bautiza San José.

En 1991, tras culminar la estatización de la comercialización del rubro, que era potestad del gobierno de Venezuela mediante el Fondo Nacional del Cacao, las venideras generaciones de la familia Franceschi refundan sus espacios. Hoy en día cuenta con 180 hectáreas donde cultivan las variedades de cacao criollo: porcelana, guasare, choroní, chuao, ocumare y canoabo.

En la casa Franceschi, al Oriente del país, se dedican a la clasificación de los granos, el tostado y la elaboración del licor de cacao, que es la masa extraída de los granos. La manufactura de los chocolates la acometen en la capital del país. 


Están surgiendo iniciativas en los municipios, aunque debido a la situación actual muchos proyectos han decaído

Jean Maximiliano Rincón, asesor en agronomía

Ambos frentes de trabajo generan 60 empleos directos y han logrado posicionar sus variedades en el mercado nacional. La venta de los granos es lo que los ha distinguido a lo largo de 190 años de trayectoria cacaotera.

En Venezuela, la fabricación de chocolate se inició en 1860, pero dos siglos antes se tenían registros que desde las zonas de Gibraltar y Bobures, situadas en el municipio Sucre de Zulia, salían a través del puerto fluvial gribraltarense los granos que, en otras latitudes, dieron paso a la distinción venezolana como cuna de los mejores chocolates del mundo. 

Los registros del cacao venezolano dan cuenta de que es en el estado Zulia y su cercanía a Los Andes, donde está la génesis del cacao criollo venezolano y justo después de 1958, tras la Reforma Agraria, fueron introducidas otras variedades procedentes del Delta de Orinoco y de los estados orientales Sucre y Monagas.

Las cifras del cacao en el Zulia

El estado Zulia no está registrado como un gran productor de cacao, pero sí uno de los que mayor calidad posee. De las 64.000 hectáreas cultivadas en el país, al menos 13.330 corresponden a la región de Occidente, y, de este total, la región zuliana solo abarca 1% de la totalidad sembrada. Los estados occidentales producirían unas 4.000 toneladas de cacao al año. Las cifras las ofrece Jean Maximiliano Rincón, quien es asesor en agronomía y está dedicado a potenciar la labor agrícola de cacao en la región zuliana.

La región registró, hasta 2011, cultivos en los municipios Rosario de Perijá, Jesús María Semprúm, Mara, Colón, Sucre, Catatumbo y Francisco Javier Pulgar. 80 % de las siembras corresponde a Sucre y Rosario de Perijá. Las zonas de Bobures y Gribraltar siguen siendo pioneras por su cercanía a Los Andes, por la carretera Panamericana y también por la conexión con el Lago de Maracaibo.

Datos aportados por la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia dan cuenta de que, durante la denominada Ruta del Chocolate, impulsada por el gobierno de Hugo Chávez para acrecentar la actividad económica chocolatera, se llegó a tener 226 productores, incluidos de la Cañada de Urdaneta.

Para 2021, tras 10 años del cese de los financiamientos por parte del Estado, la mayoría de los fabricantes de chocolate se fueron hacia el sector privado y otros desaparecieron. Para entonces habrían nacido siete asociaciones de productores de cacao. En el municipio Colón se llegó a inaugurar la empresa Princesa Zulia, ubicada en la antigua planta Indosa en San Carlos de Zulia, que dependía del gobierno municipal, pero que solo procesa unos 1.000 kilos de cacao artesanal al año.

En la Sierra de Perijá, en plena pandemia, surgió la elaboración del chocolate artesanal Monte Alto, que incluye chocolate oscuro, con leche y blanco, según indica Rincón, quien está al frente de la manufactura. «Están surgiendo iniciativas en los municipios, aunque debido a la situación actual muchos proyectos han decaído», revela.

En Maracaibo se mantienen, además, las marcas Oasis y Max Cocoa, en tanto que en el municipio San Francisco existe la empresa Cacao Márquez, todos dedicados a elaborar productos derivados y muestras a escala artesanal.

En Francisco Javier Pulgar, debido a las lluvias, al menos 11.000 plantas de cacao que estaban en su segundo año de cultivo, se inundaron en la finca San Roque. El sector cacaotero del Sur del Lago enfrenta dificultades por la afectación de los ríos, así como imposibilidad en el acceso al combustible. 

Para Isturbe Pereda, ingeniero de la producción agropecuaria y quien laboró en la estación Chama, que actualmente se conoce como Centro Socialista de Investigación y Desarrollo del Cacao, es necesario comenzar a efectuar la siembra de variedades porcelana. 

A su juicio, las plantas existentes están amenazadas y es necesario hacer clonaciones genéticas, siembras con semillas o por el método in vitro, para tener una mayor cantidad de árboles que permitan prolongar la variedad con la que los chocolates venezolanos tienen su distinción en el mundo.