Cruzar por los puentes internacionales que unen a Venezuela y Colombia resulta un acto de emoción para los que regresan a su país después de emigrar; la calma para aquellos que van a buscar medicinas en farmacias colombianas o la esperanza para los emprendedores que compran productos para sus negocios. Pero últimamente, también causa asombro y temor entre quienes no tienen idea de lo que deben vivir para pasar de Colombia a Venezuela.
Desde que la migración venezolana hacia Colombia se incrementó, a partir del año 2014, la presencia de trabajadores informales empezó a ser cada vez más común en la frontera. Allí se observan desde ventas de alimentos, puestos para cambios de divisas y compra de cabello, hasta personas dedicadas a cargar las maletas de los viajeros. Según datos de Migración Colombia, más de 60.000 personas cruzan diariamente la frontera desde y hacia Venezuela, de las cuales cerca de 3.000 lo hacen a través de los puentes fronterizos. El resto cruza por trochas y pasos ilegales.
Aproximadamente desde noviembre de 2021, se suma en la frontera la presencia de personas que se identifican como miembros del Tren de Aragua, quienes amenazan a los que caminan por el puente. Les aseguran que si no pagan, pueden ser víctimas de una agresión física o robo de sus pertenencias.
“Soy del Tren de Aragua. Por su seguridad debe darme 20 mil pesos y le doy una clave secreta que debe decir en todo el camino para que no le pase nada”, dicen personas en La Parada, lado colombiano del puente internacional Simón Bolívar, en la frontera entre Venezuela y Colombia por el estado Táchira.
El Tren de Aragua es una organización delictiva que se formó en el Centro Penitenciario de Aragua, también conocido como cárcel de Tocorón. Su nombre se debe a que antes de convertirse en una banda criminal, sus primeros miembros fueron los fundadores en el año 2002 de un sindicato en una construcción ferroviaria en Aragua que nunca se materializó.
Además de estar en al menos 11 estados de Venezuela, el Tren de Aragua actualmente tiene presencia también en cinco países de América Latina: Colombia, Brasil, Perú, Ecuador y Chile. En total se estima que más de 1.000 personas integran esta banda, entre cuyas acciones se suma un latente conflicto armado con guerrilleros colombianos por el control de territorios fronterizos.
Pasaron seis años para que Antonio Chacón*, de 55 años, pudiese volver a Venezuela. La escasez de alimentos, medicamentos y artículos de higiene personal lo hicieron irse a Ecuador en 2015. Finalmente, tras la pandemia y tener dinero suficiente, viajó a su país el 16 de enero de 2022, con la ilusión de ver a sus papás y conocer a su sobrina de tan solo meses de nacida.
“Todo es diferente. Lo primero que te asombra es llegar al puente y que te hagan una especie de círculo un poco de chamos, venezolanos por el acento, que te quieren cargar la maleta. Yo me rehusé y empecé a caminar con mi maleta y dos bolsas cuando de pronto un choro me dice que es del Tren de Aragua, que debo pagar por mi equipaje porque vengo del exterior”, contó.
No entendía la razón del cobro y el grupo delincuencial no era conocido por él. Sabía que en Táchira había guerrilla, también sabía de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), pero “Tren de Aragua” era un término desconocido para él, por lo que el miedo fue inminente.
Antonio describe que dos hombres bajos de estatura, morenos y uno con un morral con los colores de la bandera de Venezuela, lo abordaron y pidieron 180 mil pesos para que pasara todo lo que llevaba consigo. Esto equivale aproximadamente a 50 dólares americanos. Para Chacón se juntaban dos cosas desconocidas: el Tren de Aragua y los pesos colombianos.
Tan solo tenía en el bolsillo 20 dólares. Su familia le había advertido que los militares podían pedirle dinero y escondió lo que llevaba para su estadía. Solo se quedó con ese billete. “Te los acepto porque me caes bien”, le dijo uno de los sujetos que le pidió dinero para que pudiera pasar el puente hasta Venezuela y llegar al estado Táchira.
Supuestamente debía decir “los elefantes grandes y morados” cada vez que le preguntaran la clave de seguridad por todo el trayecto de la frontera que tendría que caminar, pues no es posible cruzar de un país a otro en vehículo sino de forma peatonal. Sin embargo, nunca le pidieron la frase ni lo intentaron extorsionar, robar o lastimar en el camino.
Maryerlin Villanueva, periodista
La periodista Maryerlin Villanueva relató el pasado 16 de enero que regresando de Cúcuta a San Cristóbal fue interceptada por un hombre en La Parada, quien la extorsionó. Ella se encontraba con sus dos hijos menores de edad, esperando a un familiar para el retorno. Al momento de pedirle dinero por su seguridad, no supo qué otra cosa hacer más que darle un billete, pues temió por sus niños.
“Esta persona, morena, de baja estatura y de un acento bastante marcado del oriente de Venezuela me señalaba que debía pagarle 20 mil pesos por la ‘seguridad’ , porque allí mandaba el hampa y en el monte la guerrilla. Lo curioso era que a pocos metros había un policía colombiano. Al verlo, solo se limitó a decirme que ese policía no le daba miedo, que le diera la plata porque yo solo llevaba ropa y no mercado. No sabía que tenía visión infrarroja para detectar todo mi equipaje. Todo esto en medio de mis hijos, quienes miraban con miedo a este ser”, contó Villanueva.
A Villanueva le dijeron “la cara de las dos monedas” como frase de seguridad, que supuestamente le pedirían en todo el camino desde La Parada hasta San Antonio del Táchira. Al igual que el caso de Antonio Chacón, nunca la utilizó porque nadie se la pidió. Los 20 mil pesos que pagó equivalen a 5 dólares aproximadamente.
Dos hombres, bajos de estatura, morenos y uno con un morral con los colores de la bandera de Venezuela, lo abordaron y pidieron 180 mil pesos para que pasara todo lo que llevaba consigo
En la misma circunstancia estuvo Leidy Castellanos, quien narró a través de su cuenta de Twitter cómo fue para ella, sus papás y su bebé cruzar la frontera. Al igual que a Chacón, le sorprendió la cantidad de personas corriendo detrás del carro para cargar las maletas. Entre golpes e insultos persiguieron el vehículo.
Necesitaban a alguien que los ayudara con las maletas y consiguieron a un señor con quien tuvieron empatía. 20 mil pesos (o 5 dólares) cobró el carretillero y 3 mil pesos (casi un dólar) otra persona, por concepto de dejarlo trabajar llevando el equipaje. Cuando pagaron a ambos, llegaron los supuestos miembros del Tren de Aragua a cobrarles por seguridad.
“No sé de dónde saqué valor y le dije que si estaba loco, que no le íbamos a pagar nada, que si iban a cobrar por pasar el puente yo me echaba mis maletas al hombro y me iba solita. El tipo me miraba y me dijo “no te van a dejar pasar, nosotros tenemos que darte una clave. Esa clave tienes que darla a cada uno de los ‘convives’ que te vas a encontrar de aquí en adelante, si no, no te van a dejar pasar. No nos hacemos responsables si les roban algo”, relató Castellanos.
Leidy Castellanos, tachirense
Ante la negativa de pago, los hombres se fueron. Rezar y rogar a Dios fue lo único que hizo la joven en el trayecto. El miedo era imposible de no sentir porque la acompañaba el pensamiento de que los siguieran o les hicieran daño por no pagar la extorsión. Y aunque fueron miembros del Tren de Aragua quienes le pidieron dinero por seguridad, vio cómo funcionarios de la Guardia Nacional pidieron una cuota al carretillero para dejarlo pasar. Posteriormente en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) también debieron dejar otro pago. “En fin, una cadena de corrupción terrible”, dijo la tachirense.
Según lo que les contó el hombre que cargaba su equipaje, en otras oportunidades los miembros del Tren de Aragua suelen agarrar las maletas, correr y esconderlas hasta que se les pague lo que piden. A juicio de Castellanos, pudieron tener una horrible experiencia al cruzar la frontera.
Supuestamente debía decir “los elefantes grandes y morados” cada vez que le preguntaran la clave de seguridad por todo el trayecto de la frontera que tendría que caminar
De acuerdo con una publicación del medio colombiano La Opinión, la Policía Metropolitana de Cúcuta reportaba, para el 3 de diciembre de 2021, que unos 20 asesinatos habían sido cometidos por miembros del Tren de Aragua en la frontera. Saben de su presencia desde 2019. La disputa por el poder y el territorio en esta zona ha dejado distintos detenidos de este grupo criminal, donde resalta la aprehensión de José Francisco Evia en 2019, en medio de una redada.
Según la reseña de La Opinión, el Tren de Aragua tiene una vivienda conocida como quilombo, donde realizarían torturas, asesinatos e incluso entierran a sus víctimas en fosas de la misma casa. En distintas oportunidades han detenido miembros de esta banda criminal, pero no logran desmantelarla por completo, pues estiman que hay más de 2.000 personas que pertenecen a la misma y operan por todo el eje fronterizo.
Las extorsiones que realiza el Tren de Aragua son principalmente a quienes llevan maletas y no a aquellos con bolsas de mercado. La Policía de Cúcuta en diversas publicaciones en sus redes sociales ha asegurado que también los comerciantes son víctimas de chantajes y deben pagar “vacuna”.
*El nombre real del entrevistado fue cambiado por solicitud del mismo.
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